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LECTIO DIVINA SEPTIEMBRE DE 2024 Si quiere recibirla diariamente, por favor, apúntese aquí Si quiere recibirla mensualmente en formato epub, por favor, apúntese aquí
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El cántico de alabanza que resuena eternamente en las moradas celestiales y que Jesucristo, sumo Sacerdote, introdujo en este destierro ha sido continuado fiel y constantemente por la Iglesia situando a Dios como centro de nuestra vida durante todas las horas del día -Liturgia de las horas- y todos los días del año -Lectio Divina-
Domingo XXII del tiempo ordinario
LECTIO Primera lectura: Deuteronomio 4,1-2.6-8 Moisés habló al pueblo y dijo: 1 Y ahora, Israel, escucha las leyes y los preceptos que os enseño a practicar para que viváis y entréis en posesión de la tierra que os da el Señor, Dios de vuestros antepasados. 2 No añadiréis nada a lo que yo os mando ni quitaréis nada, sino que guardaréis los mandamientos del Señor, vuestro Dios, que yo os prescribo. 6 Guardadlos y ponedlos en práctica; eso os hará sabios y sensatos ante los demás pueblos, que al oír todas estas leyes dirán: "Esta gran nación es ciertamente un pueblo sabio y sensato". 7 Y en efecto, qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? 8 Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y preceptos tan justos como esta ley que yo os promulgo hoy?
**• El fragmento está tomado del libro del Deuteronomio, cuyos autores se encuentran entre los miembros de los círculos levíticos, atentos a la historia y perspicaces custodios de la tradición religiosa y cultural, próximos al profetismo y conscientes de los peligros que amenazan al pueblo, marcado por desequilibrios sociales y olvidado de los compromisos de la alianza. El libro se presenta como la colección de tres grandes discursos pronunciados por Moisés la víspera de su muerte y de la entrada de Israel en la tierra prometida. El propósito de los autores es recordar a sus contemporáneos la historia de la elección y de la alianza que le une a YHWH: si la fidelidad a ella es prenda de vida (cf. Dt 4,1), la infidelidad -en la que están viviendo- lo es de muerte. Nuestro pasaje se sitúa, en el libro, inmediatamente después de la reevocación de las etapas del viaje por el desierto. La primera palabra: "Escucha", es una palabra clave en todo el Deuteronomio y, en cierto sentido, en toda la piedad judía. "Escucha, Israel..." (Dt 6,4) recita el comienzo de la profesión de fe repetida a diario por el israelita piadoso. Israel ha sido llamado, en virtud de la elección divina, a escuchar la ley que YHWH le da y a ponerla en práctica, sin alterarla (v. 2). Como efecto de la obediencia, Israel vivirá y tendrá fama entre los otros pueblos. Se distinguirá de ellos y eso será motivo de gloria: será reconocido como "pueblo sabio y sensato" (v. 6), cuyas leyes y normas son justas (v. 8). Más todavía, la fidelidad a la alianza, manifestada en la observancia de la Ley, hará evidente la proximidad de Dios a su pueblo (v. 7): una realidad impensable para el hombre, fuente de estupor y de gratitud (cf. Sal 34,19; 46; 145,18).
Salmo
responsorial Salmo 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5 El que procede honradamente El que no hace mal a su prójimo El que no presta dinero a usura
Segunda lectura: Santiago 1,17-18.21b-22.27 Hermanos míos queridísimos: 17 Toda dádiva buena, todo don perfecto, viene de arriba, del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni períodos de sombra. 18 Por su libre voluntad nos engendró, mediante la Palabra de la verdad, para que seamos los primeros frutos entre sus criaturas. Acoged con mansedumbre la Palabra que, injertada en vosotros, tiene poder para salvaros. 22 Poned, pues, en práctica la Palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos. 27 La religiosidad auténtica y sin tacha a los ojos de Dios Padre consiste en socorrer a huérfanos y viudas en su tribulación y en mantenerse incontaminado del mundo.
