SALMODIA
Ant. 1.
«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán», dice el Señor.
Salmo 118, 81-88 XI (Caph)
Me consumo ansiando tu salvación,
y espero en tu palabra;
mis ojos se consumen ansiando tus promesas,
mientras digo: «¿Cuándo me consolarás?»
Estoy como un odre puesto al humo,
pero no olvido tus leyes.
¿Cuántos serán los días de tu siervo?
¿Cuándo harás justicia de mis perseguidores?
Me han cavado fosas los insolentes,
ignorando tu voluntad;
todos tus mandatos son leales,
sin razón me persiguen, protégeme.
Casi dieron conmigo en la tumba,
pero yo no abandoné tus decretos;
por tu bondad dame vida,
para que observe los preceptos de tu boca.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán», dice el Señor.
Ant. 2.
Tú eres, Señor, mi refugio y mi bastión contra el enemigo.
Salmo 60 Oración de un desterrado
Oración del justo que espera la vida eterna (S. Hilario)
Dios mío, escucha mi clamor,
Atiende a mi súplica;
te invoco desde el confín de la tierra
con el corazón abatido:
llévame a una roca inaccesible,
porque tú eres mi refugio
y mi bastión contra el enemigo.
Habitaré siempre en tu morada,
refugiado al amparo de tus alas;
porque tú, oh Dios, escucharás mis votos
y me darás la heredad de los que veneran tu nombre.
Añade días a los días del rey,
que sus años alcancen varias generaciones;
que reine siempre en presencia de Dios,
que tu gracia y tu lealtad le hagan guardia.
Yo tañeré siempre en tu honor,
e iré cumpliendo mis votos día tras día.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Tú eres, Señor, mi refugio y mi bastión contra el enemigo.
Ant. 3.
Protege mi vida, Señor, del terrible enemigo.
Salmo 63 Súplica contra los enemigos
Este salmo se aplica especialmente a la pasión del Señor (S. Agustín)
Escucha, oh Dios, la voz de mi lamento,
protege mi vida del terrible enemigo;
escóndeme de la conjura de los perversos
y del motín de los malhechores:
afilan sus lenguas como espadas
y disparan como flechas palabras venenosas,
para herir a escondidas al inocente,
para herirlo por sorpresa y sin riesgo.
Se animan al delito,
calculan cómo esconder trampas,
y dicen:«¿Quién lo descubrirá?»
Inventan maldades y ocultan sus invenciones,
porque su mente y su corazón no tienen fondo.
Pero Dios los acribilla a flechazos,
por sorpresa los cubre de heridas;
su misma lengua los lleva a la ruina,
y los que lo ven menean la cabeza.
Todo el mundo se atemoriza,
Proclama la obra de Dios
y medita sus acciones.
El justo se alegra con el Señor,
se refugia en él,
y se felicitan los rectos de corazón.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant.
Protege mi vida, Señor, del terrible enemigo.
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TERCIA
LECTURA
BREVE
Dt 8, 5b-6
El Señor, tu Dios, te ha educado, como un padre educa a su hijo, para que
guardes los preceptos del Señor, tu Dios, sigas sus caminos y lo temas.
V.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable.
R.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
ORACIÓN
Señor Dios, Padre todopoderoso, infúndenos la luz del Espíritu Santo, para
que, libres de toda adversidad, podamos alegrarnos siempre en tu alabanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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SEXTA
LECTURA
BREVE
1R 2, 2b-3
¡Ánimo, sé un hombre! Guarda las consignas del Señor, tu Dios, caminando por
sus sendas, guardando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, para que
tengas éxito en todas tus empresas.
V.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
R.
Porque ella es mi gozo.
ORACIÓN
Señor, fuego ardiente de amor eterno, haz que, inflamados en tu amor, te
amemos a ti sobre todas las cosas y a nuestro prójimo por amor tuyo. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
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NONA
LECTURA
BREVE
Jr 6, 16
Paraos en los caminos a mirar, preguntad por la vieja senda: «¿Cuál es el
buen camino?»; seguidlo, y hallaréis reposo.
V.
Tus preceptos son mi herencia perpetua.
R.
La alegría de mi corazón.
ORACIÓN
Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que,
por intercesión de santa María, la Virgen, después de haberte servido
durante toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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