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LECTIO DIVINA SEPTIEMBRE DE 2024

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El cántico de alabanza que resuena eternamente en las moradas celestiales y que Jesucristo, sumo Sacerdote, introdujo en este destierro ha sido continuado fiel y constantemente por la Iglesia situando a Dios como centro de nuestra vida durante todas las horas del día -Liturgia de las horas- y todos los días del año -Lectio Divina-

Día 1

Domingo XXII del tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: Deuteronomio 4,1-2.6-8

Moisés habló al pueblo y dijo:

1 Y ahora, Israel, escucha las leyes y los preceptos que os enseño a practicar para que viváis y entréis en posesión de la tierra que os da el Señor, Dios de vuestros antepasados.

2 No añadiréis nada a lo que yo os mando ni quitaréis nada, sino que guardaréis los mandamientos del Señor, vuestro Dios, que yo os prescribo.

6 Guardadlos y ponedlos en práctica; eso os hará sabios y sensatos ante los demás pueblos, que al oír todas estas leyes dirán: "Esta gran nación es ciertamente un pueblo sabio y sensato".

7 Y en efecto, qué nación hay tan grande que tenga dioses tan cercanos a ella, como lo está el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

8 Y qué nación hay tan grande que tenga leyes y preceptos tan justos como esta ley que yo os promulgo hoy?

 

        **• El fragmento está tomado del libro del Deuteronomio, cuyos autores se encuentran entre los miembros de los círculos levíticos, atentos a la historia y perspicaces custodios de la tradición religiosa y cultural, próximos al profetismo y conscientes de los peligros que amenazan al pueblo, marcado por desequilibrios sociales y olvidado de los compromisos de la alianza. El libro se presenta como la colección de tres grandes discursos pronunciados por Moisés la víspera de su muerte y de la entrada de Israel en la tierra prometida. El propósito de los autores es recordar a sus contemporáneos la historia de la elección y de la alianza que le une a YHWH: si la fidelidad a ella es prenda de vida (cf. Dt 4,1), la infidelidad -en la que están viviendo- lo es de muerte.

        Nuestro pasaje se sitúa, en el libro, inmediatamente después de la reevocación de las etapas del viaje por el desierto. La primera palabra: "Escucha", es una palabra clave en todo el Deuteronomio y, en cierto sentido, en toda la piedad judía. "Escucha, Israel..." (Dt 6,4) recita el comienzo de la profesión de fe repetida a diario por el israelita piadoso. Israel ha sido llamado, en virtud de la elección divina, a escuchar la ley que YHWH le da y a ponerla en práctica, sin alterarla (v. 2). Como efecto de la obediencia, Israel vivirá y tendrá fama entre los otros pueblos. Se distinguirá de ellos y eso será motivo de gloria: será reconocido como "pueblo sabio y sensato" (v. 6), cuyas leyes y normas son justas (v. 8). Más todavía, la fidelidad a la alianza, manifestada en la observancia de la Ley, hará evidente la proximidad de Dios a su pueblo (v. 7): una realidad impensable para el hombre, fuente de estupor y de gratitud (cf. Sal 34,19; 46; 145,18).



Salmo responsorial
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

Salmo 14, 2-3a. 3bc-4ab. 5

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.



Segunda lectura: Santiago 1,17-18.21b-22.27

Hermanos míos queridísimos:

17 Toda dádiva buena, todo don perfecto, viene de arriba, del Padre de las luces, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.

18 Por su libre voluntad nos engendró, mediante la Palabra de la verdad, para que seamos los primeros frutos entre sus criaturas. Acoged con mansedumbre la Palabra que, injertada en vosotros, tiene poder para salvaros.

22 Poned, pues, en práctica la Palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos.

27 La religiosidad auténtica y sin tacha a los ojos de Dios Padre consiste en socorrer a huérfanos y viudas en su tribulación y en mantenerse incontaminado del mundo.

 

        **• Este domingo empezamos a leer algunos fragmentos de la carta de Santiago. La atribución de este texto inspirado es objeto de controversia. Los exégetas parecen estar de acuerdo en considerar que el autor puso el escrito bajo el nombre de Santiago, "hermano del Señor" y primer responsable de la comunidad de Jerusalén (cf. Hch 12,17; 15,13ss; Gal 1,19), para conferirle autoridad. Es posible que hubiera recogido en él palabras o contenidos que procedían efectivamente de Santiago.

        El pasaje que hemos leído se compone de diferentes versículos cuyo punto de convergencia es la "la Palabra de la verdad". Por medio de la Palabra, Dios Padre engendró a los cristianos (v. 18) no sólo en el acto creador, sino -tal como aquí se entiende- en el momento del renacimiento en el bautismo. Éste es por excelencia el don que nos ha otorgado el Padre, el cual no cambia, ni en sí mismo ni en su libre obrar (v. 17). Él ha hecho a los cristianos hijos suyos y ellos son los primeros entre todas las criaturas que experimentan ya esa vida nueva (v. 18b), que rebosará cuando se consume la bienaventuranza eterna.

        Santiago sabe que la Palabra de Dios, que revela la verdad sobre Dios y sobre el hombre, tiene una fuerza intrínseca, pero sólo da fruto en plenitud con la colaboración del creyente. Es menester que la Palabra encuentre sitio en el corazón del hombre, un corazón que esté disponible para escucharla y ponerla en práctica, exento de espíritu de polémica. Entonces se convierte en portadora de salvación; sin embargo, si la Palabra es escuchada pero no acogida, entonces se alimenta en el hombre una falsa relación con Dios que crea la ilusión de lo contrario (vv. 21b-22).

        Está muy claro -afirma el autor sagrado- en qué consiste la auténtica manifestación de la fe: en cuidar de todos los que están desamparados, indefensos, oprimidos, en no seguir la mentalidad mundana ni sus pseudovalores. Contra la tentación, que acecha al creyente de todos los tiempos, de separar el culto y el estilo de vida (cf. Is 1,11-15; Am 5,21-24), la carta de Santiago "traduce " con términos prácticos e inequívocos el perenne dicho del Señor: "El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica es como aquel hombre sensato que edificó su casa sobre roca. [...] Sin embargo, el que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica es como aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena" (Mt 7,24ss).

 

Evangelio: Marcos 7,1 -8a. 14-15.21-23

En aquel tiempo,

1 los fariseos y algunos maestros de la Ley procedentes de Jerusalén se acercaron a Jesús

2 y observaron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavárselas

3 -es de saber que los fariseos y los judíos en general no comen sin antes haberse lavado las manos meticulosamente, aferrándose a la tradición de sus antepasados;

4 y al volver de la plaza, si no se lavan, no comen, y observan por tradición otras muchas costumbres, como la purificación de vasos, jarros y bandejas-.

5 Así que los fariseos y los maestros de la Ley le preguntaron: -Por qué tus discípulos no proceden conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?

6 Jesús les contestó: -Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito:

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

 En vano me dan culto, enseñando doctrinas que son preceptos humanos.

8 Vosotros dejáis a un lado el mandamiento de Dios y os aferrais a la tradición de los hombres.

14 Y llamando de nuevo a la gente, les dijo: -Escuchadme todos y entended esto:

15 Nada de lo que entra en el hombre puede mancharlo. Lo que sale de dentro es lo que contamina al hombre.

21 Porque es de dentro, del corazón de los hombres, de donde salen los malos pensamientos, fornicaciones, robos, homicidios,

22 adulterios, codicias, perversidades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, soberbia e insensatez.

23 Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre.

 

        **• El capítulo 7 del evangelio de Marcos recoge una enseñanza de importancia capital, una enseñanza que por sí misma constituye una de las cumbres de la historia religiosa de todos los tiempos. El pasaje que hemos leído toma como punto de partida la pregunta que le hacen a Jesús los fariseos y los maestros de la Ley –las personas calificadas del ambiente religioso y cultural de aquel tiempo- relacionada con el uso judío de las abluciones. A la ley mosaica sobre la pureza ritual (cf. vv. 3ss; Lv 11-15; Dt 14,3-21) habían ido añadiéndose cada vez más prescripciones, que, transmitidas oralmente, eran consideradas vinculantes, con la misma fuerza que la ley escrita y, como ésta, reveladas por YHWH. A Jesús se le interroga sobre la inobservancia de tales prescripciones ("la tradición de los antepasados": v. 5) por parte de sus discípulos. Jesús no responde directamente, sino que, citando Is 29,13, saca a la luz lo falso y vacío que es el modo de obrar de los fariseos: su culto es sólo formal, dado que a la exterioridad de los ritos y de la observancia de la Ley no le corresponden el sentimiento interior y la práctica de vida coherente. La tradición de los hombres acaba así por sobreponerse y cubrir el mandamiento de Dios (v. 8).

        En los vv. 14ss se afirma el criterio básico de la moral universal, introducido por la invitación: "Escuchadme todos". Todas las cosas creadas son buenas, según el proyecto del Creador (cf. Gn 1), y, por consiguiente, no pueden ser impuras ni volver impuro a nadie. Lo que puede contaminar al hombre, haciéndole incapaz de vivir la relación con Dios, es su pecado, que radica en el corazón. El corazón del hombre, por tanto, es el centro vital y el centro de las decisiones de la persona humana, del que depende la bondad o la maldad de las acciones, palabras, decisiones. No corresponde a la voluntad de Dios ni se está en comunión con él multiplicando la observancia formal de leyes con una rigidez escrupulosa, sino purificando el corazón, iluminando la conciencia de manera que las acciones que llevemos a cabo manifiesten la adhesión al mandamiento de Dios, que es el amor.

 

MEDITATIO

        La Palabra que hemos escuchado hoy nos invita a mirar en nuestro corazón con sinceridad. Qué es lo que lo ocupa? Por qué se afana? Son preguntas que liquidamos con excesiva facilidad porque "tenemos muchas cosas que hacer".

        La Palabra de Dios pide ser escuchada con el corazón, pide un espacio, pide un poco de tiempo. Nuestro obrar, en verdad, no es especialmente cuestión de brazos o de mente, sino de corazón. Es el corazón el que anima lo que decimos, hacemos, decidimos. El corazón es la sede de la conversión, de la decisión fundamental de acoger la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Y la Palabra de Dios, cuando habita en el corazón, lo cura, lo libera de los sentimientos egoístas, de la rivalidad, del desinterés por el otro: sentimientos que nos impiden experimentar la realidad más grande y determinante: el Señor está cerca. La Palabra de Dios, si le dejamos sitio en nuestro corazón, nos enseña a invocar al Señor y a ver al prójimo. Nos hace conscientes de que estamos bautizados y nos da la fuerza necesaria para vivir de manera coherente.

        Nos hace comprender cómo hemos de obedecer a la ley de Dios, la ley definitiva del amor, ese amor con el que Jesús fue el primero en amarnos.

 

ORATIO

        Venimos a ti, Señor, con el corazón que tenemos, repleto de sentimientos que nos esforzamos en reconocer y purificar a la luz de tu Palabra. No somos gente que te sea extraña: somos tus hijos, somos miembros del cuerpo de Cristo en virtud del bautismo que hemos recibido, formamos parte de tu Iglesia; sin embargo, cuántas veces estamos lejos de ti con el corazón y no nos damos cuenta de que tú estás siempre cerca de nosotros, tú, el único de quien tenemos una atormentadora necesidad.

        Repítenos una vez más que no te encontraremos multiplicando prácticas religiosas, sino abriendo el corazón a tu Palabra, orientando la vida según lo que te agrada, preocupándonos del hermano y de la hermana. Repítenos que el amor -y sólo el amor- nos hace puros. Y nosotros, acogiendo tu don, renovados en la mente y en el corazón, te diremos: "Tú eres nuestro Señor".

 

CONTEMPLATIO

        Es el corazón el que engendra tanto los pensamientos buenos como los que no lo son, pero no es porque produzca por su propia naturaleza conceptos que no son buenos, que provienen del recuerdo del mal cometido una sola vez a causa del primer engaño, un recuerdo que se ha convertido ahora casi en habitual. También parecen proceder del corazón los pensamientos que, de hecho, son sembrados en el alma por los demonios; por lo demás, los hacemos efectivamente nuestros cuando nos complacemos en ellos voluntariamente. Eso es lo que el Señor censura.

        La gracia esconde su presencia en los bautizados mientras espera que el alma una a ella su propósito. Es voluntad [de Dios] que nuestro libre albedrío no esté ligado por completo al vínculo de la gracia, ya sea porque el pecado no ha sido derrotado nunca, sino después de luchar, ya sea porque el hombre debe progresar siempre en la experiencia espiritual (Diadoco de Foticé, Cento considerazioni sulla fede, Roma 1978, pp. 92-95, passim [edición española: Obras completas, Ciudad Nueva, Madrid 1999; también existe edición catalana en Claret, Barcelona 1981]).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Tú estás junto a nosotros, Señor, Dios nuestro, cada vez que te invocamos" (cf. Dt 4,7).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

        La lucha espiritual es un movimiento esencial de la vida espiritual cristiana. Se trata de una lucha interior, no dirigida contra seres exteriores a uno mismo, sino contra las tentaciones, los pensamientos, las sugestiones y las dinámicas que llevan a la consumación del mal. Pablo, sirviéndose de imágenes bélicas y deportivas (la carrera, el boxeo), habla de la vida cristiana como de un esfuerzo, de una tensión interior por permanecer en la fidelidad a Cristo, que implica desenmascarar las dinámicas a través de las cuales se abre camino el pecado en el corazón del hombre, para poder combatirlo en el mismo momento en que surge. El lugar de esta batalla es, en efecto, el corazón. Vigilancia y atención son la "fatiga del corazón" (Barsanufio) que permite al creyente llevar a cabo su purificación: es del corazón, en efecto, de donde brotan las intenciones malvadas y es el corazón el que debe transformarse en morada de Cristo gracias a la fe.

        En este sentido, la "custodia del corazón" constituye la obra por excelencia del hombre espiritual, la única verdaderamente esencial. En esta lucha es menester ejercitarse: es preciso, en primer lugar, saber discernir nuestras propias tendencias pecaminosas, nuestras propias debilidades, las tendencias negativas que nos marcan de un modo particular; en consecuencia, Tiernos de llamarlas por su nombre, asumirlas y no removerlas y, por último, sumergirnos en la larga y fatigosa lucha dirigida a hacer reinar en nosotros la Palabra y la voluntad de Dios.

        El órgano de esta lucha es el corazón, entendido en sentido bíblico como órgano de la decisión y de la voluntad, no sólo de los sentimientos. La capacidad de lucha espiritual, el aprendizaje del arte de la lucha (Sal 144,1; 18,35), resulta esencial para la acogida de la Palabra de Dios en el corazón humano. Los expertos en la vida espiritual saben que esta lucha es más dura que todas las luchas externas, pero conocen asimismo el fruto de la pacificación, de la libertad, de la docilidad y de la caridad que produce (E. Bianchi, Le parole della spiritualitá, Milán 1999).

 

 

Día 2

Lunes de la semana XXII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 2,1-5

1 En lo que a mí toca, hermanos, cuando vine a vuestra ciudad para anunciaros el designio de Dios, no lo hice con alardes de elocuencia o de sabiduría.

2 Pues nunca entre vosotros me he preciado de conocer otra cosa sino a Jesucristo, y a éste crucificado.

3 Me presenté ante vosotros débil, asustado y temblando de miedo.

4 Mi palabra y mi predicación no consistieron en sabios y persuasivos discursos; fue más bien una demostración del poder del Espíritu,

5 para que vuestra fe se fundara no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

 

**• Frente a una comunidad que amenaza con profanar la pureza de la fe cristiana con algunos principios de la mentalidad grecopagana, Pablo siente el deber de tener que llamar la atención de todos sobre el acontecimiento central del cristianismo: el misterio pascual de Cristo, el Señor.  En sustancia, son tres los pensamientos que remacha:

"Sólo Jesucristo, y éste crucificado" (y. 2) constituye el acontecimiento histórico que hemos de creer para llegar a la salvación. La mediación histórica que hemos de acoger consiste en la predicación, y ésta se caracteriza por su debilidad humana ("Me presenté ante vosotros débil, asustado y temblando de miedo": v. 3) y no por la prepotente demagogia de ciertos predicadores de otros caminos de salvación. Por último, es la fe, como acogida de la Palabra de la cruz, la que revela el poder del Dios que salva. La vida cristiana no conoce otras características, y el apóstol interviene con todo el peso de su autoridad para reconducir a los cristianos de Corinto al camino recto, aunque esto entrañe fatiga a causa del deber de abandonar determinadas prácticas que son contrarias al carácter específico de la fe en Cristo.

Estos tres acontecimientos -Cristo crucificado, la predicación apostólica y la fe- mantienen entre sí un orden jerárquico: Pablo es muy consciente de ello, y lo experimentó personalmente en el camino de Damasco el día de su conversión. Sin embargo, desde el punto de vista histórico, el mensaje de Cristo crucificado llega a los potenciales creyentes por medio de la predicación apostólica, que se concentra y se agota en la proposición del mensaje pascual de Cristo muerto y resucitado.

Es precisamente en este momento providencial cuando, según Pablo, se manifiesta y se vuelve eficaz la "demostración del poder del Espíritu" (v. 4), que invade tanto al que evangeliza como a los que son evangelizados.

 

Salmo Responsorial

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Salmo 118,97.98.99.100.101.102


¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día estoy meditando.
R/.
!Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña.
R/.
!Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
R/.
!Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes.
R/.
!Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra.
R/. !Cuánto amo tu voluntad, Señor!

No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.
R/. !Cuánto amo tu voluntad, Señor!

 

 

Evangelio: Lucas 4,16-30

En aquel tiempo, Jesús

16 llegó a Nazaret, donde se había criado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se levantó para hacer la lectura.

17 Le entregaron el libro del profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje donde está escrito:

18 El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos

19 y a proclamar un año de gracia del Señor.

20 Después enrolló el libro, se lo dio al ayudante y se sentó. Todos los que estaban en la sinagoga tenían sus ojos clavados en él.

21 Y comenzó a decirles: -Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar.

22 Todos asentían y se admiraban de las palabras de gracia que acababa de pronunciar. Comentaban: -No es éste el hijo de José?

23 Él les dijo: -Seguramente me recordaréis el proverbio: "Médico, cúrate a ti mismo. Lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún, hazlo también aquí, en tu pueblo".

24 Y añadió: -La verdad es que ningún profeta es bien acogido en su tierra.

25 Os aseguro que muchas viudas había en Israel en tiempo de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país;

26 sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en la región de Sidón.

27 Y muchos leprosos había en Israel cuando el profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino únicamente Naamán el sirio.

28 Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación; 29 se levantaron, le echaron fuera de la ciudad y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que se asentaba su ciudad, con ánimo de despeñarlo.

30 Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.

 

*•• La predicación de Jesús en Nazaret empieza con un rito: entra en la sinagoga, se levanta a leer, le entregan el libro y al abrirlo encuentra el pasaje... (w. 16ss). El momento es muy solemne y Lucas lo subraya con vigor: es una característica que se puede detectar con bastante facilidad en todo el relato. La página profética es proclamada por el mismo Jesús, que no tarda en dar la interpretación de la misma: ".Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar" (v. 11).

Jesús es verdadero profeta, incluso el profeta escatológico (cf. Le 16,16), porque la profecía que proclama se cumple en su predicación, en sus gestos, en su persona. Por eso su tiempo es un kairós -un tiempo providencial para cualquiera que se abra mediante la escucha a la acogida del mensaje que salva. Y es la presencia de Jesús en persona la que justifica el valor de este "hoy" (v. 21). Lucas registra también la reacción de los presentes: en parte, positivamente estupefactos por las cosas que decía y por el modo como las decía ("palabras de gracia ": v. 22); en parte, negativamente impresionados y, por eso, críticos respecto al mismo Jesús (w. 28ss). Como siempre, la reacción a la propuesta de salvación es de signo doble y contrario.

Encontramos, a continuación, una larga sección polémica: Jesús intuye que el ánimo de los presentes está, por lo general, indispuesto respecto a su predicación y presenta dos proverbios -el del médico y el del profeta (w. 23.24)- que dejan entender con claridad lo que Jesús quiere decir. Las dos referencias bíblicas a las viudas de los tiempos de Elías y a los leprosos del tiempo de Eliseo (w. 25-27) tienen también el objetivo polémico de desmantelar las disposiciones interiores de los presentes. Nada tiene de extraño, por consiguiente, que, al final, Jesús sea objeto de una reticencia común y del rechazo más ciego.

 

MEDITATIO

Tanto Pablo como Lucas tocan en esta liturgia de la Palabra el tema de la predicación. Este se sitúa en el comienzo del camino de la fe, que por su propia naturaleza lleva a la salvación. Es ésta una ocasión propicia para detenernos en el valor teológico de la predicación, entendida como acto litúrgico que, en cuanto tal, participa de la economía sacramental. Esta última, en efecto, nos viene dada a través de los signos litúrgicos -y entre ellos hemos de enumerar, a buen seguro, la predicación-, los cuales "realizan lo que significan".

La predicación es antes que nada un acontecimiento de gracia: como los habitantes de Corinto, como los contemporáneos de Elías y de Eliseo y como los contemporáneos de Jesús, también nosotros nos encontramos situados no ante un acontecimiento puramente humano, aunque en ocasiones sea digno de admiración, sino ante un gesto que, aunque sea en medio de la debilidad, es portador de un mensaje ajeno -el de Dios- y de una gracia que viene de lo alto. La predicación cristiana se vale de las profecías veterotestamentarias, pero se sitúa en el presente histórico: "Hoy se ha cumplido el pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar". La referencia a los tiempos pasados no es, obviamente, un alarde de cultura, sino más bien memoria actualizadora de algunas profecías que contienen una promesa divina. De modo similar, la referencia al presente histórico no es violencia a la libertad de los individuos, sino más bien una invitación autorizada a no prescindir, por pereza o por ligereza, de la Palabra de Dios. Por último, la predicación apostólica se encuentra en el comienzo de un itinerario de fe que Pablo, entre otros, se encarga de trazar también en los dos primeros capítulos de su primera carta a los cristianos de Tesalónica.

Quien tenga la paciencia de leerlos encontrará en ellos un esbozo bastante completo de la "teología de la predicación". De todos modos, aconsejamos sopesar todo esto con lo que escribe Pablo en 1 Tes 2,13: "Por todo ello, no cesamos de dar gracias a Dios, pues al recibir la Palabra de Dios que os anunciamos, la abrazasteis no como palabra de hombre, sino como lo que es en realidad, como Palabra de Dios, que sigue actuando en vosotros los creyentes".