**• Este domingo empezamos a leer algunos fragmentos de la carta de Santiago. La atribución de este texto inspirado es objeto de controversia. Los exégetas parecen estar de acuerdo en considerar que el autor puso el escrito bajo el nombre de Santiago, "hermano del Señor" y primer responsable de la comunidad de Jerusalén (cf. Hch 12,17; 15,13ss; Gal 1,19), para conferirle autoridad. Es posible que hubiera recogido en él palabras o contenidos que procedían efectivamente de Santiago. El pasaje que hemos leído se compone de diferentes versículos cuyo punto de convergencia es la "la Palabra de la verdad". Por medio de la Palabra, Dios Padre engendró a los cristianos (v. 18) no sólo en el acto creador, sino -tal como aquí se entiende- en el momento del renacimiento en el bautismo. Éste es por excelencia el don que nos ha otorgado el Padre, el cual no cambia, ni en sí mismo ni en su libre obrar (v. 17). Él ha hecho a los cristianos hijos suyos y ellos son los primeros entre todas las criaturas que experimentan ya esa vida nueva (v. 18b), que rebosará cuando se consume la bienaventuranza eterna. Santiago sabe que la Palabra de Dios, que revela la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tiene una fuerza intrínseca, pero sólo da fruto en plenitud con la colaboración del creyente. Es menester que la Palabra encuentre sitio en el corazón del hombre, un corazón que esté disponible para escucharla y ponerla en práctica, exento de espíritu de polémica. Entonces se convierte en portadora de salvación; sin embargo, si la Palabra es escuchada pero no acogida, entonces se alimenta en el hombre una falsa relación con Dios que crea la ilusión de lo contrario (vv. 21b-22). Está muy claro -afirma el autor sagrado- en qué consiste la auténtica manifestación de la fe: en cuidar de todos los que están desamparados, indefensos, oprimidos, en no seguir la mentalidad mundana ni sus pseudovalores. Contra la tentación, que acecha al creyente de todos los tiempos, de separar el culto y el estilo de vida (cf. Is 1,11-15; Am 5,21-24), la carta de Santiago "traduce " con términos prácticos e inequívocos el perenne dicho del Señor: "El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca. [...] Sin embargo, el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica es como aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena" (Mt 7,24ss).
Evangelio: Marcos 7,1 -8a. 14-15.21-23 En aquel tiempo, 1 los fariseos y algunos maestros de la Ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús 2 y observaron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavárselas 3 -es de saber que los fariseos y los judíos en general no comen sin antes haberse lavado las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus antepasados; 4 y al volver de la plaza, si no se lavan, no comen, y observan por tradición otras muchas costumbres, como la purificación de vasos, jarros y bandejas-. 5 Así que los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron: -Por qué tus discípulos no proceden conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras? 6 Jesús les contestó: -Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me dan culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos. 8 Vosotros dejáis a un lado el mandamiento de Dios y os aferrais a la tradición de los hombres. 14 Y llamando de nuevo a la gente, les dijo: -Escuchadme todos y entended esto: 15 Nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo. Lo que sale de dentro es lo que contamina al hombre. 21 Porque es de dentro, del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios, 22 adulterios, codicias, perversidades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, soberbia e insensatez. 23 Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre.
**• El capítulo 7 del evangelio de Marcos recoge una enseñanza de importancia capital, una enseñanza que por sí misma constituye una de las cumbres de la historia religiosa de todos los tiempos. El pasaje que hemos leído toma como punto de partida la pregunta que le hacen a Jesús los fariseos y los maestros de la Ley –las personas calificadas del ambiente religioso y cultural de aquel tiempo- relacionada con el uso judío de las abluciones. A la ley mosaica sobre la pureza ritual (cf. vv. 3ss; Lv 11-15; Dt 14,3-21) habían ido añadiéndose cada vez más prescripciones, que, transmitidas oralmente, eran consideradas vinculantes, con la misma fuerza que la ley escrita y, como ésta, reveladas por YHWH. A Jesús se le interroga sobre la inobservancia de tales prescripciones ("la tradición de los antepasados": v. 5) por parte de sus discípulos. Jesús no responde directamente, sino que, citando Is 29,13, saca a la luz lo falso y vacío que es el modo de obrar de los fariseos: su culto es sólo formal, dado que a la exterioridad de los ritos y de la observancia de la Ley no le corresponden el sentimiento interior y la práctica de vida coherente. La tradición de los hombres acaba así por sobreponerse y cubrir el mandamiento de Dios (v. 8). En los vv. 14ss se afirma el criterio básico de la moral universal, introducido por la invitación: "Escuchadme todos". Todas las cosas creadas son buenas, según el proyecto del Creador (cf. Gn 1), y, por consiguiente, no pueden ser impuras ni volver impuro a nadie. Lo que puede contaminar al hombre, haciéndole incapaz de vivir la relación con Dios, es su pecado, que radica en el corazón. El corazón del hombre, por tanto, es el centro vital y el centro de las decisiones de la persona humana, del que depende la bondad o la maldad de las acciones, palabras, decisiones. No corresponde a la voluntad de Dios ni se está en comunión con él multiplicando la observancia formal de leyes con una rigidez escrupulosa, sino purificando el corazón, iluminando la conciencia de manera que las acciones que llevemos a cabo manifiesten la adhesión al mandamiento de Dios, que es el amor.
