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 LITURGIA DE LAS HORAS     

MARTES  -  SEMANA III

  HORA INTERMEDIA

TERCIA, SEXTA, NONA

CONFERENCIA  EPISCOPAL  ESPAÑOLA
LITURGIA LAS HORAS DE HOY

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V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R.
Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.
Amén. Aleluya.
 
 

HIMNO
No es lo que está roto, no,
el agua que el vaso tiene;
lo que está roto es el vaso,
y el agua al suelo se vierte.

No es lo que está roto, no,
la luz que sujeta el día;
lo que está roto es su tiempo,
y en la sombra se desliza.

No es lo que está roto, no,
la caja del pensamiento;
lo que está roto es la idea
que la lleva a lo soberbio.

No es lo que está roto Dios
ni el campo que él ha creado;
lo que está roto es el hombre
que no ve a Dios en su campo.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

    
 

SALMODIA
Ant. 1. Amar es cumplir la ley entera.

Salmo 118, 97-104   XIII (Mem)

¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.

Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes;
aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Amar es cumplir la ley entera.


Ant. 2. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.

Salmo 73   Lamentación ante el templo devastado
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo (Mt 10,28)

I
¿Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados,
y está ardiendo tu cólera contra las ovejas de tu rebaño?

Acuérdate de la comunidad que adquiriste desde antiguo,
de la tribu que rescataste para posesión tuya,
del monte Sión donde pusiste tu morada.

Dirige tus pasos a estas ruinas sin remedio;
el enemigo ha arrasado del todo el santuario.
Rugían los agresores en medio de tu asamblea,
levantaron sus propios estandartes.

En la entrada superior
abatieron a hachazos el entramado;
después, con martillos y mazas,
destrozaron todas las esculturas.

Prendieron fuego a tu santuario,
derribaron y profanaron la morada de tu nombre.
Pensaban: «Acabaremos con ellos»,
e incendiaron todos los templos del país.

Ya no vemos nuestros signos, ni hay profeta:
nadie entre nosotros sabe hasta cuándo.

¿Hasta cuándo, Dios mío, nos va a afrentar el enemigo?
¿No cesará de despreciar tu nombre el adversario?
¿Por qué retraes tu mano izquierda
y tienes tu derecha escondida en el pecho?

Pero tú, Dios mío, eres rey desde siempre,
tú ganaste la victoria en medio de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Acuérdate, Señor, de la comunidad que adquiriste desde antiguo.


Ant. 3. Levántate, Señor, defiende tu causa.

II
Tú hendiste con fuerza el mar,
rompiste la cabeza del dragón marino;
tú aplastaste la cabeza del Leviatán,
se la echaste en pasto a las bestias del mar;
tú alumbraste manantiales y torrentes,
tú secaste ríos inagotables.

Tuyo es el día, tuya la noche,
tú colocaste la luna y el sol;
tú plantaste los linderos del orbe,
tú formaste el verano y el invierno.

Tenlo en cuenta, Señor, que el enemigo te ultraja,
que un pueblo insensato desprecia tu nombre;
no entregues a los buitres la vida de tu tórtola,
ni olvides sin remedio la vida de tus pobres.

Piensa en tu alianza: que los rincones del país
están llenos de violencias.
Que el humilde no se marche defraudado,
que pobres y afligidos alaben tu nombre.

Levántate, oh Dios, defiende tu causa:
recuerda los ultrajes continuos del insensato;
no olvides las voces de tus enemigos,
el tumulto creciente de los rebeldes contra ti.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Levántate, Señor, defiende tu causa.   
 
 

TERCIA

L
ECTURA BREVE  
Jr 22, 3
Practicad la justicia y el derecho, librad al oprimido del opresor, no explotéis al emigrante, al huérfano y a la viuda, no derraméis sangre inocente.

V. El Señor juzgará el orbe con justicia.
R. Y regirá las naciones con rectitud.

ORACIÓN
Dios todopoderoso y eterno, que a la hora de tercia enviaste tu Espíritu Defensor a los apóstoles, derrama también sobre nosotros este Espíritu de amor, para que, ante los hombres, demos siempre fiel testimonio de aquel amor que has querido que fuera el distintivo de los discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
 
 
 

SEXTA

L
ECTURA BREVE  
Dt 15,7-8
Si hay entre los tuyos un pobre, un hermano tuyo, en una ciudad tuya, en esa tierra tuya que va a darte el Señor, tu Dios, no endurezcas el corazón ni cierres la mano a tu hermano pobre. Ábrele la mano y préstale a la medida de su necesidad.

V. Señor, tú escuchas los deseos de los humildes.
R. Les prestas oído y los animas.

ORACIÓN
Oh Dios, que revelaste a Pedro tu plan de salvar a todas las naciones, danos tu gracia, para que todas nuestras acciones sean agradables a tus ojos y útiles a tu designio de amor y salvación universal. Por Jesucristo, nuestro Señor. 

 
 

NONA

L
ECTURA BREVE  
Pr 22, 22-23
No explotes al pobre, porque es pobre, no atropelles al desgraciado en el tribunal; porque el Señor defenderá su causa y despojará de la vida a los que lo despojaban.

V. El Señor librará al pobre que clamaba.
R. Y salvará la vida de los pobres.

ORACIÓN
Oh Dios, que enviaste un ángel al centurión Cornelio para que le revelara el camino de la salvación, ayúdanos a trabajar cada día con mayor entrega en la salvación de los hombres, para que, junto con todos nuestros hermanos, incorporados a tu Iglesia, podamos llegar a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 
 

CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R.
Demos gracias a Dios.