 

ORATIO

Señor Jesús, hablaste ayer, pero, sordos a tu mensaje de salvación, "todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de indignación". Sigues hablando hoy para proclamar de nuevo el amor del Padre que nos libera de toda opresión, pero pocos te escuchan y te aceptan. Hablarás mañana y tu anuncio seguirá siendo de nuevo incómodo y muchos intentarán alejarte. Por qué? Tu Palabra, Señor, sólo encuentra morada en un corazón abierto al Espíritu y a la sorprendente novedad de tu Evangelio: al que anuncia le es indispensable hacerse un corazón impregnado de verdad, libre de miedos, de objetivos personales, de presiones inútiles; estar preocupado únicamente por hacer conocer al Padre y su amor ilimitado por la humanidad; al que escucha le es indispensable tener un corazón deseoso de conocer al Señor que pasa y le invita. Tu Palabra, Señor, tiene siempre en sí misma el poder de sanar y de curar: con tal de que sea acogida libremente, nos transforma por dentro y obra maravillas.

 

CONTEMPLATIO

Os dais cuenta, hermanos, de lo peligroso que puede resultar callarse? El malvado muere, y muere con razón; muere en su pecado y en su impiedad, pero lo ha matado la negligencia del mal pastor. Pues podría haber encontrado al pastor que vive y que dice: Por mi vida, oráculo del Señor, pero como fue negligente el que recibió el encargo de amonestarlo y no lo hizo, él morirá con razón, y con razón se condenará el otro. En cambio, como dice el texto sagrado: "Si advirtieses al impío, al que yo hubiese amenazado con la muerte: Eres reo de muerte, y él no se preocupa de evitar la espada amenazadora, y viene la espada y acaba con él, él morirá en su pecado, y tú, en cambio, habrás salvado tu alma". Por eso precisamente, a nosotros nos toca no callarnos, mas vosotros, en el caso de que nos callemos, no dejéis de escuchar las palabras del Pastor en las sagradas Escrituras (san Agustín, Sermón sobre los pastores, 46,20ss, enCCL41, 546ss).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Un gran profeta ha surgido entre nosotros" (Lc 7,16).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Cuando se habla de ciencia de la cruz, no hemos de entender la palabra ciencia en el sentido habitual. No se trata de una teoría, es decir, de un simple conjunto de proposiciones verdaderas -reales o hipotéticas- ni de una construcción ideal ensamblada por el proceso lógico del pensamiento. Se trata más bien de una verdad ya admitida -una teología de la cruz-, pero que es una verdad viva, real, activa. Es sembrar en el alma como un grano de trigo, que echa raíces y crece, dando al alma una impronta especial y determinante en su conducta, hasta el punto de resultar claramente discernible en el exterior. En este sentido es en el que [...] hablamos de ciencia de la cruz. De este estilo y de esta fuerza -elementos vitales que actúan en lo más profundo del alma- brota también la concepción de la vida, la imagen que cada hombre se hace de Dios y del mundo, de modo que tales cosas puedan encontrar su expresión en una construcción intelectual, en una teoría [...]. [No obstante], sólo se llega a poseer una scientia crucis cuando experimentamos la cruz hasta el fondo. De eso estuve convencida desde el primer momento, por eso dije de corazón: Ave crux, spes única (E. Stein, Scientia crucis, Milán 1960, pp. 23ss [edición española: Ciencia de la cruz, Monte Carmelo, Burgos 1 994]).

 

 

 

Día 3

Martes de la semana XXII del Tiempo ordinario o 3 de septiembre

San Gregorio Magno

 

Fue un hombre de acción, dotado de una rica personalidad y de un carácter amable. Nació en el año 540 en el seno de la familia senatorial de los Anicii. Fue primero prefecto de Roma, después monje benedictino, representante del papa en Constantinopla y, por último, papa en unos tiempos particularmente difíciles, a saber: durante las persecuciones de los bárbaros.

Desempeñó un gran papel en la Iglesia como organizador de la vida religiosa -en particular en el aspecto litúrgico- y también como escritor. Como buen administrador, estuvo atento tanto a los asuntos sociales y políticos como a las cuestiones internas de la vida de la Iglesia universal. Tienen una importancia particular sus homilías, sus obras exegéticas, las cartas y el famoso Libro de la regla pastoral. Es uno de los cuatro grandes doctores de la Iglesia occidental, por haber prestado una particular atención al hablar y escribir sobre el misterio de la Palabra de Dios. Murió en Roma en el año 604.

 

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 2,10b-16

Hermanos: el Espíritu, en efecto, lo escudriña todo, incluso las profundidades de Dios.

11 Pues quién conoce lo íntimo del hombre a no ser el mismo espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, sólo el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios.

12 En cuanto a nosotros, no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado.

13 Y de esto es de lo que hablamos no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu, adaptando lo que es espiritual a quienes poseen el Espíritu de Dios.

14 El hombre mundano no capta las cosas del Espíritu de Dios. Carecen de sentido para él y no puede entenderlas, porque sólo a la luz del Espíritu pueden ser discernidas.

15 Por el contrario, quien posee el Espíritu lo discierne todo y no depende del juicio de nadie.

16 Porque quién conoce el pensamiento del Señor para poder darle lecciones? Nosotros, sin embargo, poseemos el modo de pensar de Cristo.

 

**• Pablo, queriendo profundizar en su propio pensamiento, afirma que ninguna persona, contando sólo con sus propias fuerzas, puede conocer a Dios, ni tampoco el misterio de la salvación que quiere entregarnos a todos.

Todo es gracia, y sólo por gracia podemos participar nosotros en la salvación. Esto es posible porque tenemos la revelación del Padre; es más, por medio de Cristo podemos decir que conocemos en cierto modo hasta los secretos de Dios, y nuestro lenguaje, apoyado por el Espíritu Santo, consigue balbucear algo verdadero y auténtico de lo que se refiere a la vida de Dios. Ahora bien, nosotros hemos recibido también el Espíritu que viene de Dios, es decir, el don de Dios por excelencia, del que nos viene el don de la sabiduría. De este modo entramos en sintonía con el mensaje revelado; más aún, se establece una simpatía entre nosotros y todo lo que nos es comunicado. Quien no acoge este don no lo saborea a fondo y no puede comprender el misterio, los secretos de Dios, sino que queda escandalizado. Lo que debería ser sabiduría se convierte para ellos simplemente en locura.

Por último, nosotros poseemos también "el modo de pensar de Cristo" (v. 16), a saber, estamos iluminados por la luz del Evangelio sobre lo que complace a Dios simplemente porque es verdadero, justamente porque se ha realizado en Cristo Jesús: en su vida terrena y de modo señalado en su muerte y resurrección. Poseer el modo de pensar de Cristo es una expresión cargada de significado apocalíptico, es decir, revelador, y no debe ser entendida en una acepción básicamente ética.

 

Salmo Responsorial

El Señor es justo en todos sus caminos

Salmo 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14


El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
R/.
El Señor es justo en todos sus caminos

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.
R/. El Señor es justo en todos sus caminos

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
R/.
El Señor es justo en todos sus caminos

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
R/. El Señor es justo en todos sus caminos

 

 

Evangelio: Lucas 4,31-37

En aquel tiempo, Jesús

31 se dirigió a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente,

32 que estaba admirada de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.

33 Había en la sinagoga un hombre poseído por un demonio inmundo, que se puso a gritar con voz potente:

34 -Qué tenemos nosotros que ver contigo, Jesús de Nazaret? Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios.

35 Jesús le increpó, diciéndole: -!Cállate y sal de ese hombre! Y el demonio, después de tirarlo por tierra en medio de todos, salió de él sin hacerle daño. 36 Todos se llenaron de asombro y se decían unos a otros: -!Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y éstos salen.

37 Y su fama se extendía por todos los lugares de la comarca.

 

**• El trayecto que separa Nazaret de Cafarnaún es relativamente corto y Jesús lo recorre con el solo objetivo de enseñar y curar. Éstos son, según Lucas, los dos modos con los que Jesús muestra la autoridad de la que está investido. La de Jesús es una palabra eficaz: realiza lo que significa. Los gestos de Jesús son terapéuticos: llevan consuelo y vida a todos los que los necesitan.

Las palabras y los gestos son el tejido conectivo de todo el Evangelio: Lucas lo afirma tanto en Lc 24,19 como en Hch 1,1. En el fragmento de hoy, que da testimonio del comienzo del ministerio público de Jesús, encontramos una confirmación más que evidente de lo que decimos. Jesús quiere ser escuchado y acogido por el hombre, por cada hombre, por todo el hombre: por eso habla a su corazón y, al mismo tiempo, cura su cuerpo. La eficacia de la Palabra de Jesús se traduce en una intervención de liberación: un pobre enfermo es liberado de un demonio inmundo. Comienza así el combate frontal entre Jesús y el demonio, algo necesario para que Jesús pueda manifestar a cada persona que él ha venido como salvador en el sentido más cabal del término, esto es, como el que redime del reino de Satanás y nos rescata para Dios y para su Reino.

Bueno será destacar, por último, dos efectos secundarios de la intervención de Jesús: de este modo suscita "asombro" (v. 36) en algunos y su fama se difunde por toda la comarca. Es posible que aquí se entienda por asombro el sentimiento de estupor y temor que le asalta a toda criatura frente a la manifestación del misterio del Dios tremendum et fascinans.

 

MEDITATIO

        La primera lectura de esta liturgia de la Palabra suscita una pregunta: qué significa en concreto la expresión "nosotros poseemos el modo de pensar de Cristo"? Vale la pena que nos detengamos en la búsqueda del sentido profundo que, ciertamente, está escondido en esta frase paulina.

A la luz de la cita veterotestamentaria de Is 40,13 es cierto que nadie puede decir que conoce el pensamiento del Señor-Dios. Nos encontramos ante esa teología apofática -que prefiere callar antes que hablar- cultivada antes y también ahora sobre todo por los místicos y los contemplativos. Ahora bien, la referencia a Is 64,3 que encontramos en 2,9 nos hace saber que Dios ha preparado (esto es, revelado), para aquellos que le aman, cosas que el ojo humano nunca vio ni el oído humano oyó jamás. Así pues, por divina benevolencia, se ha hecho posible al hombre lo que es humanamente imposible.

De este modo se abre ante nosotros una nueva vía de conocimiento. Gracias a los dones divinos que caracterizan a los tiempos de Jesús, sobre todo gracias al don del Espíritu Santo, se desentraña ante nosotros un horizonte nuevo sobre el que podemos conocer lo que complace a Dios y reconocerlo con alegría interior.

Como hijos en el Hijo, como oyentes de la Palabra, como discípulos del Evangelio, podemos decir muy bien, como Pablo, que "poseemos el modo de pensar de Cristo ": no porque lo hayamos descubierto con nuestro ingenio, sino porque lo hemos acogido con alegría. Tras la estela de Is 55,9 quizás podamos decir que los pensamientos de Cristo no son nuestros pensamientos y que nuestros caminos no son sus caminos; sin embargo, apoyados sobre el fundamento de las palabras de Pablo, podemos alimentar certezas que conocen la solidez de la roca.

 

ORATIO

Señor Jesús, tus planes son inescrutables. Tomaste a un asesino como Pablo para difundir tu nombre, elegiste a un pescador como Pedro para hacerle jefe de tu Iglesia, recurriste a una adúltera para manifestar tu misericordia.

!Oh Señor, tus caminos son misteriosos! Agustín sigue siendo un ejemplo de conversión para aquellos que están atormentados y encallados en el mal, Francisco, de libertino, se hizo promotor de la paz; Gorbachov, el comunista, se convirtió en tu instrumento para acabar con la guerra fría.

!Oh Señor, tus gestos son locuras para la sabiduría humana! Asumes la debilidad de un niño para destruir a los poderosos; pones la otra mejilla a quien te golpea y perdonas a quien te ofende; mueres para dar a todos la vida y la salvación.

!Oh Señor, eres justamente incomprensible! Sin embargo, a la luz del Espíritu también yo puedo reconocer en medio de mis muchas vicisitudes la presencia de tu amor y decir: todo es gracia.

 

CONTEMPLATIO

El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal modo que nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que manifestar. Porque así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados. Porque, con frecuencia, acontece que hay algunos prelados poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus súbditos; con ello, como lo dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que huir cuando se acerca el lobo.

Por eso, el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos, incapaces de ladrar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la brecha ni levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla, el día del Señor. Acudir a la brecha significa aquí oponerse a los grandes de este mundo, hablando con entera libertad para defender a la grey, y resistir en la batalla el día del Señor es lo mismo que luchar por amor a la justicia contra los malos que acechan.

Y qué otra cosa significa no atreverse el pastor a predicar la verdad, sino huir, volviendo la espalda, cuando se presenta el enemigo? Porque si el pastor sale en defensa de la grey es como si en realidad levantara cerco en torno a la casa de Israel. Por eso, en otro lugar, se dice al pueblo delincuente: Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas, y no te denunciaban tus culpas para cambiar tu suerte. Pues hay que tener presente que en la Escritura se da algunas veces el nombre de profeta a aquellos que, al recordar al pueblo cuan caducas son las cosas presentes, le anuncian ya las realidades futuras.

Aquellos, en cambio, a quienes la Palabra de Dios acusa de predicar cosas falsas y engañosas son los que, temiendo denunciar los pecados, halagan a los culpables con falsas seguridades y, en lugar de manifestarles sus culpas, enmudecen ante ellos.

Porque la reprensión es la llave con la que se abren semejantes postemas: ella hace que se descubran muchas culpas que desconocen a veces incluso los mismos que las cometieron. Por eso, san Pablo dice que el obispo debe ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios. Y, de manera semejante, afirma Malaquías: Labios sacerdotales han de guardar el saber, y en su boca se busca la doctrina, porque es mensajero del Señor de los ejércitos. Y también dice el Señor por boca de Isaías: Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz como una trompeta.

Quienquiera, pues, que se llega al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, para ir dando voces antes de la venida del riguroso juez que ya se acerca. Pero si el sacerdote no predica, por ventura no será semejante a un pregonero mudo? Por esta razón, el Espíritu Santo quiso asentarse, ya desde el principio, en forma de lenguas sobre los pastores; así daba a entender que de inmediato hacía predicadores de sí mismo a aquellos sobre los cuales había descendido (Gregorio Magno, Regla pastoral, II, 4).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "El buen pastor da la vida por las ovejas" (Jn 10,11).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Dios nos recomienda en todas las páginas de sus libros a sus hijos pobres, a sus hijos desheredados. Escuchemos su voz: seamos los padres, los hermanos, los hijos de estos infelices; seamos su consuelo, su refugio, su asilo, su hogar, su casa paterna.

Así seremos los padres, los hermanos, los hijos de Jesús; su consuelo, su refugio, su ayuda, su hogar, su casa. No nos inquietemos por aquellos a quienes no les falta nada, por aquellos en quienes piensan todos. Ocupémonos de aquellos a quienes les falta todo, de aquellos en quienes no piensa nadie. Seamos los amigos de aquellos que no tienen amigos. Meditemos sobre las llagas de Lázaro en vez de hacer regalos al rico, aun cuando esto sea bueno. Seamos los padres, los hermanos, los hijos de los abandonados, de los desheredados, de los miserables; seremos los padres, los hermanos, los hijos de Jesús [...].

!Cuánto debemos estimar a cada ser humano! !Cuánto debemos amar a cada ser humano! Cada uno de ellos es un hijo de Dios. Dios quiere que sus hijos se amen entre ellos. Como un padre tierno quiere que sus hijos se amen entre ellos. Amemos a cada hombre porque es hermano nuestro y porque Dios quiere que le consideremos y le amemos tiernísimamente como tal, porque es hijo de Dios amado y adorado. Porque ha costado la sangre de nuestro Señor, ha sido cubierto por su sangre como por un manto, ha sido amado por Dios y por Jesús hasta consumar por él el sacrificio del Calvario, ha sido amado por Dios hasta dar por él su Hijo, ha sido amado por Jesús en asociación, imitación, unión, conformidad perfecta con Dios y, por eso, hasta inmolarse a sí mismo por él. Amemos a este hombre al que Dios ama en todos los instantes de su vida, al que da, con una paciencia y bondad infinitas, hasta el último minuto de su existencia, los medios para vivir eternamente en el cielo tomando parte de un modo maravilloso en la heredad divina. Estimemos, amemos desde lo hondo del corazón a cada hombre con la mirada puesta en Dios, nuestro Padre común (Charles de Foucauld, Opere spirituali, Milán 1960, pp. 84-86 [edición española: Obras espirituales, Ediciones San Pablo, Madrid 1998]).

 

 

Día 4

Miércoles semana XXII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 3,1-9

1 Por mi parte, hermanos, no pude hablaros como a quienes poseen el Espíritu, sino como a gente inmadura, como a niños en Cristo.

2 Os di a beber leche y no alimento sólido porque aún no podíais asimilarlo. Tampoco ahora podéis,

3 pues seguís siendo inmaduros. Mientras haya entre vosotros envidias y discordias, no es señal de inmadurez y de que actuáis con criterios puramente humanos?

4 Pues cuando uno dice: "Yo soy de Pablo", y otro: "Yo de Apolo", no estáis procediendo demasiado a lo humano?

5 Porque, qué es Apolo y qué es Pablo? Simples servidores por medio de los cuales llegasteis a la fe; cada uno, según el don que el Señor le concedió.

6 Yo planté y Apolo regó, pero el que hizo crecer fue Dios.

7 Ahora bien, ni el que planta ni el que riega son nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta.

8 El que planta y el que riega forman un todo; cada uno, sin embargo, recibirá su recompensa conforme a su trabajo.

9 Nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros, campo que Dios cultiva, casa que Dios edifica.

 

**• La lectura comienza con una clara distinción entre "gente inmadura" y hombres que "poseen el Espíritu" (v. 1). La primera expresión, según Pablo, se refiere a personas abandonadas a sus propias fuerzas y guiadas por criterios humanos: gentes que podrían ser calificadas de personas "subdesarrolladas" desde el punto de vista espiritual, tal vez también como personas que no han experimentado todavía la plenitud de la vida. Los hombres que poseen el Espíritu son aquellos que, de una manera libre y consciente, han entrado en una nueva mentalidad, en un modo de vida que comparte la novedad de Cristo.

Cómo se manifiesta la inmadurez de algunos cristianos? En que se deleitan en crear facciones, en sembrar discordias y en esparcir envidias. Procediendo así, en vez de contribuir a edificar la comunidad, tienden a destruirla, y no sólo con los. pensamientos, que alimentan, sino también y sobre todo con las actitudes que asumen. Sin embargo, prosigue el apóstol, a todos les es posible vivir y comportarse como hombres que poseen el Espíritu", con la condición de que comprendamos bien qué es Pablo y qué es Apolo: ministros (esto es, siervos), simples colaboradores de Dios.

La iniciativa de la salvación corresponde sólo al Señor, sólo a él le pertenecen el mérito y el honor. Por consiguiente, es preciso saber y reconocer" que el protagonista -más aún, el único verdadero realizador de la salvación- es Dios. Él es quien hace crecer lo que los siervos se han limitado a plantar y a regar. Es él quien salva a todos los que, mediante la escucha de la predicación, se abren al diálogo que lleva al descubrimiento de la verdad.

También es preciso respetar el orden jerárquico entre los agentes que colaboran en la obra de la salvación: Dios está siempre en primer lugar; después, todos los demás. Por su parte, Pablo está sinceramente dispuesto a ponerse en el último lugar.

 

Salmo Responsorial

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Salmo 32,12-13.14-15.20-21


Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

 

 

Evangelio: Lucas 4,38-44

En aquel tiempo, Jesús

38 salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le rogaron que la curase.

39 Entonces Jesús, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y la calentura desapareció. La mujer se levantó inmediatamente y se puso a servirles.

40 Al ponerse el sol llevaron ante Jesús enfermos de todo tipo, y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.

41 Salían también de muchos los demonios gritando: -Tú eres el Hijo de Dios.

Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

42 Al hacerse de día, salió hacia un lugar solitario. La gente lo buscaba y, cuando lo encontraron, trataban de retenerlo para que no se alejara de ellos.

43 Él les dijo: -También en las demás ciudades debo anunciar la Buena Noticia de Dios, porque para esto he sido enviado.

44 E iba predicando por las sinagogas de Judea.

 

**• Esta página evangélica presenta dos momentos muy distintos: por un lado, la curación de la suegra de Simón en el marco de otras curaciones (w. 38ss y 40ss); por otro, la autoconciencia de Jesús sobre su misión evangelizadora (v. 43). En cuanto al primer momento es oportuno poner de relieve que la curación habilita para el servicio: por lo general, a Lucas le gusta sacar a la luz este binomio. Es también obligado explicitar el hecho de que las curaciones de los enfermos, en cuanto liberación del demonio, se convierten en ocasión de auténticas profesiones de fe cristológica (véase aquí en el v. 41, y también en el fragmento precedente en el v. 34). Poco importa que sean los demonios quienes profesen esta fe (alguien los ha caracterizado también como "los teólogos de Jesús").

En la segunda parte del fragmento evangélico, Lucas se convierte en testigo e intérprete de dos acontecimientos fundamentales: el hecho de la evangelización, como característica esencial del cristianismo, y la conciencia mesiánica de Jesús, que explota sobre todo en la necesidad que tiene de anunciar el Reino de Dios. Se trata de una necesidad providencial, porque está inscrita en el designio salvífico de Dios. Jesús, por su parte, no puede sustraerse a este deber concreto, porque ésa es su misión: "Porque para esto he sido enviado" (4,43; cf. también Le 10,16).

 

MEDITATIO

Evangelización y nueva evangelizarían (esta última expresión se repite ahora de manera pacífica en nuestro vocabulario) son términos bastante difundidos en nuestros días. Se habla también, de una manera bastante espontánea, de evangelización de las culturas o de inculturación de la fe. Es posible clarificar estos términos a la luz de la página evangélica que hemos leído hoy? Parece ser que sí.

"Debo anunciar...": en primer lugar, se requiere una sacudida que despierte la conciencia de todo cristiano a la ineludible tarea de ser testigo del Evangelio en todas las situaciones de la vida. También el Concilio Vaticano II ha subrayado y confirmado esta necesidad, y ha querido fundamentarla en el acontecimiento sacramental del bautismo. Podemos remitirnos al n. 10 de la Lumen gentium o al n. 3 de la Apostolicam actuositatem. "Debo anunciar la Buena Noticia de Dios": parece indispensable recordar que el objeto de la evangelización no es la Iglesia, sino el Reino de Dios: este término ha de ser entendido no en un sentido puramente local, como si hubiera que entrar en un determinado lugar, dentro de un recinto bien establecido; hemos de entenderlo más bien en un sentido espiritual destinado a señalar, en primer lugar, la soberanía de Dios a la que estamos sometidos y la comunidad de salvación que camina hacia el Reino.

"Para esto he sido enviado": es como decir que no hay evangelización sin misión. No es indispensable una misión apostólica; es suficiente con referirse -como hace el Concilio Vaticano II - al bautismo y a la vocación que hemos abrazado. De ellos nos viene no sólo el derecho a ser servidores de la Palabra aquí y ahora, sino que también recibimos las energías espirituales necesarias para tal misión.

 

ORATIO

Oh Señor, libérame de la envidia, que mina mi crecimiento y toda relación interpersonal. El fuerte deseo de tener lo que pertenece a los otros crea divisiones y rivalidades; libérame de los celos, definidos por Dryden como "ictericia del alma", sentimiento que desencadena frustración, cólera y rencor en quien dirige a otro la atención que desea tener para sí mismo, sentimiento que contamina la vida ajena y envenena la propia.