MEDITATIO La Palabra que hemos escuchado hoy nos invita a mirar en nuestro corazón con sinceridad. Qué es lo que lo ocupa? Por qué se afana? Son preguntas que liquidamos con excesiva facilidad porque "tenemos muchas cosas que hacer". La Palabra de Dios pide ser escuchada con el corazón, pide un espacio, pide un poco de tiempo. Nuestro obrar, en verdad, no es especialmente cuestión de brazos o de mente, sino de corazón. Es el corazón el que anima lo que decimos, hacemos, decidimos. El corazón es la sede de la conversión, de la decisión fundamental de acoger la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Y la Palabra de Dios, cuando habita en el corazón, lo cura, lo libera de los sentimientos egoístas, de la rivalidad, del desinterés por el otro: sentimientos que nos impiden experimentar la realidad más grande y determinante: el Señor está cerca. La Palabra de Dios, si le dejamos sitio en nuestro corazón, nos enseña a invocar al Señor y a ver al prójimo. Nos hace conscientes de que estamos bautizados y nos da la fuerza necesaria para vivir de manera coherente. Nos hace comprender cómo hemos de obedecer a la ley de Dios, la ley definitiva del amor, ese amor con el que Jesús fue el primero en amarnos.
ORATIO Venimos a ti, Señor, con el corazón que tenemos, repleto de sentimientos que nos esforzamos en reconocer y purificar a la luz de tu Palabra. No somos gente que te sea extraña: somos tus hijos, somos miembros del cuerpo de Cristo en virtud del bautismo que hemos recibido, formamos parte de tu Iglesia; sin embargo, cuántas veces estamos lejos de ti con el corazón y no nos damos cuenta de que tú estás siempre cerca de nosotros, tú, el único de quien tenemos una atormentadora necesidad. Repítenos una vez más que no te encontraremos multiplicando prácticas religiosas, sino abriendo el corazón a tu Palabra, orientando la vida según lo que te agrada, preocupándonos del hermano y de la hermana. Repítenos que el amor -y sólo el amor- nos hace puros. Y nosotros, acogiendo tu don, renovados en la mente y en el corazón, te diremos: "Tú eres nuestro Señor".
CONTEMPLATIO Es el corazón el que engendra tanto los pensamientos buenos como los que no lo son, pero no es porque produzca por su propia naturaleza conceptos que no son buenos, que provienen del recuerdo del mal cometido una sola vez a causa del primer engaño, un recuerdo que se ha convertido ahora casi en habitual. También parecen proceder del corazón los pensamientos que, de hecho, son sembrados en el alma por los demonios; por lo demás, los hacemos efectivamente nuestros cuando nos complacemos en ellos voluntariamente. Eso es lo que el Señor censura. La gracia esconde su presencia en los bautizados mientras espera que el alma una a ella su propósito. Es voluntad [de Dios] que nuestro libre albedrío no esté ligado por completo al vínculo de la gracia, ya sea porque el pecado no ha sido derrotado nunca, sino después de luchar, ya sea porque el hombre debe progresar siempre en la experiencia espiritual (Diadoco de Foticé, Cento considerazioni sulla fede, Roma 1978, pp. 92-95, passim [edición española: Obras completas, Ciudad Nueva, Madrid 1999; también existe edición catalana en Claret, Barcelona 1981]).
