V.
Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor,
date prisa en socorrerme.
Gloria
al Padre, y
al
Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Aleluya.
HIMNO
Estoy, Señor, en la ribera sola
del infinito afán. Un niño grita
entre las olas, contra el viento yermo:
A través de la nada,
van mis caminos
hacia el dolor más alto,
pidiendo asilo.
La espuma me sostiene,
y el verde frío
de las olas me lleva,
pidiendo asilo.
Hacia el amor más alto
que hay en mí mismo,
la esperanza me arrastra,
pidiendo asilo.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.
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SALMODIA
Ant. 1.
El Señor rodea a su pueblo.
Salmo 124 El Señor vela por su pueblo
Paz sobre el Israel de Dios (Ga 6, 16)
Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.
Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.
No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.
Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
El Señor rodea a su pueblo.
Ant. 2.
Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Salmo 130 Abandono confiado en los brazos de Dios
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29)
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos.
Ant. 3.
Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Cántico Ap 4, 11; 5,9.10.12 Himno de los redimidos
Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
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