Concédeme, en cambio, la libertad que no teme las críticas ni quiere atraer las alabanzas, que conduce a la anchura de miras y está hecha de humildad, tolerancia e inteligencia, que está exenta de intereses egoístas y cree en la colaboración de cada uno contigo, único y verdadero artífice. Oh Señor, haz que tenga siempre ante mí tu divisa trinitaria: "Uno para todos".

 

CONTEMPLATIO

        La Iglesia lo sabe. Ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: "Es preciso que anuncie también el Reino de Dios en otras ciudades", se aplican con toda verdad a ella misma. Y, por su parte, ella añade de buen grado, siguiendo a san Pablo: "Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. !Ay de mí, si no evangelizara!".

Con gran gozo y consuelo hemos escuchado Nos, al final de la asamblea de octubre de 1974, estas palabras luminosas: "Nosotros queremos confirmar una vez más que la tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia"; una tarea y misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez más urgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa. Vínculos recíprocos entre la Iglesia y la evangelización (Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 14).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Nosotros somos colaboradores de Dios" (1 Cor 3,9).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Según un cuento que aparece en el Talmud, Dios quería dar su Tora a los romanos, pero éstos no la quisieron, porque una ley que prohibía matar y vengarse era demasiado contraria a sus inclinaciones. Entonces Dios ofreció la Tora a los griegos, pero éstos no quisieron una ley que prohibía desear a las mujeres y cometer adulterio. Más tarde ofreció Dios la Tora a los persas, pero éstos nada quisieron saber de una ley que impone decir la verdad. Y así Dios tuvo que endosársela a los pobres judíos. Es un hecho que la conciencia de Israel no es una conciencia triunfalista. Saben que son los siervos de Dios; de él han recibido el don de la Tora, pero este don es un gravamen, es un compromiso.

El Concilio habla del carácter profético de los cristianos, de su carácter real y de su carácter sacerdotal, y este carácter, que todo cristiano posee y debe ejercer en servicio a los otros, es la condición de la comunicación que Dios ha hecho a su pueblo (P. Rossano, "Speranza e storia dal punto di vista bíblico", en E. Gandolfo [ed.], Speranza e storia: speranza cristiana e speranze del nostro tempo, Roma 1971, pp. 93ss).

 

 

 

Día 5

Jueves de la semana XXII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 3,18-23

Hermanos:,

18 Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros piensa que es sabio según el mundo, hágase necio para llegar a ser sabio.

19 Porque la sabiduría del mundo es necedad a los ojos de Dios. Pues dice la Escritura: Dios es quien atrapa a los sabios en su astucia.

20 Y también: El Señor conoce los pensamientos de los sabios y sabe que son vanos.

21 Por tanto, que nadie presuma de quienes no pasan de ser hombres. Porque todo es vuestro:

22 Pablo, Apolo, Pedro, el mundo, la vida, la muerte, lo presente y lo futuro; todo es vuestro.

23 Pero vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios.

 

**• Pablo retoma la reflexión sobre el binomio "sabiduría "/"necedad" y la completa con dos referencias veterotestamentarias: su atención se había concentrado en la necedad de la predicación (l,18.21) y en la necedad de la cruz (1,23), así como en la necedad de la fe (2,5). Ahora se dilata el discurso y se aplica a la vida cristiana como tal. En efecto, el "vivir en Cristo", en su conjunto, incluye el compromiso de asumir la novedad de vida que Cristo ha predicado y que anuncia su cruz, aun cuando esta opción parezca paradójica y escandalosa al mundo en que vivimos. En un segundo momento, Pablo perfecciona el discurso sobre la escala de valores y lo hace con una expresión enormemente rica y elocuente:

- "Todo es vuestro" (v. 22b): hemos de señalar que aquí no se hace referencia a Pablo, Apolo o Cefas, sino a todo creyente y a la comunidad de los mismos. El pensamiento de Pablo es claro e inequívoco: los primeros y últimos destinatarios del mensaje salvífico no son los ministros, sino todos los que acogen el mensaje de la predicación.

- "Pero vosotros sois de Cristo" (v. 23a): todos, vosotros y nosotros, pertenecemos, dice el apóstol, a Cristo mediante la fe. Esta conciencia la tuvieron ya los primeros cristianos cuando, en Antioquía de Siria, recibieron el nombre de cristianos (cf. Hch 11,26), y es algo que pertenece al depósito de la fe cristiana. Ser de Cristo significa tener una relación especial con él, en virtud de la llamada recibida, de la Palabra escuchada, del don de la gracia acogida.

- "Y Cristo es de Dios" (v. 23b): aquí encontramos reafirmado de nuevo el primado de Dios Padre, origen y fin de todo y de todos. De este modo dibuja el apóstol ante nosotros un itinerario teológico persuasivo y cautivador.

 

Salmo Responsorial

Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6


Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
R/.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.
R/. Del Señor es la tierra y cuanto la llena

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
R/.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena

 

 

Evangelio: Lucas 5,1-11

En aquel tiempo,

1 estaba Jesús en cierta ocasión junto al lago de Genesaret y la gente se agolpaba para oír la Palabra de Dios.

2 Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

3 Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separase un poco de tierra. Se sentó y estuvo enseñando a la gente desde la barca.

4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: -Rema lago adentro y echad vuestras redes para pescar.

5 Simón respondió: -Maestro, hemos estado toda la noche faenando sin pescar nada, pero, puesto que tú lo dices, echaré las redes.

6 Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían,

7 hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían.

8 Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús diciendo: -Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

9 Pues tanto él como sus hombres estaban sobrecogidos de estupor ante la cantidad de peces que habían capturado;

10 e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: -No temas, desde ahora serás pescador de hombres.

11 Y después de llevar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.

 

*•• En primer lugar, nos hace ver Lucas que la gente escuchaba "la Palabra de Dios" (v. 2). Esta expresión, que tiene un sabor casi técnico, nos remite al contexto eclesial para el que Lucas escribe su evangelio: se trata de una comunidad que vive su fe poniendo en el centro de ella precisamente "la Palabra de Dios", esto es, Jesús como Palabra de revelación y la predicación apostólica al mismo tiempo. Lucas pone asimismo de relieve que Jesús "se sentó y estuvo enseñando" (v. 3b): también esta nota nos lleva a considerar el relato evangélico como íntimamente ligado a la vida de la primitiva comunidad cristiana, en la que era normal y continuo el paso de la evangelización a la catequesis. "Puesto que tú lo dices, echaré las redes" (v. 5b): Lucas quiere resaltar aquí la autoridad de la Palabra de Jesús; más aún, la suprema autoridad que ésta encarna. Sabemos, en efecto, que toda palabra que salía de la boca de Jesús estaba dotada -no sólo para los apóstoles, sino también para la gente- de una particular autoridad: "!Qué palabra la de este hombre! Manda con autoridad y poder" (4,36).

"Dejaron todo y lo siguieron" (v. 11): esta expresión nos recuerda el radicalismo evangélico, que Lucas ilustrará también a través del relato de los Hechos de los Apóstoles, y también en diferentes momentos de la narración evangélica. En esta página quiere indicarnos Lucas que el seguimiento de Jesús implica un radicalismo no sólo en la opción personal, sino también en la decisión de separarse de todo lo que de un modo u otro pueda disminuir la fuerza de la adhesión a Jesús.

 

MEDITATIO

La vocación de los primeros discípulos, con el relieve dado a la figura de Simón Pedro, merece una ulterior atención. Parece, en efecto, que es posible señalar algunos pasajes que destacan este peculiar encuentro entre Jesús y Simón Pedro. No será difícil reconocer en ellos algunos rasgos de nuestra experiencia de vida cristiana.

En primer lugar, un paso de la decepción a la confianza: un experto pescador como Pedro sabe que después de ciertas noches de pesca no se puede esperar gran cosa. La experiencia constituye también para nosotros un punto de referencia seguro para nuestras elecciones y para ciertas decisiones. Sin embargo, Pedro da crédito a la Palabra de Jesús y se confía a su eficacia.

Del estupor al reconocimiento de su ser pecador: la conciencia de Pedro se ilumina en pleno día por el contacto vivo con Jesús, y no sólo por el milagro que ha tenido lugar. Es cierto que el milagro sacude la conciencia y la interpela de un modo drástico, pero la referencia principal y última se dirige a la persona de Jesús, frente al que Pedro reconoce que es un pobre pecador, como todos.

De pecador a pescador de hombres: Pedro advierte que Jesús ha entrado en su vida no sólo para atraerlo hacia sí, sino para ganar, a través de él, a otras personas para la novedad de la vida cristiana. Su profesión de pescador queda transformada de ahora en adelante.

Del dejarlo todo al seguimiento de Jesús: como leemos con frecuencia en el relato evangélico, toda vocación se califica no tanto por lo que se deja como por aquel al que uno se adhiere. También Pedro advirtió esta necesidad y no hizo trampas al tomar su decisión.

 

ORATIO

Oh Señor, me sedujiste y me dejé seducir. Yo buscaba algo significativo en medio de una vida fácil, pero sin brío, en medio del aburrimiento mortal de tantos días siempre iguales. Tu amor arcano y misterioso me atemorizaba y por eso he resistido durante varios años, hasta que una insatisfacción insoportable me ha plegado a tu irresistible seducción. Me has lanzado a una nueva forma de vida, manifestándome una misión que, desde ese mismo momento, ha sostenido toda mi vida, aun en medio de contradicciones paradójicas y situaciones difíciles, imposibles de vivir desde el punto de vista humano.

Seguirte supuso una maravillosa oportunidad para Pedro, para mí y para todos los que han sido llamados. En efecto, como afirma Victor Frankl, tener un "porqué en la vida permite hacer frente a cualquier cómo".

 

CONTEMPLATIO

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó a la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Te daré las llaves del Reino de los Cielos (Mt 16,19). Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del Reino de los Cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos (Jn 20,22ss).

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tenía el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y si se dirige a Pedro con preferencia a los demás es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor (san Agustín, Sermón 295, l-2.4.7ss, en PL38, 1348-1351).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios" (1 Cor 3,23).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

"No digo eso", replicó Francisco. "Pero me parece que es difícil aceptar la realidad. En verdad, nadie la acepta en bloque. Aspiramos siempre a añadir, en cierto modo, un palmo a nuestra estatura. Éste es el fin de casi todas nuestras acciones. Incluso cuando creemos trabajar por el Reino de Dios, no buscamos otra cosa que hacernos más grandes, hasta el día en que, derrotados, no nos queda más que esta única desmesurada realidad: Dios existe. Entonces descubrimos que sólo él es omnipotente, que sólo él es santo, que sólo él es bueno.

El hombre que acepta esta realidad y se complace en ella, encuentra la serenidad en su corazón. Dios existe y es todo. Pase lo que le pase, existe Dios y existe la luz de Dios. Basta con que Dios sea Dios. El hombre que acepta íntegramente a Dios se vuelve capaz de aceptarse a sí mismo. Se libera de toda voluntad particular. Ya nada estorba en él el juego divino de la creación. Su voluntad se ha vuelto más sencilla y, al mismo tiempo, extensa y profunda como el mundo. La sencilla y pura voluntad de Dios que abarca y acoge todo" (E. Leclerc, Sapienza d! un povero, Milán 1978, p. 145 [edición española: Sabiduría de un pobre, Marova, Madrid 1978]).

 

 

Día 6

Viernes semana XXII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 4,1-5

Hermanos:

1 Que se nos considere, por tanto, como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios.

2 Ahora bien, lo que se exige a los administradores es que sean fíeles.

3 En cuanto a mí, bien poco me importa el ser juzgado por vosotros o por cualquier tribunal humano; ni siquiera yo mismo me juzgo.

4 De nada me remuerde la conciencia, mas no por eso me considero inocente, porque quien me juzga es el Señor.

5 Así pues, no juzguéis antes de tiempo. Dejad que venga el Señor, él iluminará lo que se esconde en las tinieblas y pondrá de manifiesto las intenciones del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que merezca.

 

*"• En el seno de la comunidad cristiana de Corinto había algunos que empezaban a contestar la legitimidad y la autenticidad del ministerio que Pablo ejercía entre ellos y sobre ellos. En primer lugar -afirma Pablo-, somos "ministros de Cristo", esto es, servidores, siervos: nada más (v. la). Nos viene espontáneamente a la mente recordar aquellas palabras de Jesús a los apóstoles: "Así también vosotros, cuando hayáis hecho lo que se os mande, decid: "Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que teníamos que hacer"" (Le 17,10). Este primer rasgo prueba la identidad del apóstol y le define en relación con Cristo, que le ha llamado.

Somos también "administradores de los misterios de Dios" (y. Ib), esto es, "ecónomos", porque somos responsables de la oikonomía que ve obrando tanto a Dios, que dispensa sus misterios, como a los apóstoles, que han sido llamados a dar lo que han recibido. Este segundo rasgo caracteriza al ministerio apostólico con respecto a los fieles, que tienen derecho a recibir lo que Dios, por manos de sus ministros, dispensa a manos llenas. A los ministros-administradores se les pide que sean "fieles" (v. 2): el término griego empleado puede aludir a la fidelidad personal del apóstol respecto a su Señor, pero expresa, sobre todo, la fidelidad del siervo a su servicio o, mejor aún, a aquel que le ha llamado para este servicio. Por último, el apóstol se siente sometido sólo al juicio de Dios (w. 3ss): de aquí podemos colegir la extrema libertad de Pablo frente a todos, aunque no respecto a Dios, al que se ha rendido de una vez para siempre y al que ahora permanece sometido en todo y para todo. No es difícil reconocer en estos elementos característicos del ministerio apostólico una auténtica espiritualidad, de la que, por otra parte, Pablo da testimonio en todas sus cartas.

 

Salmo Responsorial

El Señor es quien salva a los justos

Salmo 36,3-4.5-6.27-28.39-40


Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón.
R/.
El Señor es quien salva a los justos

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.
R/.
El Señor es quien salva a los justos

Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles.
R/.
El Señor es quien salva a los justos

El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él.
R/.
El Señor es quien salva a los justos

 

Evangelio: Lucas 5,33-39

En aquel tiempo,

33 los maestros de la Ley y los fariseos le preguntaron a Jesús: -Los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oraciones, e igualmente los de los fariseos; en cambio, tus discípulos comen y beben.

34 Jesús les contestó: -Podéis hacer ayunar a los amigos del novio mientras el novio está con ellos?

35 Llegará un día en que el novio les será arrebatado; entonces ayunarán.

36 Les puso también este ejemplo: -Nadie corta un trozo de tela de un traje nuevo y lo pone en un vestido viejo, porque estropeará el nuevo, y al viejo no le caerá bien la pieza del nuevo.

37 Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo reventará los odres, se derramará el vino y los odres se perderán.

38 El vino nuevo se echa en odres nuevos.

39 Y nadie habituado a beber vino añejo quiere el nuevo, porque dice: "El añejo es mejor".

 

*" De aquí en adelante la liturgia de la Palabra presenta tres páginas evangélicas que relatan tres polémicas mantenidas por Jesús con los discípulos de Juan el Bautista y con los fariseos: una tiene que ver con la práctica del ayuno y dos con la observancia del sábado.

Sabemos que la limosna, la oración y el ayuno constituyen tres compromisos inderogables para los discípulos de Cristo (cf. Mt 6,1-18), pero lo que importa a Jesús es el modo en que sus discípulos aceptan hacer limosna, orar y ayunar. También este pasaje evangélico confirma la importancia del espíritu con el que el ayuno puede y debe ser practicado. La alegoría matrimonial nos impulsa a considerar a Jesús como "el esposo" (w. 34ss), cuya presencia hoy no puede dejar de ser considerada motivo de alegría, y cuya ausencia mañana será, a buen seguro, motivo de tristeza. La espiritualidad cristiana no podrá separarse nunca de algunas expresiones personalísimas que pueden configurar una relación nuestra no sólo de hijos con su padre, sino también de esposa con esposo. Sabemos que ya desde el Antiguo Testamento se ha desarrollado ampliamente la alegoría matrimonial para iluminar tanto las relaciones de Israel con su Señor como las relaciones de todo creyente con su Dios.

No es difícil caer en la cuenta de que se distingue aquí con bastante claridad los tiempos de Jesús de los tiempos de la Iglesia (es ésta una perspectiva fuertemente lucana, como, por otra parte, han puesto de relieve no pocos exégetas). La Iglesia está representada por los invitados que participan de la alegría del esposo; sin embargo, en otras ocasiones está representada por la esposa o por el amigo del esposo, que está cerca de él y lo escucha (cf Jn 25,30).

 

MEDITATIO

Siempre es útil reflexionar sobre la novedad traída por Cristo y atestiguada por el Evangelio: novedad que el fragmento de Lucas que acabamos de meditar pone de manifiesto con las parábolas del traje nuevo y del vino nuevo. Señalemos, en primer lugar, el carácter paradójico con el que narra Lucas la primera parábola: en efecto, no habla simplemente de un pedazo de tela para ponerlo en un traje viejo, sino de la acción de alguien que "corta un trozo de tela de un traje nuevo y lo pone en un vestido viejo". Está claro que Lucas quiere censurar la actitud de aquellos que, al rechazar la novedad del evangelio, acaban por estropear lo que es nuevo sin llevar a su consumación lo que es viejo.

"Nuevo" puede ser entendido en referencia al Antiguo Testamento: en este caso, el verdadero discípulo de Jesús desde los comienzos de su experiencia de fe intuye que la Palabra de Jesús llega como cumplimiento de las profecías y que su adhesión de fe a Jesús le pone en continuidad con todos aquellos que antes de Cristo ya se abrieron a la escucha de la Palabra de Dios y se dejaron guiar por los profetas. "Nuevo" puede ser entendido asimismo en referencia a los maestros alternativos que, con todos los medios posibles, hacían prosélitos también en tiempos de Jesús; en este caso, los apóstoles y los discípulos se encontraron en la necesidad de tomar decisiones drásticas {cf. Jn 6,60-69) para no dejarse hipnotizar por falsos maestros y por guías ciegos e hipócritas {cf. Mt 23,15-17). "Nuevo", por último, puede ser entendido igualmente en referencia a ciertas actitudes que caracterizaban la vida de los discípulos de Jesús antes de su encuentro con el maestro: en este caso, el discípulo de Jesús advierte el deber de dejar para tomar, de abandonar para recibir, de perder para encontrar.

 

ORATIO

Oh Señor, sácanos del surco de nuestros hábitos. La tarea principal de una persona que quiere madurar es, paradójicamente, la de alcanzar la inocencia de un niño. Oh Señor, dame una mente fresca, inocente, llena de porqués y, por eso mismo, abierta y capaz de conocimiento infinito.

"Nadie corta un trozo de tela de un traje nuevo y lo pone en un vestido viejo." Oh Señor, concédeme el sentido del buen gusto, que no me mantenga encerrado en lo "viejo", sino que, aun apreciándolo, sepa captar la novedad de tu gracia, dotada siempre de originalidad y elegancia espiritual. Los discípulos de Juan ayunan; los tuyos comen y beben. Oh Señor, concédeme ese sentido del equilibrio que no me liga a la fuerza a normas y prácticas ya superadas, sino que a través de intuiciones afortunadas me conduce a tomar decisiones espontáneas y adaptadas a todo tipo de situaciones.

 

CONTEMPLATIO

El sumo bien está en la plegaria y en el diálogo con Dios, porque equivale a una íntima unión con él: y así como los ojos del cuerpo se iluminan cuando contemplan la luz, así también el alma dirigida hacia Dios se ilumina con su inefable luz. Una plegaria, por supuesto, que no sea de rutina, sino hecha de corazón; que no esté limitada a un tiempo concreto o a unas horas determinadas, sino que se prolongue día y noche sin interrupción.

Cuando quieras reconstruir en ti aquella morada que Dios se edificó en el primer hombre, adórnate con la modestia y la humildad y hazte resplandeciente con la luz de la justicia; decora tu ser con buenas obras, como con oro acrisolado, y embellécelo con la fe y la grandeza de alma, a manera de muros y piedras. Y, por encima de todo, como quien pone la cúspide para coronar un edificio, coloca la oración, a fin de preparar a Dios una casa perfecta y poderle recibir en ella como si fuera una mansión regia y espléndida, ya que, por la gracia divina, es como si poseyeras la misma imagen de Dios colocada en el templo del alma (Pseudo-Crisóstomo, Homilía 6 sobre la oración, en PG 64, 462-466).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Que se nos considere, por tanto, como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios" (1 Cor 4,1).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Fundamento mi comprensión del mundo, de los otros y de mí mismo en la figura simbólica del siervo de YHWH O, bien, en un amor que no puede ser arrebatado sino ofrecido. El siervo de YHWH, "el cordero de Dios", es exactamente lo contrario que el "chivo expiatorio", ese que todos están de acuerdo en excluir para preservar la unidad del grupo. En el cristianismo, por el contrario, el grupo ha sido fundado por una víctima que fue excluida por los otros, pero que, aceptando ser excluida, denunció y puso al desnudo el sistema del "chivo expiatorio". Con la lógica simbólica de la víctima conforme, la cruz queda sustraída a una interpretación puramente punitiva, en términos de retribución (la sangre derramada a cambio de la Salvación), un hecho al que Job ya había puesto término con su propio sufrimiento. El extraordinario poder de Jesús reside en un sacrificio consentido que va a destruir de manera definitiva todo el sistema que se fundamenta en la víctima. Eso es lo que subraya san Juan cuando hace decir a Jesús: "Nadie tiene poder para quitarme la vida; soy yo quien la doy por mi propia voluntad" (P. Ricoeur, entrevista aparecida en el diario Awen/re el 8 de septiembre de 1999).

 

 

Día 7

Sábado semana XXII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 4,6-15

6 Hermanos, en atención a vosotros, me he puesto como ejemplo, junto con Apolo, para que aprendáis en nosotros aquello de "no ir más allá de lo que está escrito" y para que nadie se apasione por uno en contra de otro.

7 Pues quién te hace superior a los demás? Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, por qué presumes como si no lo hubieras recibido?

8 !Ya estáis satisfechos! !Ya sois ricos! !Habéis llegado a ser reyes sin contar con nosotros! !Ojalá lo fueseis de verdad, para que también nosotros reinásemos con vosotros!

9 Pues, al parecer, a nosotros los apóstoles, Dios nos ha destinado al último lugar, como condenados a muerte; nos ha convertido en espectáculo para el mundo, tanto para los ángeles como para los hombres.

10 Así que nosotros somos unos necios por Cristo, y vosotros sabios en Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros llenos de gloria, nosotros despreciados.

11 Hasta el presente no hemos padecido más que hambre, sed, desnudez y malos tratos; andamos errantes

12 y nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos. Nos insultan y nosotros bendecimos; nos persiguen y lo soportamos;

13 nos difaman y respondemos con bondad. Nos hemos convertido en la basura del mundo, como el deshecho de todos hasta ahora.