ACTIO Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Tú estás junto a nosotros, Señor, Dios nuestro, cada vez que te invocamos" (cf. Dt 4,7).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL La lucha espiritual es un movimiento esencial de la vida espiritual cristiana. Se trata de una lucha interior, no dirigida contra seres exteriores a uno mismo, sino contra las tentaciones, los pensamientos, las sugestiones y las dinámicas que llevan a la consumación del mal. Pablo, sirviéndose de imágenes bélicas y deportivas (la carrera, el boxeo), habla de la vida cristiana como de un esfuerzo, de una tensión interior por permanecer en la fidelidad a Cristo, que implica desenmascarar las dinámicas a través de las cuales se abre camino el pecado en el corazón del hombre, para poder combatirlo en el mismo momento en que surge. El lugar de esta batalla es, en efecto, el corazón. Vigilancia y atención son la "fatiga del corazón" (Barsanufio) que permite al creyente llevar a cabo su purificación: es del corazón, en efecto, de donde brotan las intenciones malvadas y es el corazón el que debe transformarse en morada de Cristo gracias a la fe. En este sentido, la "custodia del corazón" constituye la obra por excelencia del hombre espiritual, la única verdaderamente esencial. En esta lucha es menester ejercitarse: es preciso, en primer lugar, saber discernir nuestras propias tendencias pecaminosas, nuestras propias debilidades, las tendencias negativas que nos marcan de un modo particular; en consecuencia, Tiernos de llamarlas por su nombre, asumirlas y no removerlas y, por último, sumergirnos en la larga y fatigosa lucha dirigida a hacer reinar en nosotros la Palabra y la voluntad de Dios. El órgano de esta lucha es el corazón, entendido en sentido bíblico como órgano de la decisión y de la voluntad, no sólo de los sentimientos. La capacidad de lucha espiritual, el aprendizaje del arte de la lucha (Sal 144,1; 18,35), resulta esencial para la acogida de la Palabra de Dios en el corazón humano. Los expertos en la vida espiritual saben que esta lucha es más dura que todas las luchas externas, pero conocen asimismo el fruto de la pacificación, de la libertad, de la docilidad y de la caridad que produce (E. Bianchi, Le parole della spiritualitá, Milán 1999). |
Viernes semana XXIV del Tiempo ordinario o 20 de septiembre, Santos Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros mártires A principios del siglo XVII, el cristianismo entró en Corea y el Evangelio se fue extendiendo por las familias con el testimonio de los laicos. Según los datos que se tienen, en el año 1836 entraron en Corea los primeros sacerdotes europeos. A partir de esas fechas, las autoridades coreanas comenzaron a perseguir a los cristianos. En esas persecuciones murieron estos dos santos !unto con otro centenar de mártires. Andrés Kim fue el primer sacerdote coreano, y Pablo Chong, un insigne misionero laico. El día 19 de junio de 1988, Juan Pablo II los proclamó santos junto con otros 115 compañeros que derramaron su sangre por la fe en Cristo en el siglo XIX.
LECTIO Primera lectura: 1 Corintios 15,12-20 Hermanos: 12 si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, por qué algunos de vosotros andan diciendo que no hay resurrección de los muertos? 13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha resucitado; 14 y si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como vuestra fe carecen de sentido. 15 Resulta incluso que somos falsos testigos de Dios, porque damos testimonio contra él al afirmar que ha resucitado a Jesucristo, siendo así que no lo ha resucitado, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. 17 Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe carece de sentido y seguís aún hundidos en vuestros pecados. 18 Y, por supuesto, también habremos de dar por perdidos a los que han muerto en Cristo. 19 Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres. 20 Pero no; Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte.
**• Si, por un lado, la resurrección de Jesús constituye el fundamento de nuestra fe, por otro, fundamenta nuestra esperanza: por esta verdad Pablo está dispuesto a jugarse su credibilidad personal, y lo hace con las cartas descubiertas. Eso es lo que intuyó en el camino de Damasco y lo que le ha mantenido siempre en el curso de su vida apostólica: encontró a alguien que está vivo, a alguien que había vencido a la muerte. No tiene la menor duda de que de aquella victoria brota para todo creyente el don de esperar más allá de toda posibilidad humana. Se trata de una esperanza no sólo terrena, sino ultraterrena: por eso nosotros, los cristianos, no hemos de ser compadecidos, sino, al contrario, podemos consolar y confortar a los otros. En efecto, Cristo resucitado es "anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte" (v. 20), es "primogénito entre muchos hermanos" (Rom 8,29): tras él y gracias a él, el alegre acontecimiento de la resurrección es y será experimentado por todos aquellos que, mediante la fe, lo reciben como el Salvador. La esperanza cristiana se expresa también en estos términos: la muerte ha sido derrotada; la vida nueva en Cristo ha sido inaugurada ya; en Cristo viviremos para siempre la plenitud de la vida en la totalidad de nuestro ser humano: cuerpo, alma y espíritu. No se trata, por tanto, de una esperanza equiparable a criterios humanos, sino de una esperanza-don, prenda de un bien futuro, que superará cualquier previsión humana.
