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 LITURGIA DE LAS HORAS       

DOMINGO  -  SEMANA I

  ORACIÓN DEL ATARDECER

II VÍSPERAS 
CONFERENCIA  EPISCOPAL  ESPAÑOLA

LITURGIA LAS HORAS DE HOY
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V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.

 

 

HIMNO

Quédate con nosotros;
la noche está cayendo.

¿C
ómo te encontraremos
al declinar el día,
si tu camino no es nuestro camino?
Detente con nosotros;
la mesa está servida,
caliente el pan y envejecido el vino.

¿C
ómo sabremos que eres
un hombre entre los hombres,
si no compartes nuestra mesa humilde?
Repártenos tu cuerpo,
y el gozo irá alejando
la oscuridad que pesa sobre el hombre.

Vimos romper el día
sobre tu hermoso rostro,
y al sol abrirse paso por tu frente.
Que el viento de la noche
no apague el fuego vivo
que nos dejó tu paso en la mañana.

Arroja en nuestras manos,
tendidas en tu busca,
las ascuas encendidas del Espíritu;
y limpia, en lo más hondo
del corazón del hombre,
tu imagen empañada por la culpa. Amén.

   

SALMODIA
Ant. 1. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.

Salmo 109, 1- 5. 7   El Mesías, Rey y Sacerdote
Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos
estrado de sus pies (1Co 15,25)

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»

El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beber
á del torrente,
por eso levantará la cabeza.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Desde Sión extenderá el Señor el poder de su cetro, y reinará eternamente. Aleluya.


Ant. 2. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.

Salmo 113 A   Israel librado de Egipto: las maravillas del Éxodo
Reconoced que también vosotros, los que renunciasteis al mundo, habéis salido de Egipto (S. Agustín)

Cuando Israel salió de Egipto,
los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente,
Judá fue su santuario,
Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó,
el Jord
án se echó atrás;
los montes saltaron como carneros;
las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes,
y
a ti, Jordán, que te echas atrás?
¿Y a vosotros, montes, que saltáis como carneros;
colinas, que saltáis como c
orderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra,
en presencia del Dios de Jacob;
que transforma las peñas en estanques,
el pedernal en manantiales de agua.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. En presencia del Señor se estremece la tierra. Aleluya.


Ant. 3. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

Cántico, Cf. Ap 19,1-2.5-7   Las bodas del Cordero

Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios,
porque sus juicios son verdaderos y justos.
 
Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos,
los que le teméis, pequeños y grandes.
 
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo,
alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
 
Aleluya.
Llegó la boda del Cordero,
su esposa se ha embellecido.


Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

 
Ant. Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya. 
 

LECTURA BREVE   2Co 1, 3-4
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios.
 
 
 
RESPONSORIO BREVE
R. Bendito eres, Señor, * En la bóveda del cielo.
Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

V. Digno de gloria y alabanza por los siglos. * En la bóveda del cielo.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
 
 

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Vosotros, mis discípulos, sois la sal de la tierra  y la luz del mundo.

Magníficat   Lc 1, 46-55
Alegr
ía del alma en el Señor

P
roclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
como lo había prometido a nuestros padres
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
 

G
loria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Vosotros, mis discípulos, sois la sal de la tierra  y la luz del mundo.
   
   

PRECES
Adoremos a Cristo, Señor nuestro y cabeza de la Iglesia, y digámosle confiadamente:
Venga a nosotros tu reino, Señor.

Señor, haz de tu Iglesia instrumento de concordia y de unidad entre los hombres
y signo de salvación para todos los pueblos.

Protege, con tu brazo poderoso, al papa y a todos los obispos
y concédeles trabajar en unidad, amor y paz.

A los cristianos concédenos vivir íntimamente unidos a ti, nuestra cabeza,
y que demos testimonio en nuestras vidas de la llegada de tu reino.

Concede, Señor, al mundo el don de la paz
y haz que en todos los pueblos reine la justicia y el bienestar.

Otorga a los que han muerto una resurrección gloriosa
y haz que gocemos un día, con ellos, de la felicidad eterna.


Terminemos nuestra oraci
ón con las palabras del Señor:


Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.


 
ORACIÓN
Vela, Señor, con amor continuo sobre tu familia; protégela y defiéndela siempre, ya que s
ólo en ti ha puesto su esperanza. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.