14 No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos muy queridos.

15 Porque, aunque tuvierais diez mil maestros en la fe, padres no tenéis muchos; he sido yo quien os ha hecho nacer a la vida cristiana por medio del Evangelio.

 

*" Pablo desarrolla el discurso sobre la verdadera identidad de los ministros de Cristo y de los administradores de los misterios de Dios, y lo hace con algunas expresiones que merecen ser unificadas.

Los apóstoles están ligados ante todo, de manera indivisible, a los fieles-hermanos: no podéis pretender -parece decir Pablo- caminar por vuestra cuenta ni, mucho menos, llegar a puerto sin nosotros. La conciencia del apóstol se une a la de todos los fieles precisamente porque, como ellos y junto con ellos, se siente salvado por la gracia de Cristo. Por otro lado, prosigue Pablo, nosotros deseamos sólo llegar a la meta con vosotros.

La expresión simbólica "ser reyes sin contar con nosotros" (v. 8) es extremadamente clara y expresa su deseo de compartir eternamente la alegría de la salvación con todos aquellos a los que ha podido prestar el servicio de la Palabra.

Los apóstoles son "condenados a muerte" (v. 9), como Cristo, después de Cristo: esta especie de condena pende sobre la cabeza de Pablo desde que encontró a Cristo en el camino hacia Damasco. Desde entonces sabe con toda certeza que no hay otro camino para recorrer que el de la cruz, que no puede usar otro lenguaje más que el de la cruz, que no hay otra perspectiva que se abra ante él que no sea la de un nuevo calvario. Esa condena se va realizando históricamente en diferentes tiempos y en diversos lugares: también aquí, en Corinto, por medio de vosotros -parece decir Pablo-, pero es algo que parece no asombrarle en absoluto. Los apóstoles son también padres respecto a los fieles, a los que consideran "hijos míos muy queridos" (v. 14): se trata de una paternidad espiritual tal vez no menos comprometedora que la física; una paternidad que supera los límites de una familia humana y se extiende a las dimensiones de una comunidad sin fronteras. Ésa fue la experiencia de Pablo.

 

Salmo Responsorial

Cerca está el Señor de los que lo invocan

Sal 144,17-18.19-20.21


El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
R/.
Cerca está el Señor de los que lo invocan

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.
R/.
Cerca está el Señor de los que lo invocan

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan

 

 

Evangelio: Lucas 6,1-5

1 Un sábado, atravesaba Jesús unos sembrados. Sus discípulos cortaban espigas y las comían, desgranándolas con las manos.

2 Y unos fariseos dijeron: -Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?

3 Jesús les respondió: -No habéis leído lo que hizo David cuando tuvieron hambre él y sus compañeros?

4 Entró en el templo de Dios, tomó los panes de la ofrenda, comió y dio a los que lo acompañaban, siendo así que sólo a los sacerdotes les estaba permitido comerlos.

5 Y añadió: -El Hijo del hombre es señor del sábado.

 

**• Lucas nos refiere, en dos pasajes consecutivos, algunas polémicas que Jesús debió sostener con los fariseos respecto al sábado, día de descanso, y sobre las prácticas más o menos permitidas en ese día. Lo que más nos sorprende en esta página evangélica es el modo positivo y dialogante con el que Jesús entra en la polémica: en efecto, Jesús intenta desconectar a sus interlocutores de una mentalidad excesivamente jurídica, ligada de manera servil a una casuística que, de hecho, condujo a los fariseos, contemporáneos de Jesús, a recopilar un elenco de 613 preceptos (naturalmente además de los diez mandamientos), a los que querían permanecer fieles de una manera servil. Jesús intenta separarlos de esta mentalidad refiriéndose a un hecho veterotestamentario de la vida de David: una elección libre frente a una tradición que parece no admitir excepciones. Sabemos bien que el rey David constituyó para todos, y también para Jesús, un punto de referencia digno del máximo respeto y de la más fiel imitación. Un motivo más, en este caso, para asumirlo como modelo de libertad frente a tradiciones que, si no son bien interpretadas (cf. Me 7,1-15), amenazan con someter el hombre a la Ley en vez de hacer que la Ley sirva al hombre.

La afirmación final de Jesús es extremadamente clara e iluminadora: "El Hijo del hombre es señor del sábado" (v. 5). Por un lado, Jesús se compara a David y, por otro, con una afirmación que no deja lugar a dudas y manifiesta un tono apodíctico, afirma su propia superioridad con respecto a David y también, de una manera implícita, en cuanto "señor del sábado", su dignidad divina.

 

MEDITATIO

Según el evangelio, nuevo no significa "inédito", jamáis vu (nunca visto), sino "originario", en el sentido de que Jesús ha venido a restablecer el proyecto del Dios creador para volver a entregarlo a todos aquellos que aceptan seguirle por el camino de la verdad. Tenemos un ejemplo claro de este proyecto de Jesús en Mt 19,1-12, donde Jesús, en polémica con los fariseos sobre la espiritualidad conyugal, les invita a superar la lógica de los permisos concedidos por Moisés, a causa de la dureza de sus corazones, mediante la lógica de la entrega recíproca total según el proyecto originario. Nuevo, según el evangelio, no significa "actual", a la última, sino "auténtico", en el sentido de que Jesús, con sus propuestas de vida nueva, tiende a despertar en la persona, en cada persona, lo que en ella hay de genuino y de válido. Jesús ha venido a liberar la libertad; por eso, cuando fue necesario, no vaciló en contraponer su propuesta a las propuestas alternativas de otros falsos mesías que prometían fáciles libertades baratas.

Nuevo, según el evangelio, no significa "genial", sino "esencial", en el sentido de que Jesús -como aparece en casi todas las páginas del evangelio- vino a suprimir, o por lo menos a aligerar, los excesivos fardos que amenazan con entristecer y tal vez incluso con mortificar el corazón de cada persona. Desde este punto de vista resultan extremadamente iluminadoras estas palabras de Jesús: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallareis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11,28-30).

 

ORATIO

"Pues, al parecer, a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha destinado al último lugar, como condenados a muerte". Oh Señor, el sufrimiento me da miedo, pero es inútil negarlo, rechazarlo, evadirse de él, porque es parte inherente de la vida de cada apóstol. Me da miedo el sufrimiento físico causado por las enfermedades, por las privaciones, por el cansancio, por un cuerpo consumido que desmejora con el paso de los años. Me da miedo el sufrimiento psicológico derivado de las incomprensiones, de las resistencias inmotivadas frente a realidades evidentes, de las limitaciones escondidas y no aceptadas que se convierten en violencias irracionales, de los juegos destinados a ser apoyados en nuestros propios puntos de vista. Me da miedo el sufrimiento espiritual velado por las dudas, la aridez, las incertidumbres, la indiferencia.

Pero así ha sido el camino para todos tus discípulos y amigos. Y así ha de ser también para nosotros, para los que hemos elegido seguirte.

 

CONTEMPLATIO

Reconoce, oh cristiano, la altísima dignidad de esta tu sabiduría, y entiende bien cuál ha de ser tu conducta y cuáles los premios que se te prometen. La misericordia quiere que seas misericordioso, la justicia desea que seas justo, pues el Creador quiere verse reflejado en su criatura, y Dios quiere ver reproducida su imagen en el espejo del corazón humano, mediante la imitación que tú realizas de las obras divinas. No quedará frustrada la fe de los que así obran, tus deseos llegarán a ser realidad, y gozarás eternamente de aquello que es el objeto de tu amor.

Y porque todo será limpio para ti, a causa de la limosna, llegarás también a gozar de aquella otra bienaventuranza que te promete el Señor, como consecuencia de lo que hasta aquí se te ha dicho: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Gran felicidad es ésta, amadísimos hermanos, para la que se prepara un premio tan grande. Pues, qué significa tener limpio el corazón, sino desear las virtudes de que antes hemos hablado? Qué inteligencia puede llegar a concebir, o qué palabras lograrán explicar la grandeza de una felicidad que consiste en ver a Dios? (León Magno, Sermón 95, 6ss, en PL 54, 464ss).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "El Hijo del hombre es señor del sábado" (Lc 6,5).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Recientemente he llegado a reconocer la necesidad del método de la no violencia en las relaciones internacionales. Como no estaba convencido de su eficacia en los conflictos entre naciones, pensaba yo que, aunque no puede ser nunca un bien positivo, la guerra podría servirnos como un bien negativo, para prevenir la difusión y el crecimiento de una fuerza malvada. La querrá, por muy horrible que sea, podría ser preferible a rendirse a un sistema totalitario. Ahora, sin embargo, veo que el potencial destructivo de las armas modernas elimina por completo la posibilidad de que la guerra represente a lo sumo un bien negativo. Si admitimos que la humanidad tiene derecho a sobrevivir, entonces deberemos encontrar una alternativa a la guerra y a la destrucción.

En nuestra época de vehículos espaciales y de misiles balísticos teledirigidos, la alternativa se sitúa entre la no violencia y la no existencia. No soy un pacifista doctrinario, sino que he intentado abrazar un pacifismo realista, que considera la posición pacifista como el mal menor en las circunstancias actuales. No proclamo que estoy libre del dilema moral que el cristiano no pacifista debe afrontar, pero estoy convencido de que la Iglesia no puede permanecer en silencio mientras el género humano se encuentra ante la amenaza de la aniquilación nuclear. La Iglesia, si es fiel a su misión, debe pedir el final de la carrera armamentística (M. L. King, "lo sogno ancora", en E. Helio [ed.], Slogans dell'anima, Milán 1971, pp. 92ss).

 

 

Día 8

Domingo XXIII del tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: Isaías 35,4-7a

4 Decid a los cobardes: "!Animo, no temáis!; mirad a vuestro Dios: trae la venganza y el desquite; viene en persona a salvaros".

5 Se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán,

6 brincará el cojo como un ciervo, la lengua del mudo cantará. Brotarán aguas en el desierto y arroyos en la estepa;

7 el páramo se convertirá en estanque, la tierra sedienta en manantial.

 

        **• Al juicio de Dios sobre los pueblos enemigos de Israel (Is 34) le sirve de contrapaso la gloria del pueblo elegido (Is 35). La prosperidad y la fecundidad de Israel, fruto de la radical transformación llevada a cabo por la intervención divina, celebran la magnificencia y el poder de YHWH. Los que han sufrido las atrocidades de la opresión enemiga reciben el anuncio de una palabra de consuelo, una palabra que les invita a tener ánimo porque Dios intervendrá en su ayuda. La venida de Dios castiga a los culpables y premia a los inocentes, según la ley del talión.

        La salvación divina aparece descrita, sobre la base de la doctrina de la retribución temporal, como una curación completa de las enfermedades físicas: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos brincan, los mudos cantan (vv. 5-6a). También la naturaleza recibe una nueva vitalidad: el desierto y la estepa reciben un riego abundante, la tierra árida se vuelve rica en manantiales (vv. 6b-7a). Los profetas contemplan esa perspectiva ideal para expresar el cumplimiento de la expectativa mesiánica.

        El Mesías que ha de venir inaugurará unos tiempos en los que no habrá más sufrimiento y hasta la muerte será destruida {cf Is 25,7ss). Jesús asumirá los signos de la curación radical del hombre, para introducir a sus oyentes en la comprensión de la verdad de su persona y de su misión {cf Mt 11,2-6).



Salmo responsorial
Alaba, alma mía, al Señor

Salmo 145, 7. 8-9a. 9bc- 10

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.



Segunda lectura: Santiago 2,1-5

1 Hermanos míos, no mezcléis con favoritismos la fe que tenéis en nuestro Señor Jesucristo, Señor de la gloria.

2 Supongamos que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y espléndidamente vestido y entra también un pobre con traje raído.

3 Si os fijáis en el que va espléndidamente vestido y le decís: "Siéntate cómodamente aquí", y al pobre le decís: "Quédate ahí de pie o siéntate en el suelo, a mis pies",

4 no estáis actuando con parcialidad y os estáis convirtiendo en jueces que actúan con criterios perversos?

5 Escuchad, mis queridos hermanos, no eligió Dios a los pobres según el mundo para hacerlos ricos en fe y herederos del Reino que prometió a los que le aman?

 

        ** Santiago pide a los cristianos que no contradigan la fe profesada con un comportamiento incoherente. Interpelando directamente a los destinatarios de la carta, les invita a no caer en la práctica de favoritismos basándose en la riqueza: atenciones con los ricos, ninguna consideración con los pobres (v. 3). Quien muestra semejante actitud demuestra no creer en Jesucristo, Señor de la gloria (v. 1); son otros sus "señores": el primero de todos la riqueza. Ésta es la primera asechanza, contra la cual no se cansaron de lanzar invectivas los profetas {cf. Am 6,1-7; Is 5,8-12; Miq2,lss), sintetizadas por Jesús en esta advertencia categórica: "No podéis servir a Dios y al dinero" (Mt 6,24).

        A Jesús se le llama aquí "Señor de la gloria" porque su cuerpo, después de la resurrección, es un cuerpo glorificado y también porque es la revelación de la gloria del Padre. La gloria, signo de la presencia de Dios en medio de su pueblo, se ha hecho carne en Jesús, se ha hecho visible {cf. Jn 1,14). Practicar discriminaciones significa no reconocer esta manifestación de Dios y no acoger la consiguiente revelación de que todos los hombres, criaturas suyas, son iguales. Esto es algo particularmente grave, dado que tiene lugar con ocasión de las celebraciones litúrgicas (v. 2), o sea, precisamente cuando más evidente tenía que ser la identidad cristiana de la comunidad, en su unidad con Dios y entre los miembros que la componen. Los cristianos que practican el favoritismo demuestran que siguen teniendo una mentalidad mundana, alejada de la que se configura con el modo de obrar de Dios, y por eso no es auténtico el culto que le tributan (cf Sant 1,27).

        Dios escoge a los pobres y le da la vuelta a su condición, enriqueciéndoles con la fe en este mundo y dándoles después la vida eterna (v. 5). A lo largo de toda la revelación, aparece de manera constante la preferencia de Dios por los pobres, o sea, por esos que, sin buscar la seguridad en el poder o en los bienes terrenos, cuentan sólo con él; por esos que, indefensos y despreciados, "le aman" (v. 5b), es decir, viven con él en un clima de confianza, de confidencia, de agradecimiento.

 

Evangelio: Marcos 7,31-37

En aquel tiempo,

31 dejó Jesús el territorio de Tiro y marchó de nuevo, por Sidón, hacia el lago de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.

32 Le llevaron un hombre que era sordo y apenas podía hablar y le suplicaron que le impusiera la mano.

33 Jesús lo apartó de la gente y, a solas con él, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva.

34 Luego, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: -Eííalha (que significa: ábrete).

35 Y al momento se le abrieron sus oídos, se le soltó la traba de la lengua y comenzó a hablar correctamente.

36 Él les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, más lo pregonaban.

37 Y en el colmo de la admiración decían: -Todo lo ha hecho bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

 

        **• La sección del evangelio en la que se encuentra el fragmento litúrgico de hoy está atravesada por el tema de la incomprensión de que es objeto la persona de Jesús. El sordomudo que recobra el pleno uso de sus facultades sensoriales, que le permitirán escuchar la Palabra reveladora y comunicarla a su vez, se convierte en signo de aquel que se abre a la acogida del misterio de Jesús. El hombre que recibe el milagro es un pagano que ha sido llevado a Jesús mientras este último atravesaba el territorio de la Decápolis (v. 31), situado al este del lago de Tiberíades, hasta donde había llegado la fama del Maestro como taumaturgo.

        El relato de esta curación es propio del evangelio de Marcos. No se alude a la fe del que recibe el milagro ni del que le acompaña (v. 32): es la totalidad de la persona del hombre la que se abre a la fe y al reconocimiento de quien le cura. Jesús obra el milagro apartándolo de la gente (v. 33) y ordenando guardar silencio sobre lo ocurrido (v. 36): la consigna del "secreto mesiánico" recibe aquí un énfasis particular. El anuncio del Evangelio y la adhesión de fe deben ser los únicos "signos" inequívocos de la inauguración de los tiempos mesiánicos.

        El milagro va acompañado de una gran riqueza de gestos: la introducción de los dedos en los oídos, el contacto con la saliva (elemento considerado como medicamentoso en la antigüedad), el suspiro, la palabra transmitida por el evangelista en arameo (vv. 33ss). Algunos de estos gestos se han conservado en el rito del bautismo.

        En virtud de la enorme admiración provocada por el milagro (v. 37), la muchedumbre no guarda la consigna del silencio (v. 36). La admiración está expresada con una afirmación que recuerda los relatos de la creación y de la liberación de la esclavitud. "Todo lo ha hecho bien" (v. 37a) remite a la expresión del libro del Génesis según la cual Dios vio que eran buenas todas las cosas creadas (cf. Gn 1). "Hace oír a los sordos y hablar a los mudos" (v. 37b) y, por consiguiente, cumple la promesa del rescate de la esclavitud de Babilonia y del retorno a la patria anunciado por el profeta Isaías (cf. Is 35,1-10). Jesús, por tanto, lleva a cabo una nueva creación y la salvación definitiva.

 

MEDITATIO

        La muchedumbre, que iba a Jesús con el peso de sus propias enfermedades y con la confianza en su curación, nos sirve de espejo. Nos vemos a nosotros mismos en estos rostros: nosotros, como ellos, estamos dispuestos a acudir allí donde se intuye como posible la solución práctica de nuestros problemas contingentes, y mejor si resulta barato... Nos escapa el sentido profundo de la curación que da Jesús. Tal vez porque no sentimos necesidad de ninguna otra cosa.

        La Palabra de Dios que hemos oído hoy nos brinda la ocasión de volver a descubrir la alegría de haber sido bautizados: el bautismo, mucho más que una curación total, es un nuevo nacimiento que nos abre una vida nueva.

        Ser bautizado comporta un estilo de vida radicalmente renovado, en el que nuestros mismos sentidos captan la realidad en su densidad profunda y en el que las acciones, consecuentemente, expresan una lógica diferente de la que supone el egocentrismo. El bautizado es la persona cuyos ojos se abren a la belleza de la creación, cuyos oídos se abren a la Palabra de la misericordia y de la salvación, cuyos brazos se abren para abrazar a todo hombre y a toda mujer, sin discriminaciones de ningún tipo, puesto que ha reconocido en Dios al creador y al salvador de todos.

 

ORATIO

        Gloria a ti, Señor, que haces todas las cosas buenas y hermosas. Gloria a ti, que cuidas de todo lo que has creado y das a cada ser la posibilidad de conocer tu belleza y tu bondad.

        Haz que nos sacudamos el torpor de la mediocridad y, prolongando los límites de nuestros deseos, exclusivamente terrenos y materiales, nos atrevamos a probar tu don: la salvación, que es tu misma presencia vivificante.

        Haz que descubramos cómo los bienes que nos das se multiplican al compartirlos, sobre todo con quienes se encuentran en condiciones de indigencia.

        Enséñanos que la gratuidad es la verdadera liberación, la verdadera curación de nuestros males. Concédenos el coraje de pasar por esta experiencia. Tal vez entonces comprenderemos mejor que tú eres el Salvador y que nosotros, los bautizados, vivimos la nueva vida que nos has dado.

 

CONTEMPLATIO

        El sordomudo que fue curado de manera admirable por el Señor simboliza a todos aquellos hombres que, por gracia divina, merecen ser liberados del pecado provocado por el engaño del diablo. En efecto, el hombre se volvió sordo a la escucha de la Palabra de vida después de que, hinchado de soberbia, escuchó las palabras mortales de la serpiente dirigidas contra Dios; se volvió mudo para el canto de las alabanzas del Creador desde que se preció de hablar con el seductor.

        Dado que el sordomudo no podía ni reconocer ni orar al Salvador, sus amigos le condujeron al Señor y le suplicaron por su salvación. Así debemos conducirnos en la curación espiritual: si alguien no puede ser convertido por la obra de los hombres para la escucha y la profesión de la verdad, que sea llevado ante la presencia de la piedad divina y se pida la ayuda de la mano divina para salvarle. No se retrasa la misericordia del médico celestial si no vacila ni disminuye la intensa súplica de los que oran (Beda el Venerable, Omelie sul vangelo, Roma 1990, pp. 316ss).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Todo lo has hecho bien, Señor Jesús" {cf. Me 7,37).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

        Para seguir a Jesús sería preciso abandonar las enseñanzas y actuar sólo como quisiéramos que obraran los otros. Sería menester reconocer, en verdad, que eso es precisamente lo que hace él. Tras haberle conocido de cerca, ahora sé que me ama, como ama a cualquiera de los 'am ha'aresh que le siguen, sea un árabe, un griego, un romano o qué se yo. Más aún, ama a un extraño del mismo modo que ama a su madre, a sus parientes, a sus discípulos. Y cuando digo del mismo modo entiendo por ello que ya no existe diferencia alguna entre los que están unidos por este amor suyo universal. Ningún amor verdaderamente grande implica una gradación de valores; pues bien, su amor no parece tener límites. No puedo imaginar que sea capaz de negar nada a nadie, sea quien sea. La gente le pide milagros del mismo modo que pediría un préstamo que sabe ya por anticipado que no tendrá que devolver: y él se los concede. Los hace exaltando la misericordia, la bondad del Altísimo, o sea, señalando que todas las curaciones que a diario y en gran número realiza son una demostración evidente de que Adonai no puede obrar de otro modo con aquellos que confían en él.

        Parece decir: "Mira cómo es misericordioso y lo que puedes esperar aún de él. Esto debe mostrarte que puedes tener fe en él" (J. Dobraczynski, Lettere di Nicodemo, Brescia 41981 [edición española: Cartas de Nicodemo, Editorial Herder, Barcelona 1977]).

 

 

 

Día 9

Lunes de la semana XXIII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 5,1-8

Hermanos:

1 Es cosa pública entre vosotros un caso de lujuria de tal gravedad que ni siquiera entre los no cristianos suele darse, pues uno de vosotros vive con su madrastra como si fuera su mujer.

2 Y vosotros estáis tan orgullosos, cuando deberíais vestir luto y excluir de entre vosotros al que ha cometido tal acción.

3 Pues yo, por mi parte, aunque estoy corporalmente ausente, me siento presente en espíritu y, como tal, he juzgado ya al que así se comporta.

4 Reunido en espíritu con vosotros, en nombre y con el poder de nuestro Señor Jesucristo,

5 he decidido entregar ese individuo a Satanás, para ver si, destruida su condición pecadora, él se salva el día en que el Señor se manifieste.

6 La cosa no es como para presumir. No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa?

7 Suprimid la levadura vieja y sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado.

8 Así que celebremos fiesta, pero no con levadura vieja, que es la de la maldad y la perversidad, sino con los panes pascuales de la sinceridad y la verdad.

 

La primera carta de Pablo a los cristianos de Corinto puede ser considerada como un conjunto de respuestas a otros tantos problemas presentados al apóstol por aquella comunidad. Más aún, todo bien considerado, la respuesta no es múltiple, sino única: Pablo, en efecto, se remonta espontáneamente desde las diferentes problemáticas de la vida eclesial de Corinto al centro de la fe cristiana: el misterio pascual de Jesús.