Salmo ResponsorialAl despertar me saciaré de tu semblante, Señor Salmo
16,1.6-7.8.15
Evangelio: Lucas 8,1-3 En aquel tiempo, 1 Jesús caminaba por pueblos y aldeas predicando y anunciando el Reino de Dios. Iban con él los Doce 2 y algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que había expulsado siete demonios; 3 Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes.
**• Al final de esta sección de su evangelio (6,20-8,3), Lucas nos informa sobre las personas que acompañaban a Jesús en su ministerio público. Como los otros evangelistas, escribe que con Jesús estaban los Doce, pero, a diferencia de los otros, nos hace saber que había también "algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades" (v. 2). Lucas nos hace saber incluso sus nombres. No hay motivo para maravillarse por estas noticias lucanas. Sabemos ya que este evangelista, en virtud de su particular sensibilidad, reserva siempre una gran atención a la presencia de las mujeres en la vida de Jesús. Aquí, sin embargo, no las presenta sólo como destinatarias de su Palabra y de sus gestos taumatúrgicos, sino también como ayudantes y asistentes de su ministerio público. Esto nos interesa, muy en particular, desde el punto de vista histórico: porque constatamos que Jesús fue capaz de redimir y de liberar a algunas mujeres de alguna situación espiritual negativa, atrayéndolas así al interior del círculo de su persona y de su gracia, y confiándoles tareas de asistencia respecto a él y respecto a los discípulos. En consecuencia, Jesús supo valorar la presencia y el servicio de algunas mujeres durante su vida pública y eso desencadenó, ciertamente, la crítica y la malevolencia de algunos de sus contemporáneos, que tenían más bien una actitud de instrumentalización y de explotación hacia las mujeres. También desde este punto de vista, que presenta aspectos de gran actualidad, muestra Lucas a Jesús como el liberador del que tenía una necesidad extrema la humanidad.
MEDITATIO "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros" (Jn 15,18). Éste es el misterio de la vida empezada en Cristo y prolongada en los cristianos. Sorprende constatar cómo el martirio acompaña al nacimiento de las comunidades cristianas, en Jerusalén, en Samaría, en Roma y hasta los confines de la tierra. La lista de mártires que figuran en el canon de los santos es interminable. Abundan en el martirologio cristiano jerarcas y religiosos, pero no falta tampoco el testimonio de muchos laicos. Con el sacerdote Andrés Kim, cuyo martirio celebramos hoy, figura el laico Pablo Chong como representante de muchos otros laicos, hombres y mujeres, casados y solteros, ancianos, jóvenes y niños, que sellaron con su sangre los comienzos de la fe cristiana en Corea. El testimonio de estos mártires es para nosotros una imagen viva. Ellos son un desafío a la hora de construir, como sarmientos unidos a la vid, la sociedad contemporánea. Nos estimulan a no dejar que falte en este mundo un rayo de la luz del Espíritu que ilumine el camino de la existencia humana. El mismo año (1988) en que Juan Pablo II canonizó a estos mártires de la fe, escribió a todos los fieles cristianos laicos del mundo insistiéndoles en la responsabilidad de vivir y proclamar la fe recibida en el bautismo. La exhortación se titula Christifideles laici. De esa carta extraemos la oración que hoy os invitamos a rezar.
ORATIO María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, contigo damos gracias a Dios por la espléndida vocación y por la multiforme misión confiada a los fieles laicos. Virgen del Magníficat, llénanos de reconocimiento y entusiasmo por esta vocación y por esta misión. Abre nuestros corazones a las inmensas perspectivas del Reino de Dios y del anuncio del Evangelio a toda criatura. Virgen valiente, inspira en nosotros fortaleza de ánimo y confianza en Dios, para que sepamos superar los obstáculos que encontremos en el cumplimiento de nuestra misión. Enséñanos a tratar las realidades del mundo con un vivo sentido de responsabilidad cristiana y en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Dios. Tú, que junto a los apóstoles has estado en oración en el cenáculo esperando la venida del Espíritu de Pentecostés, invoca su renovada efusión sobre todos los fieles laicos, para que correspondan plenamente a su vocación y misión, como sarmientos de la verdadera vid, llamados a dar mucho fruto para la vida del mundo. Virgen Madre, guíanos y mantennos para que vivamos siempre como auténticos hijos de la Iglesia de tu Hijo y podamos contribuir a establecer sobre la tierra la civilización de la verdad y del amor, según el deseo de Dios y para su gloria. Amén.