En el caso que nos ocupa aquí, se trata de un caso de inmoralidad que aflige a la comunidad de Corinto: el asunto es extremadamente grave y no puede ser silenciado. Pero lo que más sorprende es el hecho de que, en vez de acumular prohibiciones o recomendaciones más o menos paternalistas, Pablo se remite al acontecimiento pascual, que, así como ha caracterizado la vida de Cristo, debe caracterizar también la vida de todo cristiano y la vida de cualquier comunidad cristiana auténtica: "Suprimid la levadura vieja y sed masa nueva" (v. 7).

La imagen se deja interpretar más bien con facilidad: tenemos delante el binomio "viejo" / "nuevo", y con él pretende Pablo remover no sólo una especie de pereza espiritual, sino también y sobre todo una adhesión estática y nostálgica a lo que con la venida de Cristo ha sido definitivamente superado. La comunidad de Corinto está amenazada, pues, con permanecer asentada en las posiciones de siempre, perdiendo el ritmo de marcha inaugurado por la presencia de Jesús. "... pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado. Así que celebremos fiesta" (w. 7b-8): ésta es la motivación pascual ofrecida por Pablo a una comunidad que debe vivir su propia fe en términos de gloriosa novedad, a fin de celebrar la fiesta superando toda referencia pasiva y servil a un pasado que ha encontrado ahora su plena realización.

 

Salmo Responsorial

Señor, guíame con tu justicia

Salmo 5


Tú no eres un Dios que ame la maldad,
ni el malvado es tu huesped,
ni el arrogante se mantiene en tu presencia.
R/.
Señor, guíame con tu justicia

Detestas a los malhechores,
destruyes a los mentirosos;
al hombre sanguinario y traicionero
lo aborrece el Señor.
R/.
Señor, guíame con tu justicia

Que se alegren los que se acogen a ti,
con júbilo eterno;
protégelos, para que se llenen de gozo
los que aman tu nombre.
R/.
Señor, guíame con tu justicia

 

 

Evangelio: Lucas 6,6-11

6 Otro sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía atrofiada su mano derecha.

7 Los maestros de la Ley y los fariseos lo espiaban para ver si curaba en sábado, y tener así un motivo para acusarle.

8 Jesús, que conocía sus pensamientos, dijo al hombre de la mano atrofiada: -Levántate y ponte ahí en medio. El hombre se puso de pie.

9 Jesús les dijo: -Os voy a hacer una pregunta: Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? Salvar una vida o destruirla?

10 Y, mirándolos a todos, dijo al hombre: -Extiende tu mano. Él lo hizo, y su mano quedó restablecida.

11 Pero ellos, llenos de rabia, discutían qué podrían hacer contra Jesús.

 

**• La atención de Lucas vuelve sobre la polémica en torno al sábado; sin embargo, esta vez toma como ocasión una intervención taumatúrgica de Jesús a favor de un hombre que tenía la mano atrofiada y al que el Nazareno le ha restituido una saltad perfecta. La acción milagrosa desencadena el espíritu critico de sus adversarios, como antes había sucedido ya con respecto a la actitud de los discípulos de Jesús, que habían cogido y comido espigas de trigo en día de sábado. El contraste es aún más fuerte, pues una determinada mentalidad farisea hubiera deseado no sólo inmovilizar a los discípulos de Jesús, sino también bloquear la capacidad taumatúrgica del Maestro. Es absurda e inaceptable esta pretensión de los fariseos y de los maestros de la Ley, cuya presencia crítica y maldad de pensamiento señala Jesús. Éste lee en el corazón del hombre: tanto en el de quienes le escuchan y le siguen como en el de quienes le espían y quisieran sorprenderle en un fallo.

Una vez realizada la acción taumatúrgica, Jesús se enfrenta a sus adversarios no tanto en el terreno de lo que es lícito hacer en día de sábado como en este otro: "Qué está permitido en sábado, hacer el bien o el mal? Salvar una vida o destruirla?" (v. 9). La certeza que anima a Jesús es tal que no espera la respuesta de sus adversarios: la da por descontado, y lo mismo haríamos nosotros si nos atenemos con fidelidad a las indicaciones de su magisterio. Es inútil recordar que lo que Jesús ha hecho y ha dicho desencadena en sus adversarios tal rabia que se juran a sí mismos condenarlo a muerte. Antes de matarlo físicamente lo condenan a muerte espiritualmente: en la raíz de esto encontramos siempre la intolerancia y la violencia.

 

MEDITATIO

Todo creyente -más aún, toda persona- advierte la necesidad de ver con claridad en el gran tema de la libertad humana. Hay interrogantes que no podemos eludir: qué valor tienen las leyes? Hasta qué punto nos urge la misma Ley de Dios? Y, a continuación: son propiamente iguales todas las leyes? Existe un cierto espacio para una interpretación liberadora? Cómo compaginar en la vida diaria la autoridad con la libertad, la norma escrita con la autodeterminación? Las páginas evangélicas dedicadas al sábado nos ofrecen algunos haces de luz.

La Ley -toda ley- debe ser considerada como don de Dios a su pueblo, tanto al antiguo como al nuevo, incluso a todo hombre y mujer que quiera prestar un oído activo a la Palabra portadora de la verdad. Si conseguimos considerar la Ley, toda ley de Dios, como don, entonces se abre ante nosotros un camino que hemos de recorrer con la libertad más genuina y auténtica. La Ley, toda ley, se nos ofrece como luz para nuestros pasos, como lámpara que ilumina nuestro camino. En consecuencia, es preciso confesar nuestra necesidad de disponer de una luz capaz de iluminar incluso los pliegues más íntimos de nuestro corazón, capaz de hacer luz en los ángulos más oscuros de nuestra vida, capaz de orientar nuestras decisiones en el acontecer de la historia.

La Ley, toda ley, se nos ofrece como pedagogo, es decir, como institución capaz de educarnos en el ejercicio de la libertad: la psicológica, con la que afirmamos nuestra dignidad frente a toda posible reducción a instrumento, y la evangélica, con la que reconocemos el primado de Dios y la prioridad de Cristo en cada una de nuestras decisiones.

 

ORATIO

Señor Jesús, !qué alivio me supone verte obrar con valor siguiendo la nueva ley del amor, a pesar de estar seguro de que tus adversarios habrían de reaccionar de manera negativa! !Qué alegría ver tu seguridad, sostenida sólo por tu amor liberador, en contraste con la mezquindad de los fariseos, dirigida sólo a mostrar su impecable observancia! !Qué luz supone percibir una nueva Ley respetuosa de la libertad, una autoridad atenta únicamente a la promoción de la libertad de los otros! !Qué consuelo oír a Pablo agitar a la comunidad de Corinto para que sustituya la levadura vieja por ázimos nuevos de sinceridad y de verdad!

Oh Señor, libéranos de la ceguera de los fariseos, que por amor a la Ley llegaron a matarte y, para defender sus tradiciones, no tenían escrúpulos a la hora de pisotear al prójimo.

 

CONTEMPLATIO

Fijaos bien, queridos hermanos: el misterio de Pascua es a la vez nuevo y antiguo, eterno y pasajero, corruptible e incorruptible, mortal e inmortal.

Antiguo según la Ley, pero nuevo según la Palabra encarnada. Pasajero en su figura, pero eterno por la gracia. Corruptible por el sacrificio del cordero, pero incorruptible por la vida del Señor. Mortal por su sepultura en la tierra, pero inmortal por su resurrección de entre los muertos. La Ley es antigua, pero la Palabra es nueva. La figura es pasajera, pero la gracia eterna. Corruptible el cordero, pero incorruptible el Señor, el cual, inmolado como cordero, resucitó como Dios.

Venid, pues, vosotros todos, los hombres que os halláis enfangados en el mal, recibid el perdón de vuestros pecados. Porque yo soy vuestro perdón, soy la Pascua de salvación, soy el cordero degollado por vosotros, soy vuestra agua lustral, vuestra vida, vuestra resurrección, vuestra luz, vuestra salvación y vuestro rey. Puedo llevaros hasta la cumbre de los cielos, os resucitaré, os mostraré al Padre celestial, os haré resucitar con el poder de mi diestra (Melitón de Sardes, Homilía sobre la pascua, 2.7, 100-103).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado" (1 Cor 5,7).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La Iglesia -a saber, el conjunto de los cristianos- está llamada a valorar desapasionadamente las situaciones y a rechazar cuanto sofoca al hombre, su dignidad, sus valores. Rechaza, por consiguiente, todo materialismo que pretendiera inspirar un mundo nuevo, aunque sabe reconocer, no obstante, sobre todo en la masa de los hombres que esperan y preparan este mundo nuevo, los auténticos valores que son el reconocimiento del hombre, la solidaridad, el compromiso y el sacrificio. Por otra parte, mientras reconoce y alienta toda auténtica libertad, no deja de poner en guardia, a pesar de todo, contra los peligros de una búsqueda despreocupada, que acaba siempre en beneficio de un número limitado de personas, las cuales subordinan e instrumentalizan prácticamente para sus propios fines a la gran masa, exteriormente libre, pero sustancialmente condicionada y dominada en todos los aspectos de la vida.

La Iglesia se encuentra así -para repetir una definición de Pablo VI- como "conciencia crítica de la humanidad". Por tanto, deberá señalar valerosamente en cada situación las injusticias que deben ser eliminadas y sugerir soluciones más humanas, sintiéndose solidaria con quienes luchan en favor de una mayor justicia para sí mismos y para los hermanos (L. Bettazzi, La Chiesa fra gl! uomini, Roma 1972, pp. 27ss [edición catalana: i'Església entre els homes, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona 1974]).

 

 

 

Día 10

Martes semana XXIII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 6,1-11

Hermanos:

1 Cuando alguno de vosotros tiene un litigio con otro hermano, cómo se atreve a llevar el asunto a un tribunal no cristiano, en lugar de resolverlo entre creyentes?

2 Acaso no sabéis que son los creyentes quienes juzgarán al mundo? Pues si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, no vais a ser competentes para juzgar causas más pequeñas?

3 No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? !Pues mucho más las cosas de esta vida!

4 Y, sin embargo, cuando tenéis que recurrir a los tribunales para las cosas de esta vida, elegís como jueces a quienes nada cuentan en la Iglesia.

5 Para vergüenza vuestra os lo digo. Es que no hay entre vosotros algún entendido capaz de ser juez entre sus hermanos?

6 !Pleiteáis hermano contra hermano, y lo hacéis ante jueces no cristianos!

7 Ya es triste cosa para vosotros andar pleiteando unos contra otros. No sería preferible soportar la injusticia y permitir ser despojados?

8 !Pero no! Sois vosotros los que injuriáis y despojáis, y para colmo, a los hermanos.

9 O es que no sabéis que los malvados no tendrán parte en el Reino de Dios? No os engañéis: ni los lujuriosos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales,

10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el Reino de Dios.

11 Y esto es lo que erais algunos de vosotros, pero habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo, el Señor, y en el Espíritu de nuestro Dios.

 

*+• De este fragmento se desprende otra situación de la vida comunitaria: algunos cristianos de Corinto, en su deseo de dirimir algunos litigios, apelan a tribunales paganos en vez de resolverlos entre ellos. El apóstol interviene, como siempre, con gran claridad y autoridad.

Pongamos de manifiesto los tonos típicos de su intervención. El discurso de Pablo es, en primer lugar, provocador (w. 1,1-3): emplea un tono bastante fuerte para suscitar una sacudida en la conciencia de sus interlocutores sobre la gravedad y el carácter delicado de algunas de sus actitudes, pero lo hace, sobre todo, para recordarles que el juicio entre hermanos de la misma fe debería obedecer a criterios que esa misma fe sugiere y es capaz de formular. En caso contrario, debería deducirse que la fe cristiana de esa comunidad es absolutamente incapaz de orientar la vida de los creyentes y de iluminar sus decisiones.

A continuación, el discurso de Pablo se vuelve irónico (w. 4-10): pretende nada menos que suscitar en los corintios un sentido de vergüenza por el simple hecho de que entre ellos no se encuentre ninguna persona entendida que pueda hacer de arbitro entre hermano y hermano. Se trata de una ironía mezclada de tristeza y tal vez también de rabia, actitudes que ya conocemos bien, porque Pablo las ha manifestado también en otros lugares de sus cartas.

Al final, el discurso se vuelve teológico (v. 11): en efecto, Pablo vuelve aquí al centro de su enseñanza y, refiriéndose al gran acontecimiento del bautismo, les recuerda a todos los cristianos de Corinto la novedad del don recibido: "Habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo, el Señor, y en el Espíritu de nuestro Dios". De la novedad del don depende, como es obvio, la novedad de la vida.

 

Salmo Responsorial

El Señor ama a su pueblo

Salmo 149,1-2.3-4.5-6a.9b


Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
R/.
El Señor ama a su pueblo

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
R/.
El Señor ama a su pueblo

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles.
R/.
El Señor ama a su pueblo

 

 

Evangelio: Lucas 6,12-19

12 Por aquellos días, Jesús se retiró al monte para orar y pasó la noche orando a Dios.

13 Al hacerse de día, reunió a sus discípulos y llamó de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles:

14 Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé,

15 Mateo, Tomás y Santiago, el hijo de Alfeo, Simón llamado Zelota,

16 Judas el hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.

17 Bajando después con ellos, se detuvo en un llano donde estaban muchos de sus discípulos y un gran gentío, de toda Judea y Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,

18 que habían venido para escucharlo y para que los curara de sus enfermedades. Los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados,

19 y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

 

**• Siguiendo una indicación que le resulta entrañable, refiere Lucas que Jesús se retira a la montaña para orar y se pasa allí toda la noche (v. 12). Aunque la relación entre la oración de Jesús y la elección de los Doce no aparece de manera explícita, a la luz de la fe es más que legítimo establecer una relación íntima entre la seriedad de la acción que Jesús va a realizar y su actitud orante frente al Padre. La elección de los Doce está emparejada a una llamada: "Llamó de entre ellos a doce, a quienes dio el nombre de apóstoles" (v. 13). La vocación y la misión son inseparables entre sí: en caso contrario, la misión, en vez de equivaler al ministerio, se reduce a ser un oficio. Por otra parte, la vocación, sin el atraque en la misión, sería una acción incompleta.

"A quienes dio el nombre de apóstoles" (v. 13b): da la impresión de que Lucas cae aquí en un anacronismo, puesto que, a lo que parece, apóstol es un término típicamente pascual. Pero conocemos muchos de estos flash-back llevados a cabo no sólo por Lucas, sino también por Juan. Esto no supone ningún problema para nosotros; es más, nos alegra ver la luz pascual proyectada sobre el tiempo del ministerio público de Jesús, como para decir que esa misma luz se proyecta de hecho en nuestra vida y en nuestra historia. Por último, la relación de Jesús con la muchedumbre se caracteriza, una vez más, de un doble modo: la gente viene para escuchar a Jesús y para ser curada de sus enfermedades (v. 18). En ambos casos se trata, para Lucas, de una "fuerza" que da autoridad a su enseñanza y eficacia a sus acciones taumatúrgicas.

 

MEDITATIO

Puesto que la elección de los doce apóstoles constituye el centro del relato evangélico de hoy, parece oportuno meditar sobre la apostolicidad de la Iglesia.

Como es sabido, ésta es una de las características de la Iglesia de Cristo, junto con la unidad, la santidad y la catolicidad. Señalemos, en primer lugar, que no estamos frente a notas meramente jurídicas, es decir, que serían tales por derivar de un estatuto o de un acto humano en virtud del cual podría nacer sólo una sociedad más o menos perfecta. Se trata, más bien, de notas espirituales, esto es, dadas a la Iglesia por el Espíritu Santo y por el Señor resucitado. La Iglesia de Cristo no llega a ser apostólica en un determinado punto de su itinerario, sino que nació apostólica.

El motivo principal consiste en el hecho de que el mismo Jesús es el apóstol por excelencia, el misionero del Padre. Jesús no es sólo el fundador de la Iglesia, sino, antes aún, su salvador: la Iglesia nació del costado abierto de Cristo crucificado, con el poder del "espíritu" que exhaló desde lo alto de la cruz (cf. Jn 19,30). A la misión que Jesús ha confiado a los Doce durante su ministerio público (cf. Mt 10,lss) le corresponde otra más importante después de la resurrección (cf. Mt 28,16-20).

Ahora bien, es preciso estar atentos y no confundir la apostolicidad de la Iglesia con su carácter misionero, aunque subsista entre ambos un nexo íntimo y profundo. La apostolicidad ha nacido de la Iglesia y está ligada al colegio de los Doce; mientras que el carácter misionero es tarea de la Iglesia y está ligado a la persona de todos sus miembros; la primera constituye un artículo de nuestra fe: "Creo en la Iglesia, una, santa, católica y apostólica", mientras que el segundo es objeto de nuestro testimonio.

 

ORATIO

Oh Señor, es propio del hombre discreto hacer brotar modos de comportamiento cada vez más honestos, unidos a la progresiva transparencia de la vida: concédeme envejecer así. Es propio del hombre discreto poseer calma en su juicio, lo que le hace imparcial en todo y le libera de toda corrupción: concédeme relacionarme así. Es propio del hombre discreto tener un respeto profundo por los otros, así como la capacidad de abrirse a los juicios ajenos: concédeme alegrarme así. Es propio del hombre discreto valorar la vida con todas sus sombras y todas sus luces: concédeme crecer así. Es propio del hombre discreto favorecer el crecimiento de la persona sin retorsiones, castigos inútiles, prejuicios y cierres: concédeme obrar así.

Oh Señor, concédeme la discreción, esa ciencia práctica de la vida y de la fe que me hace libre desde el punto de vista emocional, capaz de discernimiento y justo en el juicio para señalar a todos el camino hacia el bien.

 

CONTEMPLATIO

Con razón, pues, hermanos, hemos de anhelar, buscar y amar a aquel que es la Palabra de Dios en el cielo la fuente de la sabiduría, en quien, como dice el apóstol, están encerrados todos los tesoros del saber y el conocer, tesoros que Dios brinda a los que tienen sed.

Si tienes sed, bebe de la fuente de la vida; si tienes hambre, come el pan de la vida. Dichosos los que tienen hambre de este pan y sed de esta fuente: nunca dejan de comer y beber y siempre siguen deseando comer y beber. Tiene que ser muy apetecible lo que nunca se deja de comer y beber, siempre se apetece y se anhela, siempre se gusta y siempre se desea; por eso, dice el rey profeta: Gustad y ved qué dulce, qué bueno, es el Señor.

Dios misericordioso, piadoso Señor, haznos dignos de llegar a esa fuente. En ella podré beber también yo, con los que tienen sed de ti, un caudal vivo de la fuente viva de agua viva. Si llegara a deleitarme con la abundancia de su dulzura, lograría levantar siempre mi espíritu para agarrarme a ella y podría decir: "!Qué grata resulta una fuente de agua viva de la que siempre mana agua que salta hasta la vida eterna!".

Señor, tú mismo eres esa fuente que hemos de anhelar cada vez más, aunque no cesemos de beber de ella. Cristo Señor, danos siempre esa agua, para que haya también en nosotros un surtidor de agua viva que salta hasta la vida eterna (san Columbano, Instrucción 13 sobre Cristo fuente de vida, 2ss).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Habéis sido purificados, consagrados y salvados en nombre de Jesucristo" (1 Cor 6,11).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

-Tienes una buena noticia para darme y me haces suspirar tanto por ella?

-Yo una buena noticia? Tengo el infierno en el corazón, y tendré una buena noticia para ti? Dime, si lo sabes, cuál es esa buena noticia que esperas a través de mí.

-Que Dios ha tocado tu corazón y quiere hacerte suyo, respondió con calma el cardenal.

-!Dios! !Dios! !Si lo viera! !Si pudiera sentirlo! Dónde está ese Dios?

-Tú me lo preguntas? Tú? Y quién lo tiene más cerca que tú? No lo sientes en el corazón, no sientes que lo oprime, que lo agita, que no te deja estar, y, al mismo tiempo, te atrae, te hace presentir una esperanza de quietud, de consuelo, de un consuelo que será pleno, inmenso, en cuanto lo reconozcas, lo confieses, lo implores?

-!Es cierto! Tengo algo aquí que me oprime, que me corroe. Pero ese Dios, si es que existe, si es lo que dicen, qué quiere hacer de mí? [...].

-Qué puede hacer Dios contigo? Perdonarte? Salvarte? Llevar a cabo en ti la obra de la redención? No son cosas magníficas y dignas de él? Piensa. Si yo que soy un hominicaco, un miserable, y estoy lleno de mí mismo, si yo, tal cual soy, me atormento ahora de este modo por tu salud, que por ella daría con gozo (él me es testigo) estos pocos días que me quedan, !piensa! !cuánta, cómo debe de ser la caridad de aquel que me infunde ésta tan imperfecta, pero tan viva! !Cómo te ama, cómo te quiere! !Cómo debe de ser el que me manda y me inspira con un amor por ti que me devora! (A. Manzoni, I promessi sposi, diálogo entre Federico Borromeo y el Anónimo [edición española: Los novios, Círculo de Lectores, Barcelona 1997]).

 

 

Día 11

Miércoles semana XXIII del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 7,25-31

Hermanos:

25 Acerca de las personas solteras, no tengo precepto del Señor. Doy, no obstante, mi consejo como quien, por la misericordia del Señor, es digno de crédito.

26 Sigo creyendo, en efecto, que, debido al momento excepcional que vivimos, es bueno que el hombre permanezca como está.

27 Estás casado? No busques la separación. Eres soltero? No busques mujer.

28 Aunque si te casas, no pecas, y tampoco peca la doncella si se casa. Quisiera, sin embargo, ahorraros las tribulaciones temporales que éstos sufrirán.

29 Os digo, pues, hermanos, que el tiempo se acaba. En lo que resta, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran;

30 los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran;

31 los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo está a punto de acabar.

 

**• Pablo recuerda a las personas solteras una verdad fundamental y les dirige algunas exhortaciones. La verdad es ésta: "el tiempo se acaba" (y. 29). La expresión griega deberíamos traducirla así al pie de la letra: "El tiempo ha plegado las velas", una imagen bastante expresiva y que alude al arte náutico. El pensamiento del apóstol parece ser este: sea cual sea el lapso de tiempo que discurra entre hoy y la parusía, es decir, el retorno glorioso del Señor, el mundo futuro está ya presente en cualquier caso, en medio de nosotros gracias al poder del Señor; mediante la muerte y resurrección de Jesús, Dios ha inaugurado ya en nosotros y entre nosotros la novedad de su Reino. A esta luz, la vida célibe, elegida libre y alegremente por el Reino (cf. Mt 19,12), lejos de ser un desprecio por el matrimonio, constituye un signo escatológico que tiende a orientar nuestra espera y la ajena hacia la alegría última. Las exhortaciones son la consecuencia lógica de la verdad anunciada.