CONTEMPLATIO Hermanos y amigos muy queridos: caed en la cuenta de que Dios, al principio de los tiempos, creó el cielo y la tierra y todo lo que existe. Meditad también por qué y para qué creó al hombre a su imagen y semejanza. Si en este valle de lágrimas no reconociéramos al Señor como creador, de nada nos serviría haber nacido ni seguir viviendo. Por la gracia de Dios hemos venido a este mundo y también por su gracia hemos recibido el bautismo y hemos entrado a formar parte de la Iglesia. Convertidos así en discípulos del Señor, llevamos un nombre glorioso. Pero de qué nos serviría un nombre tan excelso si no correspondiera a la realidad? Si así fuera, no tendría sentido haber venido a este mundo y formar parte de la Iglesia; peor aún, esto equivaldría a traicionar al Señor y su gracia. Mejor sería no haber nacido que recibir la gracia del Señor y pecar contra él (de la última exhortación de san Andrés Kim).
ACTIO Recuerda el día de tu bautismo. Busca la fecha o alguna foto, si existe. Después, respóndete a esta pregunta: Qué he hecho yo de mi bautismo?
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL "Jesús, nuestro Señor, al bajar a este mundo, soportó innumerables padecimientos; con su pasión fundó la Iglesia y la hace crecer con los sufrimientos de los fieles. Por más que los poderes del mundo la opriman y la ataquen, nunca podrán derrotarla. Después de la ascensión de Jesús, desde el tiempo de los apóstoles hasta hoy, la Iglesia santa va creciendo por todas las partes en medio de tribulaciones. También ahora, durante cincuenta o sesenta años, desde que la santa Iglesia penetró en nuestra Corea, los fieles han sufrido persecución, y aún hoy mismo la persecución se recrudece, de tal manera que muchos compañeros en la fe -entre ellos yo mismo- están encarcelados, como también vosotros os halláis en plena tribulación. Si todos formamos un solo cuerpo, cómo no sentiremos una profunda tristeza? Cómo dejaremos de experimentar el dolor, tan humano, de la separación? No obstante, como dice la Escritura, Dios se preocupa del más pequeño cabello de nuestra cabeza y, con su omnisciencia, lo cuida. Cómo, por tanto, esta gran persecución podría ser considerada de otro modo que como una decisión del Señor o como un premio o castigo suyo? Buscad, pues, la voluntad de Dios y luchad de todo corazón por Jesús, el jefe celestial, y venced al demonio de este mundo, que ha sido ya vencido por Cristo. No olvidéis el amor fraterno, sino ayudaos mutuamente... Aquí estamos veinte... Si alguno es ejecutado, os ruego que no os olvidéis de su familia... Está ya cerca el combate definitivo. Os ruego que os mantengáis en la fidelidad, para que, finalmente, nos congratulemos juntos en el cielo. Recibid el beso de mi amor". (Extracto de la carta de despedida de Andrés Kim.) |
Miércoles semana XXV del Tiempo ordinario
LECTIO
Primera lectura: Proverbios 30,5-9
5 Todas las palabras de Dios se cumplen, es un escudo para quienes se acogen a él.
6 No añadas nada a sus palabras, no sea que te replique y quedes como mentiroso.
7 Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera:
8 aleja de mí falsedad y mentira; no me des ni pobreza ni riqueza, dame sólo el alimento necesario.
9 No sea que, saciado, reniegue de ti y diga: "Quién es el Señor?" o que, siendo pobre, me dé al robo y profane el nombre de mi Dios.