En primer lugar, es preciso vivir la espiritualidad del "como si" (w. 29-31): la linealidad del pensamiento paulino no necesita ulteriores comentarios. Viene, a continuación, la lógica de "lo que es mejor" (cf. 7,9: "Es  mejor casarse que abrasarse"; 7,38.40: "El que da a su hija en matrimonio hace bien, y el que no la da hará todavía mejor"). Está claro que Pablo pretende proponer a nuestra libertad aquello que, por su experiencia personal y por el amor que le une indisolublemente a Cristo, está convencido de que es lo mejor para desear y para llevar a cabo.

En segundo lugar -aunque sólo se trata de un consejo personal y no de un mandato recibido del Señor-, aconseja Pablo que cuando alguien acceda a la fe en Cristo continúe viviendo, como casado o como célibe virgen, en la situación en la que se encontraba antes. Pero lo que más cuenta -y en esto se basa la enseñanza de Pablo tanto para los casados como para los célibes- vírgenes- es la conciencia de que todos hemos "sido comprados a buen precio" (7,23), como es obvio, por Cristo Jesús, mediante su muerte y resurrección. Es siempre el misterio pascual el que proyecta luz sobre nuestra vida.

 

Salmo Responsorial

Escucha, hija, mira: inclina el oído

Salmo 44,11-12.14-15.16-17


Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu Señor.
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.
R/.
Escucha, hija, mira: inclina el oído

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
<<A cambio de tus padres, tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.>>
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído

 

 

Evangelio: Lucas 6,20-26

En aquel tiempo,

20 Jesús, mirando a sus discípulos, se puso a decir: Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

21 Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque Dios os saciará. Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

22 Dichosos seréis cuando los hombres os odien, y cuando os excluyan, os injurien y maldigan vuestro nombre a causa del Hijo del hombre.

23 Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; que lo mismo hacían sus antepasados con los profetas.

24 En cambio, !Ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

25 !Ay de los que ahora estáis satisfechos, porque tendréis hambre! !Ay de los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!

26 !Ay, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, que lo mismo hacían sus antepasados con los falsos profetas!

 

*•• Comienza aquí -y continúa hasta Lc 8,3- la llamada "pequeña inserción" de Lucas respecto a Marcos, su fuente. Lucas, a diferencia de Mateo, reduce las bienaventuranzas de ocho a cuatro, pero a las cuatro bienaventuranzas añade cuatro amenazas. Según la opinión de los exégetas, Lucas nos ofrece una versión de las palabras de Jesús más próxima a la verdad histórica, y esto tiene una particular relevancia. Con todo, bueno será recordar que la mediación de varios evangelistas a la hora de referir las enseñanzas de Jesús no traiciona la verdad del mensaje; al contrario, la centran y la releen para el bien de su comunidad.

Tanto las ocho bienaventuranzas de Mateo como las cuatro de Lucas pueden ser reducidas a una sola: la bienaventuranza -esto es, la fortuna y la felicidad- de quien acoge la Palabra de Dios a través de la predicación de Jesús e intenta adecuar su vida a ella. El verdadero discípulo de Jesús es, al mismo tiempo, pobre, apacible, misericordioso, trabaja por la paz, es limpio de corazón, etc. Por el contrario, quien no acoge la novedad del Evangelio sólo merece amenazas, que, en boca de Jesús, corresponden a otras tantas profecías de tristeza e infelicidad. La versión lucana de las bienaventuranzas- amenazas se caracteriza asimismo por una contraposición entre el "ya" y el "todavía no", entre el presente histórico y el futuro escatológico. Como es obvio, la comunidad para la que escribía Lucas tenía necesidad de que le recordaran que no sólo debía traducir su fe en actos de caridad evangélica, sino que también tenía que mantener viva la esperanza mediante la plena adhesión a la enseñanza, más radical, de las bienaventuranzas evangélicas.

 

MEDITATIO

La liturgia de hoy nos presenta un tema fuerte para nuestra meditación, un tema de gran actualidad: qué es lo bueno para el cristiano en materia de matrimonio y de virginidad? Qué es lo mejor? Qué es lo mandado y qué lo que sólo se aconseja?

La intervención directa de Pablo en la vida de la comunidad cristiana de Corinto brilla por su claridad y por su equilibrio. No sabría yo decir hasta qué punto su experiencia previa ha influido en este modo de "ver" la situación de vida de los cónyuges y de los célibes-vírgenes: no se trata de investigar en el ánimo de Pablo con instrumentos psicoanalíticos más o menos correctos.

Sabemos, sin embargo, que el encuentro con Cristo resucitado, a partir de Damasco, imprimió una nueva dirección a su vida, pero hizo nacer también en él una nueva mentalidad y, por consiguiente, una nueva facultad de juicio.

Decíamos claridad y equilibrio: la primera nos lleva a considerar el matrimonio y la virginidad como dos opciones de vida dignas ambas de la persona humana, ambas buenas según la bondad de la economía de la creación, ambas conformes con la novedad de vida de quien cree en Cristo, ambas compatibles no sólo con la lógica evangélica, sino también con su radicalismo evangélico, ambas ricas en espiritualidad, ambas "lugares" en los que se puede vivir la caridad en grado sumo, ambas capaces de conducir a los creyentes a las más elevadas cumbres de la santidad. La de Pablo es también una enseñanza extremadamente equilibrada, y ello por un motivo simple y persuasivo al mismo tiempo: Pablo no impone nada a nadie, consciente como es de que sólo una opción personal libre y alegre es digna de la persona humana y nadie, ni siquiera Dios y mucho menos Cristo, puede hacer violencia al santuario de la conciencia humana.

 

ORATIO

Oh Señor, poco a poco va pasando la escena de este mundo: pasa la juventud con todas sus fuerzas, desaparecen personas queridas y amigas, se van los momentos de fama y de gloria, se reduce nuestro campo de acción y nuestras ideas son reemplazadas por otras.

Oh Señor, poco a poco aparece el gran más allá: más allá del tiempo que corre veloz llevándose consigo cosas, personas y sucesos; más allá del hombre de todos los tiempos, que advierte este vertiginoso pasar sin poder captar de modo pleno el desarrollo de los hechos; el gran "más allá" que plasma una nueva visión, que hace más viva la fe, que enciende deseos de paraíso.

Oh Señor, poco a poco se perfila el mundo nuevo: se respira aire puro, se abre camino la fascinación de lo trascendente, nos sentimos fortificados por la inmortalidad que da sentido a la vida, aceptamos el misterio que permite caminar con fe y esperanza hacia un futuro prometedor.

!Ven, Señor Jesús!

 

CONTEMPLATIO

Hombre, por qué te consideras tan vil, tú que tanto vales a los ojos de Dios? Por qué te deshonras de tal modo, tú que has sido tan honrado por Dios? Por qué te preguntas tanto de dónde has sido hecho, y no te preocupas de para qué has sido hecho? Por ventura todo este mundo que ves con tus ojos no ha sido hecho precisamente para que sea tu morada? Para ti ha sido creada esta luz que aparta las tinieblas que te rodean; para ti ha sido establecida la ordenada sucesión de días y noches; para ti el cielo ha sido iluminado con este variado fulgor del sol, de la luna, de las estrellas; para ti la tierra ha sido adornada con flores, árboles y frutos; para ti ha sido creada la admirable multitud de seres vivos que pueblan el aire, la tierra y el agua, para que una triste soledad no ensombreciera el gozo del mundo que empezaba.

Y el Creador encuentra el modo de acrecentar aún más tu dignidad: pone en ti su imagen, para que de este modo hubiera en la tierra una imagen visible de su Hacedor invisible y para que hicieras en el mundo sus veces, a fin de que un dominio tan vasto no quedara privado de alguien que representara a su Señor. Más aún, Dios, por su clemencia, tomó en sí lo que en ti había hecho por sí y quiso ser visto realmente en el hombre, en el que antes sólo había podido ser contemplado en imagen; y concedió al hombre ser en verdad lo que antes había sido solamente en semejanza (Pedro Crisólogo, Sermón 148, en PL 52, 596-598).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Os digo, pues, hermanos, que el tiempo se acaba" (1 Cor 7,29).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Sé que el tiempo trabaja de por sí para la eternidad. Sé que el plan de Dios se realiza de todos modos y que Cristo se ha encarnado en la historia y nadie podrá suprimir esta encarnación jamás. Sé que el mismo mal coopera al bien... Dios es superior a Satanás... Mil años son menos que un día para la eternidad. Y nadie sabe lo que puede pasar mañana. Lo que no ha pasado en veinte siglos puede suceder tal vez esta noche o dentro de otros veinte siglos. "No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha fijado con su poder" (Hch 1,7). Pero eso no nos pertenece. Esto pertenece a Dios, y nosotros debemos actuar... Yo soy de hoy. Soy responsable de esta historia, del presente en el que he sido llamado a vivir.

"No les queda vino": éste era el objetivo de toda mi vida religiosa. Conseguir cantar las nupcias cristianas; y volver a llevar a nuestros comedores a Jesús y a su madre; y convertir las lágrimas en cálices de alegría; y proveer por su mediación a nuestras consumibles ebriedades (David M. turoldo, extractos de una entrevista).

 

 

Día 12

Jueves semana del XXIII Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 8,1b-7.11-13

Hermanos: El saber envanece; sólo el amor es de veras provechoso.

2 Si alguno cree que sabe algo, es que todavía ignora cómo hay que saber,

3 pero si ama a Dios, entonces Dios está unido a él.

4 En cuanto a comer carnes sacrificadas a los ídolos, sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y que no hay más que un Dios.

5 Existen, en verdad, quienes reciben el nombre de dioses, tanto en el cielo como en la tierra -y ciertamente son muchos esos dioses y señores-;

6 sin embargo, para nosotros no hay más que un Dios: el Padre de quien proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos; y un Señor, Jesucristo, por quien han sido creadas todas las cosas y por quien también nosotros existimos.

7 Pero no todos tienen este conocimiento. Algunos, por estar acostumbrados hasta ahora a la idolatría, comen carne sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que está poco formada, se hace culpable.

11 Y así, porque tú te las das de sabio, puede perderse ese que tiene la conciencia poco formada, ese que es un hermano por quien Cristo murió.

12 Por eso, pecando contra los hermanos y haciendo daño a su conciencia mal formada, pecáis contra Cristo.

13 Por tanto, si tomar un alimento pone a mi hermano en ocasión de pecar, jamás tomaré ese alimento, para no ponerle en peligro de pecar.

 

*• La situación vital que considera Pablo en este fragmento de su primera carta a los cristianos de Corinto nos permite alcanzar la centralidad del misterio pascual de Cristo a través de otro camino: el de la caridad cristiana )

Vivían en Corinto algunos cristianos que, en virtud de su seguridad, ostentada más que arraigada en su corazón, se exponían con excesiva facilidad a provocar escándalos en otros creyentes, sobre todo en los menos firmes en la fe. Hacían gala de comer carne sacrificada a los ídolos, cosa que para los otros, si no estaba completamente prohibida, era al menos muy inconveniente. Y de esta guisa se contraponían en aquella comunidad los fuertes y los débiles, en un combate que, en vez de suscitar emulación por la pureza de la vida cristiana, sembraba escándalo y ruina espiritual.

A todos -a los fuertes y a los débiles- les recuerda Pablo dos verdades fundamentales: los ídolos son dioses falsos y embusteros, celosos de nuestra libertad y déspotas con respecto a nosotros, mientras que "para nosotros no hay más que un Dios: el Padre de quien proceden todas las cosas y para quien nosotros existimos" (v. 6). No nos encontramos ante un monoteísmo filosófico, fruto de una investigación puramente humana, sino ante la revelación de Dios como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, del que nos viene no sólo el mandamiento del amor, sino también la posibilidad de cumplirlo.

La segunda verdad es, una vez más, la del misterio pascual de Cristo: "Y así, porque tú te las das de sabio puede perderse ese que tiene la conciencia poco formada, ese que es un hermano por quien Cristo murió" (v. 11).

En este caso el acontecimiento de la muerte y resurrección de Jesús aparece en pleno contraste con la actitud de quienes, en el seno de la comunidad y mediante el escándalo, provocan la muerte, aunque sólo sea espiritual, de un hermano en la fe, tal vez sin esperanza de resurrección.

 

Salmo Responsorial

Guíame, Señor, por el camino eterno

Salmo 138,1-3.13-14ab.23-24


Señor, tú me sondeas y me conoces;

me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
R/. Guíame, Señor, por el camino eterno

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras.
R/.
Guíame, Señor, por el camino eterno

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.
R/.
Guíame, Señor, por el camino eterno

 

 

Evangelio: Lucas 6,27-38

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

27 Pero a vosotros que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian,

28 bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.

29 Al que te hiera en una mejilla ofrécele también la otra; y a quien te quite el manto no le niegues la túnica.

30 Da a quien te pida, y a quien te quite lo tuyo no se lo reclames.

31 Tratad a los demás como queréis que ellos os traten a vosotros.

32 Si amáis a los que os aman, qué mérito tenéis? También los pecadores aman a quienes los aman.

33 Si hacéis el bien a quien os lo hace a vosotros, qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.

34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, qué mérito tenéis? También los pecadores se prestan entre ellos para recibir lo equivalente.

35 Vosotros amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada a cambio; así vuestra recompensa será grande y seréis hijos del Altísimo. Porque él es bueno para los ingratos y malos.

36 Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.

37 No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis, y Dios no os condenará; perdonad, y Dios os perdonará.

38 Dad, y Dios os dará. Os verterán una buena medida, apretada, rellena, rebosante, porque, con la medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros.

 

**• Este fragmento se presenta como un eco de las bienaventuranzas evangélicas; más aún, nos ayuda a descubrir el fundamento primero y último de toda bienaventuranza cristiana.

"Amad a vuestros enemigos" (w. 27.35): el discurso no podría ser más claro. De este modo se destaca Jesús, como maestro y como guía, frente a todos los demás rabinos de su tiempo: no sólo contrapone el amor al odio, sino que exige que el amor de sus discípulos se concentre precisamente en aquellos que les odian. Un ideal de vida tan exigente y tan sublime no ha sido pedido ni lo será nunca por ningún maestro. No se trata, como es obvio, de un amor abstracto, sino de un amor que se traduce en multitud de pequeños gestos que, día tras día, interpelan y verifican la autenticidad del mismo amor. Para Jesús, sería ridículo amar sólo a los que nos aman: no habría en ello mérito alguno y, sobre todo, nuestro amor no sería signo distintivo de nuestra exclusiva e inequívoca pertenencia a Cristo: "También los pecadores aman a quienes los aman" (v. 32).

La enseñanza de Jesús acaba con aquella famosa expresión en la que Lucas sustituye la palabra "perfección", que emplea Mateo, por la de "misericordia": "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso" (v. 36). En la lógica de la espiritualidad evangélica no se da otra perfección que no sea la de un amor fraterno que revela nuestra identidad filial respecto a Dios; no hay otra meta hacia la que tender más que la de un amor que sabe perdonar porque ha experimentado el don del perdón; no existe ningún otro mandamiento para observar más que el de tender a la imitación de Dios, que es amor misericordioso, por medio de actos de bondad y de misericordia.

 

MEDITATIO

"Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso": así termina el fragmento evangélico de hoy, mientras que Mateo, en el texto paralelo, escribe: "Vosotros sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (5,48). Por qué esta diferencia? Se trata acaso de una contradicción o hemos de buscar en otra dirección? Comenzaremos por señalar que, probablemente, la de Lucas podría ser la redacción más próxima a las palabras del Jesús histórico: nos viene espontáneamente a la cabeza pensar que Mateo, como buen judío convertido, tienda a señalar a sus destinatarios una meta de perfección según las exigencias de la nueva Ley, la inaugurada por Jesús. De este modo, y según Mateo, el cristiano se sitúa en plena continuidad con la más auténtica espiritualidad veterotestamentaria. A Lucas le gusta recordar explícitamente una enseñanza, difundida también en el Primer Testamento, que caracteriza a Dios como amor misericordioso (cf. Ex 34,6; Dt 4,31; Sal 78,38; 86,15), por el simple hecho de que esto constituye el mensaje central de todo el magisterio de Jesús de Nazaret. Si consideramos bien las cosas, en efecto, cada palabra, cada parábola, cada gesto de Jesús, no hace otra cosa que poner de manifiesto la verdad del Dios-amor, grande y misericordioso, amor paciente e indulgente, amor preveniente e incondicionado.

Debemos señalar, por último, que, en Dios, la perfección y la misericordia se identifican, y Lucas, como buen pedagogo, quiere que la perfección del discípulo alcance la misma meta del Maestro: amar hasta la entrega de sí mismo, sin reservas ni intereses; amar hasta el extremo de las propias fuerzas, sin arrepentimientos ni revanchas; amar a todos siempre, sin exceptuar a nadie.

 

ORATIO

Oh Señor, el amor no fue, para ti, una discusión de salón, y mucho menos un sueño vago y abstracto; no lo consideraste una cualidad o adorno del yo de la que gloriarnos, no lo intercambiaste con el sentimentalismo romántico, no lo definiste, porque no es una realidad estática.

Al contrario, Señor, el amor para ti es un arco iris de colores que hemos de abrazar sin barreras entre blancos y negros, judíos y gentiles, griegos y romanos, jóvenes y viejos, hombre y mujer, amigos y enemigos, buenos y malos. Es un sentimiento dinámico e indefinible porque, como la vida, es constantemente engendrador de algo nuevo, está en la base de todas tus relaciones: Pedro, la viuda, el ladrón, Zaqueo, los pequeños, la adúltera, Lázaro y tantos otros. Oh Señor, para ti vivir significa amar: éste es el don más grande que nos dejaste. -*

 

CONTEMPLATIO

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dulce es el nombre de misericordia, hermanos muy amados; y, si el nombre es tan dulce, cuánto más no lo será la cosa misma? Todos los hombres la desean, mas, por desgracia, no todos obran de manera que se hagan dignos de ella; todos desean alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla.

Oh hombre, con qué cara te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo. Y, por esto, hermanos muy amados, ya que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en el cielo una misericordia a la que se llega a través de la misericordia terrena. Dice, en efecto, la Escritura: Señor, tu misericordia llega al cielo. Existe, pues, una misericordia terrena y humana, otra celestial y divina. Cuál es la misericordia humana? La que consiste en atender a las miserias de los pobres.

         Cuál es la misericordia divina? Sin duda, la que consiste en el perdón de los pecados. Todo lo que da la misericordia humana en este tiempo de peregrinación se lo devuelve después la misericordia divina en la patria definitiva. Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo él mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo quiere recibir en la tierra (Cesáreo de Arles, Sermón 25, 1, en CCL 103, lll s s ).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Pecando contra los hermanos y haciendo daño a su conciencia mal formada, pecáis contra Cristo" (1 Cor 8,12).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Viendo Dios que los hombres se hacen atraer por beneficios, quiso cautivarlos para su amor por medio de los suyos. Dijo por tanto: "Quiero atraer a los hombres para que me amen con aquellos lazos con que los hombres se hacen atraer, a saber: con los vínculos del amor". Esos fueron precisamente los dones que Dios hizo al hombre. Él, después de haberlos dotado de alma con potencias a su imagen, de memoria, intelecto y voluntad, así como de un cuerpo provisto de sentidos, creó para él el cielo y la tierra y tantas otras cosas, todas ellas por amor al hombre; a fin de que sirvieran al hombre y éste le amara por gratitud a tantos dones.

Pero Dios no se contentó con darnos todas estas hermosas criaturas. Para hacerse con todo nuestro amor, llegó a dársenos todo él mismo. El Padre eterno llegó a darnos a su mismo y único Hijo. Al ver que todos nosotros estábamos muertos y privados de su gracia a causa del pecado, qué hizo? Por su amor inmenso -más aún, como escribe el apóstol, por el excesivo amor que nos tenía-, mandó a su Hijo amado para que satisficiera por nosotros y para devolvernos así aquella vida que el pecado nos había arrebatado. Y al darnos a su Hijo (no perdonando a su Hijo para perdonarnos a nosotros), junto con el Hijo nos dio todo bien: su gracia, su amor y el paraíso (Alfonso Mª de Ligorio, Pratica di amare Gesü Cristo, I, 1 -5 [edición española: Práctica del amor a Jesucristo, Rialp, Madrid 1999]).

 

 

Día 13

Viernes semana XXIII del Tiempo ordinario o 13 de septiembre,

San Juan Crisóstomo  

Juan Crisóstomo nació en Antioquía hacia el año 349. Ordenado sacerdote, se entregó con gran celo a la predicación. En el año 397 fue llamado a la sede episcopal de Constantinopla, donde se puso enteramente al servicio del rebaño que le había sido confiado. Su palabra ciara e incisiva -hasta el punto de merecerle el sobre nombre de "Crisóstomo" ("boca de oro")- no perdonó la corrupción de la corte imperial. Así fue como, al incurrir en el odio de los poderosos, fue enviado al exilio. Primero a Bitinia, de donde fue llamado muy pronto por la reacción del pueblo; pero un segundo y más duro exilio en Armenia fue fatal para su salud. Murió el 14 de septiembre del año 407 en Comana Poética, en la actual Turquía.

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 9,16-19.22b-27

Hermanos:

16 Anunciar el Evangelio no es para mí un motivo de gloria; es una obligación que tengo, !y pobre de mí si no anunciara el Evangelio!

17 Merecería recompensa si hiciera esto por propia iniciativa, pero, si cumplo con un encargo que otro me ha confiado,

18 dónde está mi recompensa? Está en que, anunciando el Evangelio, lo hago gratuitamente, no haciendo valer mis derechos por la evangelización.

19 Siendo como soy plenamente libre, me he hecho esclavo de todos para ganar a todos los que pueda.

22 He tratado de adaptarme lo más posible a todos para salvar como sea a algunos.

23 Y todo esto lo hago por el Evangelio, del cual espero participar.

24 No sabéis que, en las carreras del estadio, todos corren, pero solamente uno alcanza el premio? Corred de tal manera que lo alcancéis.

25 Los atletas se abstienen de todo con el fin de obtener una corona corruptible, mientras que nosotros aspiramos a una incorruptible.

26 Yo, pues, corro no como a la ventura, lucho no como quien azota el aire,

27 sino que disciplino mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, después de enseñar a los demás, quede yo descalificado.

 

**• Al igual que en el capítulo 4, también en éste se ve obligado Pablo a defender no tanto su propia persona como su obra de apóstol en medio de la comunidad cristiana de Corinto. No han faltado, en efecto, algunos que -entre otras cosas- le acusaban de obrar por interés en el ejercicio de su ministerio, como si buscara alguna recompensa material o, por lo menos, una afirmación personal. La reacción de Pablo se articula en unos cuantos pasajes fundamentales.

En primer lugar, afirma que es una "obligación" para él, y no un motivo de gloria, predicar el Evangelio (v. 16): emerge aquí la psicología del siervo-esclavo, esto es, del que se ha puesto libremente al servicio de su Señor y no puede sustraerse a esta obligación concreta. Pablo sabe que es un mandado y que no puede hacer huelga en la viña del Señor. Más aún, afirma Pablo: "!Y pobre de mí si no anunciara el Evangelio!" (v. 16b): se sabe sometido constantemente al juicio de Dios, de quien espera todo veredicto de fidelidad o infidelidad. La amenaza que siente pesar sobre él, lejos de quitarle el espíritu de iniciativa, le invita a tomar siempre nuevas iniciativas apostólicas. La única recompensa que espera es la de predicar gratuitamente el Evangelio, que, de manera gratuita, le ha sido confiado (cf. Mt 10,8).

En la cima de todas sus preocupaciones está ese santo orgullo que le lleva a decir: "Todo esto lo hago por el Evangelio" (v. 23). Es hermoso e instructivo señalar esta total concentración física y espiritual de Pablo en su ministerio, en el que se manifiesta cada vez más generoso, cada vez más desinteresado, cada vez más consagrado (cf. también 2 Cor 6,3-10; Flp 3,7-14).

 

Salmo Responsorial

!Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Salmo 83,3.4.5-6.12


Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
R/.
!Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío.
R/.
!Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza
al preparar su peregrinación.
R/.
!Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Porque el Señor es sol y escudo,
él da la gracia y la gloria;
el Señor no niega sus bienes
a los de conducta intachable.
R/.
!Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

 

 

Evangelio: Lucas 6,39-42

En aquel tiempo, Jesús

39 les puso también esta parábola: -Puede un ciego guiar a otro ciego? No caerán ambos en el hoyo?

40 El discípulo no es más que su maestro, pero el discípulo bien formado será como su maestro.

41 Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo?

42 Y cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que te saque la mota que tienes en el ojo", cuando no ves la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces verás bien para sacar la mota del ojo de tu hermano.

 

**• La paja o la mota en la viga: éste podría ser el título del fragmento evangélico que hemos leído hoy en la liturgia de la Palabra. En efecto, la enseñanza de Jesús versa sobre este gran contraste y se dirige a sus contemporáneos para ponerles en guardia contra el peligro de la presunción, que lleva a la ruina, precisamente como a los fariseos, que, en materia de presunción, no tenían rival. Estas palabras de Jesús van dirigidas a los discípulos: se trata de una parábola -escribe Lucas- que no tiene ciertamente necesidad de explicaciones, porque desmantela con toda claridad la actitud interior propia de quien ejerce un ministerio de guía respecto a sus hermanos. A contraluz aparece una insistente invitación de Jesús a la humildad, a la verdadera humildad, en virtud de la cual el que es guía no se erige en juez de los hermanos, sino que, a lo sumo, se expone voluntariamente a la recíproca corrección fraterna.

Del discurso parabólico pasa Jesús, de una manera insensible, a un discurso expositivo: "El discípulo no es más que su maestro", y a un discurso provocador: "Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano?... Y cómo puedes decir a tu hermano?... !Hipócrita!" (w. 41ss).

La intención de Jesús es suscitar actitudes de vida comunitaria en aquellos a quienes confía su Evangelio, esto es, su propuesta de vida nueva. No hay verdadera espiritualidad cristiana sin la práctica de los mandamientos y, más aún, sin una adhesión total a la novedad evangélica. En labios de Jesús, el discurso sobre la mota y la viga se convierte así en una invitación, más insistente que nunca, a asumir con valor nuestras propias responsabilidades y a no caer en las trampas que, en su tiempo, habían enredado la práctica de los fariseos.

 

MEDITATIO

Las palabras que hemos escuchado describen bien la  figura y la vida de san Juan Crisóstomo. Como profundo conocedor del misterio de Cristo y brillante predicador, se negó a un fácil éxito al precio de componendas.

Sin embargo, mostró a lo vivo las exigencias de la vocación cristiana, censurando valientemente la inmoralidad de la corte imperial; y por eso padeció la persecución y el exilio, mostrándose "humilde, amable y paciente" (cf. Ef 4,2). Como pastor bueno y solícito con las necesidades del pueblo, supo sacrificar su \ida para defender la integridad de la fe del rebaño que le había sido confiado.

Su luminosa doctrina, su extensa obra homilética y la liturgia que de él toma nombre son un vínculo de unidad entre las Iglesias.

 

ORATIO

Santo Dios, Tú habitas entre tus santos. Tú eres alabado por los serafines con el himno que te proclama tres veces santo y glorificado por los querubines y adorado por todos los poderes celestiales. Tú has creado todo de la nada. Tú creaste al hombre y a la mujer a tu imagen y semejanza y los adornaste con todos los dones de tu gracia. Tú das sabiduría y entendimiento al suplicante y no te olvidas del pecador, sino que has establecido el arrepentimiento como camino de la salvación.

Has permitido que nosotros, tus indignos siervos, estemos ahora delante de la gloria de tu santo altar y te ofrezcamos adoración y alabanza. Maestro, acepta este himno que te proclama tres veces santo también de los labios de nosotros, pecadores, y asístenos con tu bondad. Perdona nuestras transgresiones voluntarias e involuntarias, santifica nuestras almas y nuestros cuerpos y concédenos poder adorarte y servirte en santidad todos los días de nuestra vida, por la intercesión de la santa

Madre de Dios y de todos los santos en quienes te has complacido a través de todos los tiempos (Juan Crisóstomo, Trisagion).

 

CONTEMPLATIO

Mira, deseo aliviar una vez más las llagas de tu tristeza.

Qué es lo que turba tu alma? No tienes que abatirte; sólo hay una cosa a la que debes temer, oh Olimpíade, una única prueba: el pecado y nada más, no he cesado nunca de repetírtelo; todo lo demás son fábulas, ya se trate de insidias o de odios o calumnias o insultos o acusaciones o confiscaciones o exilios o espadas afiladas o alta mar u hostilidades de todo el mundo. Sea cual sea la naturaleza de estos males, son efímeros y caducos, porque golpean a un cuerpo mortal, sin traer consigo ningún daño al alma vigilante. Nada de cuanto sucede te debe turbar: ora sin cesar al Dios al que adoras, que haga un signo sólo y todo se disolverá en un instante.

Mas si, a pesar de tus oraciones, no se ha disuelto nada, es porque Dios actúa así a menudo: no disuelve las desventuras desde el comienzo, repito, sino cuando han llegado a su cumbre; entonces, de un trazo lo transforma todo en bonanza y dirige la situación hacia desenlaces inesperados. En efecto, Dios puede concedernos no sólo los beneficios que esperamos y deseamos, sino muchos más e infinitamente más grandes.

No te turbes, pues; mantente, más bien, siempre llena de gratitud y de alabanza a Dios, por todo; invócale, ruégale, suplícale. El Señor no se deja sorprender por las situaciones difíciles, aunque todo se haya precipitado a una ruina extrema (Juan Crisóstomo, Lettere dall'esilio, Milán 1975, pp. 73ss).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y medita durante el día la Palabra: "Para mí, la vida es Cristo, y morir significa una ganancia" (Flp 1,21).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La crisis de valores que estamos viviendo y la quiebra actual de los ideales nos invitan a hacer nuestra la experiencia de los antiguos Padres de la fe, comprometiéndonos a reconstruir con ellos una humanidad más justa y más pura, y a liberarnos a nosotros y a los demás de la alienación y de la agresividad. Por eso es actual la compunción -que para Juan Crisóstomo es la revuelta interior contra el mal-. Modelo de conversión radical es este mismo santo, que ya de joven abrazó la aspereza de la soledad contra el ambiente corrupto y corruptor. El Evangelio -repetirá con frecuencia- proclama bienaventurados no a los opresores, ni a los poderosos, sino a los que tienen hambre de justicia y a los que saben comprenderlos; no a los lujuriosos, sino a los limpios de corazón capaces de mirar las cosas de aquí abajo a la luz de Dios; no a los violentos, sino a los portadores de paz. Nunca se cansó de recordar estos principios a sus fieles.

El amor, para los cristianos, es caridad divina que une a los hermanos. En las cartas del exilio, es impresionante la vuelta de Juan Crisóstomo al tema del amor a Dios y al prójimo, de la caridad sentida como pasión viva y casi loca, fuente de verdadera alegría, cima de la pureza. Es hombre, en el sentido cabal del término, quien vive la unión entre los hermanos recordando a Dios en cada uno de ellos. Es capaz de comprender este amor -añade- sólo quien está en sintonía con el corazón de Cristo (C. Riggi, "Introduzione", en Juan Crisóstomo, La vera conversione, Roma 1984, pp. 7-9 [edición española: La verdadera conversión, Ciudad Nueva, Madrid 1997]).

 

 

Día 14

Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre)

 

La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz nació en Jerusalén y se extendió después por todo el Oriente, donde aún se celebra como la de la Pascua. El 13 de septiembre del año 335 fue consagrada la basílica de la Resurrección mandada construir por Elena y Constantino y al día siguiente se recordó al pueblo el significado profundo de la iglesia, mostrando lo que quedaba de la cruz del Salvador. En Roma se conocía ya a comienzos del siglo VI la existencia de una fiesta de la Santa Cruz como recuerdo de la recuperación de la reliquia, pero sólo hacia mediados del siglo VII se empezó a mostrar -el 14 de septiembre- el lignum crucis a la veneración del pueblo, como signo e instrumento de salvación.

 

LECTIO

Primera lectura: Número 21,4b-9

En aquellos días, el pueblo comenzó a impacientarse

5 y a murmurar contra el Señor y contra Moisés, diciendo: -Por qué nos habéis sacado de Egipto para hacernos morir en este desierto? No hay pan ni agua, y estamos ya hartos de este pan tan liviano.

6 El Señor envió entonces contra el pueblo serpientes muy venenosas que los mordían. Murió mucha gente de Israel,

7 y el pueblo fue a decir a Moisés: -Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que aleje de nosotros las serpientes.

8 Moisés intercedió por el pueblo y el Señor le respondió: -Hazte una serpiente de bronce, ponla en un asta y todos los que hayan sido mordidos y la miren quedarán curados.

9 Moisés hizo una serpiente de bronce y la puso en un asta. Cuando alguno era mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.

 

**• El autor del libro de los Números narra en los capítulos 20-21 las últimas peripecias de los judíos en el desierto, antes de su entrada en la tierra prometida. El pueblo murmura porque no tiene lo que desea; se rebela, no soporta el cansancio del camino (v. 2) a causa del hambre {"estamos ya hartos de este pan tan liviano") y de la sed (v. 5). Cegado por tales molestias, no consigue reconocer el poder de Dios, ya no tiene fe en el Señor; más aún, le consideran como alguien que envenena la vida. Dios manifiesta su juicio de castigo respecto al pueblo enviando serpientes venenosas (v. 6). Frente a la experiencia de la muerte, los judíos reconocen el pecado cometido alejándose de Dios y piden perdón. Y como la serpiente con su mordedura resultaba letal, así ahora su imagen de bronce puesta encima de un asta se vuelve motivo de salvación física para todo el que hubiera sido mordido.

El evangelio de Juan reconocerá en la serpiente de bronce levantada por Moisés en el desierto la prefiguración profética del levantamiento del Hijo del hombre crucificado.

 

Salmo Responsorial

No olvidéis las acciones del Señor.

Salmo 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38 .

 

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza,
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado.

R. No olvidéis las acciones del Señor.

Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios altísimo su redentor.

R. No olvidéis las acciones del Señor.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza.

R. No olvidéis las acciones del Señor.

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor.

R. No olvidéis las acciones del Señor.

 

Evangelio: Juan 3,13-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

13 Nadie ha subido al cielo, a no ser el que vino de allí, es decir, el Hijo del hombre.

14 Lo mismo que Moisés levantó la serpiente de bronce en el desierto, el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto,

15 para que todo el que crea en él tenga vida eterna.

16 Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él.

 

**- Los vv. 13-17 del evangelio de Juan forman parte del extenso discurso que responde a la pregunta de Nicodemo y en el que pone de manifiesto la necesidad de la fe para tener la vida eterna y escapar del juicio de condena. Jesús, el Hijo del hombre (v. 13), procede del seno del Padre; es el que "vino de allí" (v. 13), el único que ha visto a Dios y puede comunicar su proyecto de amor, cuya realización se encuentra en el don del Hijo unigénito. Jesús se compara con la serpiente de bronce (cf. Nm 21,4-9), afirmando que el pleno cumplimiento de cuanto pasó en el desierto tendrá lugar cuando él sea levantado en alto, es decir, en la cruz (v. 14), para la salvación del mundo (v. 17). Todo el que le mire con fe, es decir, todo el que crea que el Cristo crucificado es el Hijo de Dios, el salvador, tendrá la vida eterna.

El hombre, al acoger en él el don del amor del Padre, pasa de la muerte del pecado a la vida eterna. Sobre el fondo de este texto aparece el cuarto canto del "Siervo de YHWH" (cf. Is 52,13ss), donde volvemos a encontrar unidos los verbos "levantar" y "glorificar". Se comprende, por tanto, que Juan quiere presentar la cruz, punto extremo de la ignominia, como cumbre de la gloria.

 

MEDITATIO

Cada vez que leemos la Palabra de Dios crece en nosotros la certeza de que Jesús da pleno cumplimiento a la historia del pueblo hebreo y a nuestra historia: en efecto, no vino a abolir, sino a dar cumplimiento. Jesús es aquel que ha bajado del cielo, aquel que conoce al Padre, que está en íntima unión con él ("El Padre y yo somos uno": Jn 10,30), y ha sido enviado por el Padre para revelar el misterio salvífico, el misterio de amor que se realizará con su muerte en la cruz. Jesús crucificado es la manifestación máxima de la gloria de Dios. Por eso, la cruz se convierte en símbolo de victoria, de don, de salvación, de amor.

Todo lo que podamos entender con la palabra "cruz" - a saber: el dolor, la injusticia, la persecución, la muerte - es incomprensible si lo miramos con ojos humanos.

Sin embargo, a los ojos de la fe y del amor aparece como medio de configuración con aquel que nos amó primero. Así las cosas, ya no vivimos el sufrimiento como un fin en sí mismo, sino que se convierte en participación en el misterio de Dios, camino que nos conduce a la salvación.

Sólo si creemos en Cristo crucificado, es decir, si nos abrimos a la acogida del misterio de Dios que se encarna y da la vida por toda criatura; sólo si nos situamos frente a la existencia con humildad, libres de dejarnos amar para ser a nuestra vez don para los hermanos, seremos capaces de recibir la salvación: participaremos en la vida divina de amor.

Celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz significa tomar conciencia en nuestra vida del amor de Dios Padre, que no ha dudado en enviarnos a Cristo Jesús: el Hijo que, despojado de su esplendor divino y hecho semejante a nosotros los hombres, dio su vida en la cruz por cada ser humano, creyente o incrédulo (cf. Flp 2,6-11). La cruz se vuelve el espejo en el que, reflejando nuestra imagen, podemos volver a encontrar el verdadero significado de la vida, las puertas de la esperanza, el lugar de la comunión renovada con Dios.

 

ORATIO

Oh cruz, inefable amor de Dios y gloria del cielo.

Cruz, salvación eterna; cruz, miedo de los réprobos.

Oh cruz, apoyo de los justos, luz de los cristianos,

por ti Dios encarnado se hizo esclavo en la tierra;

por medio de ti ha sido hecho en Dios rey en el cielo;

por ti ha salido la verdadera luz,

la noche maldita ha sido vencida.

Tú hiciste hundirse para los creyentes

el panteón de las naciones;

eres tú el alma de la paz

que une a los hombres en Cristo mediador.

Eres la escalera por la que el hombre sube al cielo.

Sé siempre para nosotros, tus fieles, columna y ancla;

rige nuestra morada.

Que en la cruz se consolide nuestra fe,

que en ella se prepare nuestra corona.

(Paulino de Ñola.)

 

CONTEMPLATIO

Elevándose, pues, a Dios a impulsos del ardor seráfico de sus deseos y transformado por su tierna compasión en aquel que a causa de su extremada caridad quiso ser crucificado: cierta mañana de un día próximo a la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, mientras oraba en uno de los flancos del monte, vió bajar de lo más alto del cielo a un serafín que tenía seis alas tan ígneas como resplandecientes. En vuelo rapidísimo avanzó hacia el lugar donde se encontraba el varón de Dios, deteniéndose en el aire. Apareció entonces entre las alas la efigie de un hombre crucificado, cuyas manos y pies estaban extendidos a modo de cruz y clavados a ella. Dos alas se alzaban sobre la cabeza, dos se extendían para volar y las otras dos restantes cubrían todo su cuerpo.

Ante tal aparición, quedó lleno de estupor el santo y experimentó en su corazón un gozo mezclado de dolor. Se alegraba, en efecto, con aquella graciosa mirada con que se veía contemplado por Cristo bajo la imagen de un serafín; pero, al mismo tiempo, el verlo clavado a la cruz era como una espada de dolor compasivo que atravesaba su alma.

Estaba sumamente admirado ante una visión tan misteriosa, sabiendo que el dolor de la pasión de ningún modo podía avenirse con la dicha inmortal de un serafín.

Por fin, el Señor le dio a entender que aquella visión le había sido presentada así por la divina Providencia para que el amigo de Cristo supiera de antemano que había de ser transformado totalmente en la imagen de Cristo crucificado no por el martirio de la carne, sino por el incendio de su espíritu.

Así sucedió, porque al desaparecer la visión dejó en su corazón un ardor maravilloso, y no fue menos maravillosa la efigie de las señales que imprimió en su carne ("Leyenda mayor", en Fuentes franciscanas, versión electrónica).

 

ACTIO

Repite a menudo y medita durante el día: "El Hijo del hombre tiene que ser levantado en la cruz, para que todo el que crea en él tenga vida eterna" (cf.Jn 3,14-15).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Jesús conquista a los hombres por la cruz, que se convierte en el centro de atracción, de salvación para toda la humanidad.

Quien no se rinde a Cristo crucificado y no cree en él no puede obtener la salvación. El hombre es redimido en el signo bendito de la cruz de Cristo: en ese signo es bautizado, confirmado, absuelto.

El primer signo que la Iglesia traza sobre el recién nacido y el último con el que conforta y bendice al moribundo es siempre el santo signo de la cruz. No se trata de un gesto simbólico, sino de una gran realidad.

La vida cristiana nace de la cruz de su Señor, el cristiano es engendrado por el Crucificado, y sólo adhiriéndose a la cruz de su Señor, confiando en los méritos de su pasión, puede salvarse.

Ahora bien, la fe en Cristo crucificado debe hacernos dar otro paso. El cristiano, redimido por la cruz, debe convencerse de que su misma vida debe estar marcada - y no sólo de una manera simbólica- por la cruz del Señor, o sea, que debe llevar su impronta viva. Si Jesús ha llevado la cruz y en ella se inmoló, quien quiera ser discípulo suyo no puede elegir otro camino: es el único que conduce a la salvación porque es el único que nos configura con Cristo muerto y resucitado.

La consideración de la cruz nunca debe ser separada de la consideración de la resurrección, que es su consecuencia y su epílogo supremo. El cristiano no ha sido redimido por un muerto, sino por un Resucitado de la muerte en la cruz; por eso, el hecho de que Jesús llevara la cruz debe ser confortado siempre con el pensamiento del Cristo crucificado y por el del Cristo resucitado (G. di S. M. Maddalena, Infinita divina, Roma 1980, pp. 342ss).

 

 

 

Día 15

Domingo XXIV del tiempo ordinario

 

Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.- La devoción a la Virgen de los Dolores se remonta a los primeros años del segundo milenio, como desarrollo de la "compasión" con María !uxta crucem Jesu. Esta devoción fue formulada litúrgicamente en tierras germanas, concretamente en Colonia, el año 1423. Sixto IV insertó en el misal romano la memoria de Nuestra Señora de la Piedad. La atención hacia María "dolorosa" se fue desarrollando gradualmente en la forma de los Siete Dolores, representados en las siete espadas que traspasan el corazón de la madre de Cristo. La extensión a la Iglesia latina en 1727 fue favorecida por los Siervos de María, que la celebraban desde 1668. La colocación en el 15 de septiembre se remonta a Pío X (1903-1914). En el calendario litúrgico de 1969 se la denomina memoria de Nuestra Señora la Virgen de los Dolores.

 

LECTIO

Primera lectura: Isaías 50,5-9a

5 El Señor me ha abierto el oído y yo no me he resistido ni me he echado atrás.

6 Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba; no volví la cara ante los insultos y salivazos.

7 El Señor me ayuda, por eso soportaba los ultrajes, por eso endurecí mi rostro como el pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

8 Mi defensor está cerca, quién me quiere denunciar? !Comparezcamos juntos! Quién me va a acusar? !Qué venga a decírmelo!

9 Sabed que me ayuda el Señor: Quién me condenará?

 

        **• Este fragmento forma parte del llamado "Tercer canto del Siervo de YHWH" (IS 50,4-11). La misteriosa figura del "siervo" (un profeta?, el pueblo de Israel?) está presentada como la de un discípulo fiel. El Señor le ha hecho capaz de escuchar la Palabra (v. 5) que le dirige a diario a fin de que la transmita a los hombres de su tiempo, en los cuales han disminuido la fuerza y la confianza (v. 4). La fidelidad del discípulo a la misión recibida encuentra la oposición de aquellos a quienes ha sido enviado. Latigazos, ultrajes (mesar la barba), insultos y salivazos: la persecución se ensaña con la persona del anónimo siervo, pero él no se echa atrás (v. 6), fortalecido con la certeza de que YHWH está cerca de él.

        No verá decepcionada su confianza: por eso puede hacer frente a sus enemigos de manera resuelta (v. 7) e incluso desafiarles llamándoles a juicio (v. 8). El Señor le ayuda (v. 9a) y le hace justicia (v. 8a). Todo intento perverso de acusar y condenar al siervo resultará vano (vv. 8b.9a), porque Dios es testigo y garante de su justicia e inocencia.



Salmo responsorial
Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos

Salmo 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9

Amo al Señor,
porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
<<Señor, salva mi vida>>.

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.



Segunda lectura: Santiago 2,14-18

14 De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe si no tiene obras? Podrá acaso salvarle la fe?

15 Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano,

16 y uno de vosotros les dice: "Id en paz, calentaos y saciaos", pero no les da lo necesario para su cuerpo, de qué sirve?

17 Así también la fe: si no tiene obras, está muerta en sí misma.

18 También se puede decir: "Tú tienes fe, yo tengo obras; muéstrame tu fe sin las obras, que yo por las obras te haré ver mi fe".

 

        *•• Existe una preocupación central en la carta de Santiago: la fractura que opone, por una parte, a la Palabra  de Dios escuchada y la fe proclamada y, por otra, la vida cotidiana. Se trata de una fractura que no sólo impide conseguir la salvación (v. 14), sino que procura la muerte produciendo la ilusión de lo contrario.