**• El libro de los Proverbios reflexiona con una gran atención sobre la pobreza y sobre la riqueza. La oración que concluye el pasaje litúrgico de hoy constituye a este respecto un espléndido ejemplo. El ideal de la sabiduría no es la pobreza, sino el bienestar, que es una bendición de Dios. Procurárselo es un deber. Los Proverbios condenan con dureza la pereza y la holgazanería. Pero si bien es verdad que el bienestar es una bendición, eso no significa que el pobre sea un maldito o alguien castigado. Las recomendaciones en su favor son numerosas, y están diseminadas por todas las secciones del libro. Ayudar a los pobres es uno de los deberes principales. Sin olvidar, a renglón seguido, que la felicidad no está sólo en la riqueza, sino en una riqueza acompañada del temor de Dios, de la justicia y de la concordia: "Más vale poco con temor del Señor que un gran tesoro con preocupación" (15,16).
Por último, la sabiduría de los Proverbios advierte que el excesivo bienestar no está exento de grandes peligros morales, como el de creerse autosuficiente, sin sentir necesidad de Dios (v. 9). La riqueza material se transforma fácilmente en riqueza de espíritu. La posición del sabio es, por eso, la que se lee precisamente en la conclusión de nuestro pasaje: ni la miseria que conduce a la rebelión contra el Señor, ni la excesiva riqueza que conduce a olvidarlo.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor
Salmo
118,29.72.89.101.104.163
Apártame
del camino falso,
y
dame la gracia de tu voluntad.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Más
estimo yo los preceptos de tu boca
que
miles de monedas de oro y plata.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Tu
palabra, Señor, es eterna,
más
estable que el cielo.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Aparto
mi pie de toda senda mala,
para
guardar tu palabra.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Considero
tus decretos,
y
odio el camino de la mentira.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Detesto
y aborrezco la mentira,
y
amo tu voluntad.
R/.
Lámpara
es tu palabra para mis pasos, Señor
Evangelio: Lucas 9,1-6
En aquel tiempo,
1 Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades.
2 Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos.
3 Y les dijo: -No llevéis para el camino ni bastón ni alforjas, ni pan ni dinero, ni tengáis dos túnicas.
4 Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar.
5 Y donde no os reciban, marchaos y sacudid el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos.
6 Ellos se marcharon y fueron recorriendo las aldeas, anunciando el Evangelio y curando por todas partes.
**• Predicar la conversión, expulsar toda clase de demonios y curar a los enfermos son las tres tareas del discípulo misionero (w. lss). Son las mismas cosas que hizo Jesús. Las consignas de Jesús son tres. En primer lugar, una orden: el misionero ha de llevar sólo lo estrictamente indispensable, nada más (v. 3). Se trata de una invitación a la pobreza entendida como libertad (dejar todo para seguirle) y fe (el mismo Señor proveerá a sus discípulos). Viene, a continuación, una norma de sentido común: el discípulo itinerante no ha de ir de una casa a otra; ha de elegir una casa digna y hospitalaria, y quedarse en ella el tiempo necesario (v. 4).
Por último, una sugerencia sobre cómo comportarse en caso de rechazo. El rechazo, en efecto, está previsto: al discípulo se le ha confiado una tarea, pero no se le garantiza el éxito. Frente al rechazo ha de comportarse como Jesús: si lo rechazan en un sitio ha de irse a otra parte (v. 5). "Sacudirse el polvo" es un gesto de juicio, no de maldición: pretende subrayar la gravedad del rechazo, la ocasión malgastada.
MEDITATIO
Afortunados los Doce, que tenían "poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades". Y cómo es que nosotros carecemos de poder y de autoridad? Puede deberse a que llevamos con nosotros muchas cosas? No irá ligada la entrega de tu poder, Señor, a la ausencia de todas esas muchas cosas en las que nos apoyamos? Pero es que acaso no son necesarias estas cosas? Hasta dónde llega la confianza en Dios y empieza el compromiso personal? Se trata de cuestiones que nos dejan pensativos y que parecen sin respuesta, salvo la venida de una oleada suplementaria del Espíritu Santo.
Una cosa es segura: el oficio de apóstol no es en absoluto fácil, expuesto como está a todos los vientos de las modas y a todas las tentaciones. Si carecemos de poderes, resulta fácil crearnos algunos suplementarios y refugiarnos en sucedáneos. Si la acción apostólica es "poderosa", resulta fácil autocomplacerse, como si todo procediera de nosotros.
No es fácil ser siervo y nada más que siervo. No es fácil no deprimirse con los fracasos y no exaltarse con los éxitos. Tal vez resida la debilidad en un arraigado individualismo, por el que sólo lo que hago yo está bien y sólo lo que pienso yo es justo. Y si contáramos con una comunidad con la que confrontarnos, con la que crecer para apoyarnos, con la que valorar el carácter evangélico de nuestra acción, no de una manera abstracta, sino en el orden concreto de la vida cotidiana?
ORATIO
Mira, Señor, cómo nosotros, tus discípulos, nos sentimos desarmados frente a este mundo. Nos sentimos casi perdidos, no sabemos a veces por dónde empezar y a menudo no se nos toma en serio, en particular cuando decimos tus palabras. El rebaño se restringe, los jóvenes rara vez demuestran comprendernos y, seguramente, a nosotros nos cuesta trabajo comprenderles.
No permitas que perdamos la confianza en tu poder. Danos el don del discernimiento para que podamos llevar a cabo un serio examen de conciencia, para que podamos ver lo que es preciso dejar de lado (los excesivos bastones, las excesivas alforjas, el demasiado pan, el demasiado dinero, las demasiadas túnicas), porque impide el despliegue de tu acción.
Estamos, en efecto, Señor, un poco confusos. A veces nos da la impresión de haber entrado en un callejón sin salida. Danos tu luz para ver lo que hemos de hacer. Y haznos comprender que tenemos necesidad de mucho, mucho valor, para hacer lo que es preciso hacer. No nos dejes caer en nuestra rastrera y silenciosa decepción, ni nos dejes en la tentación de la espectacularidad, del ir detrás del mundo, que todo lo apoya en el aparecer y en la capacidad de imponerse. Sabemos que algunos hacen carrera de este modo. Tú ilumínanos y sálvanos.
CONTEMPLATIO
Para demostrar que no es la sabiduría humana, sino su propio poder el que convierte al mundo, eligió Dios como predicadores suyos a hombres incultos, y lo mismo ha hecho en Inglaterra, realizando obras grandes por medio de instrumentos débiles. Ante este don divino hay, hermano carísimo, mucho de qué alegrarse y mucho de qué temer.
Sé bien que el Dios todopoderoso, por tu amor, ha realizado grandes milagros entre esta gente que ha querido hacerse suya. Por ello, es preciso que este don del cielo sea para ti al mismo tiempo causa de gozo en el temor y de temor en el gozo. De gozo, ciertamente, pues ves cómo el alma de los ingleses es atraída a la gracia interior por obra de los milagros exteriores; de temor, también, para que tu debilidad no caiga en el orgullo al ver los milagros que se producen, y no vaya a suceder que, mientras se te rinde un honor externo, la vanagloria te pierda en tu interior (Gregorio Magno, Carta a Agustín de Canterbury, Libro 9, 36).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "No llevéis nada para el camino" (Lc 9,3).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
Aquí reside el misterio del ministerio: que precisamente nosotros, que somos pecadores, enfermos, vulnerables, necesitados de que se interesen por nosotros, precisamente nosotros, hemos sido elegidos para transmitir, mediante ese amor nuestro tan limitado y condicionado, el amor ilimitado e incondicionado de Dios. Porque el verdadero ministerio debe ser recíproco. Cuando los miembros de una comunidad de fe no pueden conocer y amar de verdad a su pastor, el oficio mismo de pastor se convierte muy pronto en un modo solapado de ejercer el poder sobre los otros, y empieza a manifestarse autoritario y dictatorial.
El mundo en el que vivimos -un mundo de eficiencia y control no tiene ningún modelo que ofrecer a quien desee hacer de pastor como lo hizo Jesús. Hasta las llamadas "profesiones asistenciales " se han visto secularizadas de un modo tan radical que la reciprocidad sólo puede ser considerada como una debilidad y una forma de confusión de roles. El liderato del que habla Jesús es de una modalidad radicalmente diferente de la que ofrece el mundo. Es un liderato de servicio, en el que el líder es un siervo vulnerable, que necesita a los otros no menos de lo que los otros le necesitan a él. Por consiguiente, en la Iglesia de mañana, habrá necesidad de un tipo completamente nuevo de liderato, no modelado sobre los juegos de poder, sino sobre Jesús, líder-siervo venido a dar la vida por la salvación de muchos (H. J. M. Nouwen, Nel nome di Gesü, Brescia 31997, pp. 44ss [edición española: En el nombre de Jesús, Promoción Popular Cristiana, Madrid 1997]).
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