        Este pasaje ha sido leído por algunos como antítesis a la teología paulina de la salvación por mediación exclusiva de la fe. En realidad, es más correcto leer las vigorosas afirmaciones de Santiago como una llamada lanzada a los que, radicalizando las palabras de Pablo, las tergiversan, como si la relación con Dios se agotara en una adhesión interior a él. La fe auténtica, por el contrario, no puede dejar de manifestarse en gestos de amor, que obedecen a la Palabra del Señor. De otro modo, la fe resulta ineficaz, falsa: una ilusión (v. 17). Igualmente, sería inexistente -si no sarcástico- un amor afirmado de palabra que no prestara ayuda concreta a la persona amada (vv. 15ss).

        Santiago se sitúa aquí en la misma línea que la parábola del juicio narrada por el evangelista Mateo (cf. Mt 25,31-46): reconoce como seguidores de Jesús a los que, aun sin tener una fe explícita en su presencia, han socorrido a los necesitados, a los desamparados, a los despreciados... en sus necesidades. El apóstol Juan dice de una manera sintética en su primera carta: "Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con hechos y de verdad" (1 Jn 3,18). La fe o se traduce en vida de amor o simplemente no existe. Mientras que las obras revelan la fe de quien las realiza -sea consciente o inconsciente de lo que hace-, no es verdad lo recíproco (v. 18).

        La salvación, por tanto, es don de Dios que ha de ser acogido creyendo en él, y las obras constituyen la respuesta positiva del hombre a ese don. "No todo el que me dice: !Señor, Señor! entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos" (Mt 7,21).

 

Evangelio: Marcos 8,27-35

En aquel tiempo,

27 Jesús salió con sus discípulos hacia las aldeas de Cesárea de Filipo y por el camino les preguntó: -Quién dice la gente que soy yo?

28 Ellos le contestaron: -Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, y otros, que uno de los profetas.

29 El siguió preguntándoles: -Y vosotros quién decís que soy yo? Pedro le respondió: -Tú eres el Mesías.

30 Entonces Jesús les prohibió terminantemente que hablaran a nadie acerca de él.

31 Jesús empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía padecer mucho, que sería rechazado por los ancianos, Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley; que lo matarían y, a los tres días, resucitaría.

32 Les hablaba con toda claridad. Entonces Pedro lo tomó aparte y se puso a increparle.

33 Pero Jesús se volvió y, mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: -!Ponte detrás de mí, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.

34 Después, Jesús reunió a la gente y a sus discípulos y les dijo: -Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga.

35 Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia la salvará.

 

        *• Con este pasaje llega a un punto de atraque el itinerario que el evangelio de Marcos ha propuesto hasta aquí. Mediante el relato de las acciones de Jesús y las palabras con que las acompaña, el evangelista ha intentado hacer emerger la respuesta a la pregunta fundamental sobre la identidad de Jesús, cuyo nombre se había hecho famoso (cf. Me 6,14). Ahora es el mismo Jesús quien explicita la pregunta: "Quién dice la gente que soy yo?" (v. 27). El grupo de los discípulos, erigiéndose en portavoz de las expectativas mesiánicas de Israel, refiere que Jesús es considerado como Juan el Bautista, o bien Elías -cuyo retorno debía preceder a la venida del Mesías (cf. Mal 3,1)- o algún profeta, cuya falta ya se advertía desde hacía mucho tiempo.

        Y cuando Jesús plantea la pregunta directa: "Y vosotros, quién decís que soy yo?" (v. 29), Pedro, prototipo del discípulo, profesa su propia fe en Jesús reconociéndolo como Cristo, es decir, "mesías", "salvador". Los gestos que Jesús ha realizado, y que Marcos ha narrado en los ocho primeros capítulos de su evangelio, manifiestan el cumplimiento de las profecías mesiánicas. De este modo encuentra su explicación el primer atributo con el que el evangelista calificó a Jesús en el comienzo de su libro (cf. Me 1,1b).

        De ahora en adelante, su relato empieza a dar razón del segundo atributo: "Hijo de Dios" (Mc 1,1c). Esta segunda parte del evangelio, que será ratificada con otra profesión de fe, la de un pagano (el centurión: cf. 15,39), se abre con la autopresentación de Jesús, que esboza el modo como entiende y vive su propio mesiazgo: no como triunfo o éxito, sino como humillación y sufrimiento (v. 31). Con su reacción (v. 32), Pedro se muestra ahora como prototipo de quien sigue una lógica diferente respecto a la de Dios, a la que se opone como Satanás. Jesús se muestra resuelto cuando recuerda a Pedro su lugar, que es detrás de él, único Maestro (v. 33), y cuando precisa a todos las condiciones necesarias para ser discípulo suyo. Es menester dar la vuelta al propio modo de pensar de cada uno, a la imagen de Dios que se ha construido, a los objetivos que se había fijado. Es preciso seguir los pasos de Jesús. Hace falta proyectar nuestra - existencia no como posesión egoísta y autosatisfactoria, sino como entrega (vv. 34ss).

 

MEDITATIO

        Quién es para mí Jesús? La pregunta nos viene dirigida directamente. Nosotros somos hoy los discípulos que, habiendo vivido con Jesús, están invitados a pronunciarse sobre él. Puede resultar sencillo repetir una fórmula aprendida en el catecismo o asumir una posición aceptable por la mayoría sin una excesiva implicación personal: Jesús es el Señor, Jesús es un gran hombre, Jesús es el protector de los débiles... Quién es para mí Jesús? Toda respuesta suena vacía si no afecta a mi vida, si no expresa mi compromiso con él. Sí, Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, el que nos ha revelado el amor del Padre por todos y en particular por los indefensos. Reconocerle y aceptarle como tal, invocarle como Señor, adquiere su significado pleno si, en consecuencia, le sigo en su camino. El amor que Jesús nos da y nos hace conocer es el amor de quien da la vida por los otros y paga cualquier precio con tal de permanecer fiel a ese amor. Jesús es verdaderamente nuestro Señor, si nosotros, dejando de lado nuestros proyectos mezquinos, asumimos el suyo, sin dejarnos condicionar por la mentalidad corriente, absolutamente centrada en el beneficio y en el culto a nosotros mismos.

        Nuestras obras expresan la verdad de nuestra decisión, de nuestra respuesta a la pregunta sobre la identidad de Jesús.

 

ORATIO

        Perdóname, Señor Jesús: también hoy he tenido miedo del rechazo y de la burla. No he conseguido seguirte en tu camino y me he rebajado a pactos con los criterios que, en este mundo, permiten estar de la parte de los vencedores. Tú elegiste el amor y fuiste escarnecido, no te creyeron y, por último, te mataron. Nunca dejaste de amar ni de demostrar amor: lo que decías lo ponías en práctica. Fuiste un derrotado para las crónicas mundanas, pero en el silencio de una aurora de primavera, resucitaste de la muerte. El amor, nos dijiste, es la única salvación, y creer en ti derrota todo abuso, todo egoísmo tiránico.

    Perdóname, Señor Jesús, cuando expreso mi fe sólo de palabra, cuando me refugio en el escondite del "así hacen todos", en vez de saborear los espacios abiertos de tus caminos, a lo largo de los cuales se experimenta la alegría de dar la vida por los hermanos.

 

CONTEMPLATIO

        Quien se libera del hombre viejo y de sus obras reniega de sí mismo y puede decir: " Ya no soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí"; toma, en efecto, su cruz y es un crucificado para el mundo. Y el que ha crucificado en sí mismo el mundo, ése sigue al Señor crucificado. Pedro, que se escandalizó con el anuncio de la muerte del Señor, fue regañado severamente por el mismo Jesús: de este modo, los discípulos se vieron invitados a renegar de sí mismos, a tomar su cruz y a seguir al Maestro con el ánimo de quien se encuentra siempre en peligro de muerte.

        A las palabras amargas les siguen las alegres, y el Señor anuncia: "El Hijo del hombre vendrá en la gloria del Padre con sus ángeles". Si temes la muerte, escucha la gloria del que triunfa. Si te espanta la cruz, escucha el homenaje que le rinden los ángeles. "Y entonces", añade el Señor, "dará a cada uno según sus obras". No hay distinción entre judíos y paganos, entre hombres y mujeres, entre pobres y ricos, porque no son las personas, sino las obras las que serán sometidas a juicio (Jerónimo, Commento alvangelo di Matteo, Roma 1969, pp. 167ss).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Que yo muestre, Señor, con mis obras mi fe en ti".

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

        Quién es Jesucristo para Ignacio Silone? Es la expresión más elevada, más pura, más fecunda de la humanidad. En él se encarnan y se sintetizan esos valores que constituyen la base de toda civilización y que determinan la verdad -es decir, la autenticidad y la grandeza- de todo hombre.

        No elaboró un sistema filosófico o teológico, ni siquiera fundó una religión; no estableció pactos con el poder, no lisonjeó los bajos instintos del hombre, no vaciló en proponer una doctrina moral fuera de todos los esquemas, incluso "escandalosa", no tuvo miedo de ir contracorriente ni de introducir el desorden. Encarnando su mensaje en su persona, proclamó algunas verdades "locas", aunque sublimes y fecundas. En L'aventura d'un povero cristiano, Pier Celestino dirige a Bonifacio VIII estas palabras: "Pero si se despoja al cristianismo de sus llamadas cosas absurdas para hacerlo agradable al mundo, tal como es, y apto para el ejercicio del poder, qué queda de él? Sabéis que la racionabilidad, el sentido común, las virtudes naturales existían, ya antes de Cristo, y se encuentran también ahora en muchos que no son cristianos. Qué es lo que Cristo nos ha traído de más? Precisamente, algunas cosas absurdas en apariencia. Nos ha dicho: amad la pobreza, amad a los humillados y a los ofendidos, amad a vuestros enemigos, no os preocupéis por el poder, por la carrera, por los honores; son cosas efímeras, indignas de almas inmortales..." (p. 244).

        A causa de sus "absurdos", Jesús se ve o bien rechazado, o bien domesticado, o bien escarnecido. [El] prefirió el patíbulo de la cruz después de haber proclamado que quien quiera seguirle debe renegar de sí mismo y tomar su cruz. Pero los detentadores del sentido común y, sobre todo, los sacerdotes "cuentan con una experiencia secular en el arte de hacer la cruz inocua" (// seme sotto la nevé, p. 159). Aliándose con el poder, han reducido el cristianismo a instrumento de estabilidad social, pese a que aquél se fundamenta en la injusticia. Todo eso es traicionar a Cristo. Sustituyendo la imagen de Jesús crucificado y agonizante por la del Jesús "clerical, resucitado y triunfante", ha traicionado la Iglesia a su Señor. Afortunadamente para nosotros, no puede impedir "que, de vez en cuando, algunos cristianos sencillos tomen la cruz en serio y actúen como locos" (// seme sotto la nevé, p.159), ofreciéndose, a cuantos quieran verlo, como auténticos testigos de Jesús (F. Castelli, Volti ai Gesú nella letteratura moderna, Cinisello B. 1987).

 

 

Día 16

Lunes semana XXIV del Tiempo ordinario o 16 de septiembre,

Santos Cornelio y Cipriano  

Cornelio, nacido en Roma, fue elegido papa el año 251, después de quince meses de sede vacante por la persecución de Dedo. El emperador Cayo Vibio Treboniano Galo le desterró a Civitavecchia, donde murió el 14 de septiembre. Fue sepultado en las catacumbas de S. Calixto.

Cipriano, en cambio, había nacido en Cartago en torno al año 200, de padres paganos. Fue bautizado el año 248, poco después recibió las órdenes sagradas y fue elegido obispo de su ciudad. Sufrió el martirio bajo Valeriano el 14 de septiembre del año 258. Escribió varios tratados y cartas.

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 11,17-26

Hermanos: no puedo alabar el que vuestras reuniones os perjudiquen en lugar de aprovecharos.

18 En primer lugar, ha llegado a mis oídos que, cuando os reunís en asamblea, hay entre vosotros divisiones. Y en parte lo creo,

19 pues hasta es conveniente que haya disensiones entre vosotros, para que salgan a la luz los auténticos cristianos.

20 El caso es que, cuando os reunís en asamblea, ya no es para comer la cena del Señor,

21 pues cada cual empieza comiendo su propia cena, y así resulta que mientras uno pasa hambre, otro se emborracha.

22 Pero es que no tenéis vuestras casas para comer y beber? En tan poco tenéis la Iglesia de Dios, que no os importa avergonzar a los que no tienen nada? Qué voy a deciros? Esperáis que os felicite? !Pues no es como para felicitaros!

23 Por lo que a mí toca, del Señor recibí la tradición que os he transmitido, a saber, que Jesús, el Señor, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, entregado por vosotros; haced esto en memoria mía".

25 Igualmente, después de cenar, tomó el cáliz y dijo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; cuantas veces bebáis de él, hacedlo en memoria mía".

26 Así pues, siempre que coméis de este pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que él venga.

 

*+- La institución de la eucaristía es una enseñanza recibida de la tradición apostólica que se remonta a Jesús (v. 23), y Pablo tiene el deber de transmitirla a las distintas comunidades. Sobre el valor histórico de estos dos verbos ("recibir"-"transmitir") meditaremos más adelante; aquí vamos a considerar el valor que, según Pablo, tiene la celebración eucarística para la vida de la comunidad cristiana de Corinto.

La eucaristía es, en primer lugar una llamada, una vocación divina: no puede ni debe ser reducida a una mera convergencia de diferentes sujetos, aunque sea con intenciones respetables y dignas de alabanza. Al contrario, cada vez que la comunidad se reúne para celebrar la eucaristía, obedece a una invitación-mandato del Señor Jesús. Dicho aún con mayor precisión, la eucaristía es un hacer memoria del Señor muerto y resucitado: no puede ni debe ser alterada su fuerza sobrenatural, que nos pone en comunión personal con aquel de quien hacemos memoria.

La fórmula "Haced esto en memoria mía" (w. 24ss), que Pablo comparte con Lucas (22,19), no deja lugar a ninguna duda. Los exégetas señalan que Jesús no pretende dejar aquí a sus discípulos un testamento cualquiera, sino un auténtico memorial (según la terminología técnica hebrea: zíkkarón).

Hoy, con una terminología exquisitamente más teológica, diríamos "memoria eficaz y actualizadora", capaz de producir lo que significa. La eucaristía es también comer la cena del Señor: no puede ni debe ser alterada esta dimensión convival de la eucaristía. Éste es el signo elegido por Jesús, un signo que la tradición apostólica respeta de manera escrupulosa; a falta de este signo, no tendríamos el fruto de la presencia sacramental de Jesús y de la eficacia salvífica de su muerte y resurrección.

 

Salmo Responsorial

Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

Salmo 39,7-8a.8b-9.10.17


Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.»
R/. Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

<<Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.>>
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
R/. Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R/.
Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: <<Grande es el Señor>>
los que desean tu salvación.
R/.
Proclamad la muerte del Señor, hasta que vuelva

 

 

Evangelio: Lucas 7,1-10

En aquel tiempo,

1 cuando Jesús terminó de hablar al pueblo, entró en Cafarnaún.

2 Había allí un centurión que tenía un criado a quien quería mucho y que estaba muy enfermo, a punto de morir.

3 Oyó hablar de Jesús y le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniese a curar a su criado.

4 Los enviados, acercándose a Jesús, le suplicaban con insistencia: -Merece que se lo concedas

5 porque ama a nuestro pueblo y ha sido él quien nos ha edificado la sinagoga.

6 Jesús los acompañó. Estaban ya cerca de la casa cuando el centurión envió unos amigos a que le dijeran: -Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa,

7 por eso no me he atrevido a presentarme personalmente a ti, pero basta una palabra tuya para que mi criado quede curado.

8 Porque yo, que no soy más que un subalterno, tengo soldados a mis órdenes y digo a uno: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace.

9 Al oír esto Jesús, quedó admirado y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: -Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.

10 Y al volver a la casa, los enviados encontraron sano al criado.

 

*"• El relato de la curación que Lucas nos refiere en este fragmento se concentra más en la fe que obtiene el milagro que en el milagro mismo. La figura del centurión pagano asume de este modo un valor emblemático: no hay duda de que Lucas desea entregarnos un modelo tomado precisamente del mundo pagano.

La fe del centurión se compone de humildad y de confianza: ambas actitudes lo hacen no sólo abierto al don que va a recibir, sino también a la comunidad de los discípulos de Jesús, a la que pueden pertenecer personas de diferente extracción sociológica. Hay un detalle que nos sorprende y que tiene una gran actualidad. Mientras los ancianos judíos recomiendan el centurión a Jesús en virtud de algunos favores que les había hecho ("Merece que se lo concedas": v. 4), el centurión envía a decir a Jesús: "Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa" (v. 6). Está claro que para Jesús son más eficaces estas palabras, marcadas por una humildad grande y sincera, que las otras –demasiado interesadas- con las que los ancianos le formulan su recomendación.

Señalemos, por último, que, como Mateo, también Lucas considera este hecho un preludio de la llegada de los paganos a la Iglesia: el asunto le interesa aún más porque él y sólo él sentirá la necesidad de dedicar la segunda parte de su obra, los Hechos de los Apóstoles, a este gran acontecimiento. Se entrevé así el tema de la apertura universalista de la salvación traída por Jesús.

 

MEDITATIO

Cipriano a Cornelio, hermano en el episcopado:

Sabemos, amadísimo hermano, de tu fe, de tu fortaleza y de tu abierto testimonio. Todo ello te honra a ti y me proporciona a mí tanta alegría que me hace considerarme partícipe y socio de tus méritos y de tus empresas.

Siendo, en efecto, una la Iglesia, uno e inseparable el amor, única e inseparable la armonía de los corazones, qué sacerdote, al proclamar las alabanzas de otro sacerdote, no se alegrará como de su propia gloria? Y qué hermano no se sentirá feliz con la alegría de los propios hermanos? Ciertamente, no podéis imaginaros el contento y la gran alegría que hemos tenido aquí al saber de vosotros cosas tan hermosas y conocer las pruebas de fortaleza que estáis dando.

Tú has sido el guía de los hermanos en la defensa de la fe, y la misma confesión del guía se ha fortalecido todavía más con el testimonio de los hermanos. Así, mientras has precedido a los otros en el camino de la gloria, y mientras te has mostrado dispuesto a confesar el primero y por todos, has persuadido también al pueblo a confesar la misma fe. Por todo esto, nos resulta difícil expresaros qué es lo que más debemos elogiar en vosotros, si tu fe pronta e inquebrantable o la inseparable caridad de los hermanos. Se ha manifestado en todo su esplendor el valor del obispo como guía de su pueblo, y se ha mostrado luminosa y grande la fidelidad del pueblo en plena solidaridad con su obispo. Por medio de todos vosotros, a Iglesia de Roma ha dado su magnífico testimonio, toda ella unida en un solo espíritu y una sola voz.

De este modo ha brillado, hermano queridísimo, la fe que el apóstol comprobaba y elogiaba en vuestra comunidad. Ya entonces preveía él mismo y celebraba casi proféticamente su valor y su indomable fortaleza. Ya entonces reconocía los méritos que os darían tanta gloria.

Exaltaba las empresas de los padres, previendo las de sus hijos. Con su plena concordia, con su fortaleza, habéis dado a todos los cristianos un luminoso ejemplo de unión y de constancia.

Queridísimo hermano, el Señor, en su providencia, nos avisa que es inminente la hora de la prueba. Dios, en su bondad y en su premura por nuestra salvación, nos da sus benéficos consejos de cara a nuestro próximo combate. Pues bien, en nombre de la caridad, que nos une recíprocamente, ayudémonos perseverando con todo el pueblo en ayunos, en vigilias y en la oración.

Éstas son para nosotros las armas celestiales que nos harán firmes, fuertes y perseverantes. Éstas son las armas espirituales y los dardos divinos que nos protegerán.

Recordémonos mutuamente en la concordia y fraternidad espiritual. Roguemos siempre y en todo lugar los unos por los otros y busquemos cómo aliviar nuestros sufrimientos con la mutua caridad (Carta 60, 1-2; CSL III, 691-692, 694-695).

 

ORATIO

Cuando yacía postrado en las tinieblas de la noche, cuando zozobraba en medio del mar borrascoso de este mundo y andaba vacilante en el camino del error sin saber qué sería de mi vida, desviado de la luz de la verdad, imaginaba que sería difícil y duro, en mi situación, lo que me prometía la divina misericordia: que uno pudiera renacer y que -animado de una nueva vida por el baño del agua de salvación- dejara lo que había sido y cambiara el hombre viejo de espíritu y mente, aunque permaneciera en el mismo cuerpo humano. Cómo es posible, me decía, tal transformación? [...] Esto me decía una y mil veces a mí mismo. Pues, como me hallaba retenido y enredado en tantos errores de mi vida anterior, de los que no creía poder desprenderme, yo mismo condescendía con mis vicios inveterados y, desesperando de enmendarme, fomentaba mis males como hechos naturales en mí. Pero después que quedaron borradas con el agua de regeneración las manchas de la vida pasada y se infundió la luz en mi espíritu transformado y purificado, después que me cambió en un hombre nuevo por un segundo nacimiento la infusión del Espíritu celestial, al instante se aclararon las dudas de modo maravilloso, se abrió lo que estaba cerrado, se disiparon las tinieblas, se volvió fácil lo que antes me parecía difícil, se hizo posible lo que creía imposible. De modo que pude reconocer que provenía de la tierra mi anterior vida carnal sujeta a los pecados y que era cosa de Dios lo que ahora estaba animado por el Espíritu Santo (Cipriano de Cartago).

 

CONTEMPLATIO

Algunas sentencias de sabiduría de san Cipriano:

"Nunca le faltará la luz a quien tiene la Luz en su corazón. Nunca le faltará la luz ni el sol a quien tiene a Cristo como luz y como sol".

"No son los mártires quienes hacen el Evangelio, sino que por medio del Evangelio es corno se llega a mártir".

"No puede tener a Dios por padre quien no tiene a la Iglesia como madre".

"No puede poseer la túnica de Cristo quien escinde y divide a su Iglesia".

"No es posible dividir la unidad".

"Nada le faltará a quien tiene a Dios consigo, con tal de que no le falte Dios".

 

ACTIO

Repite y medita con frecuencia durante el día este pensamiento de san Cipriano: "Dios no busca nuestra sangre, sino nuestra fe".

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La compleja y atribulada vida religiosa de Cipriano nos conduce ante todo a una realidad: amar a Dios es amar a la Iglesia.

Es ésta una verdad grande, comprometedora, aunque, desgraciadamente, muy desatendida en nuestros días. El Señor no se ha separado de sus fieles, precisamente por la Iglesia. Una Iglesia cuyas culpas y sombras no ignoró el obispo Cipriano, pero una Iglesia a la que amó también de una manera impresionante.

Precisamente, la unidad parece ser uno de los temas más entrañables a Cipriano: "La Iglesia es sólo una, como la luz, aunque los rayos del sol sean muchos". Cómo no ver aquí una llamada muy seria dirigida también a nosotros? Hoy, que sentimos la tentación de enfatizar las disparidades, incluso notables, que existen entre pueblo y pueblo en el modo de vivir la propia fe, las palabras de Cipriano nos invitan a favorecer de todas las maneras posibles la unidad y a superar cualquier barrera individualista, conscientes de nuestra vocación a creer en un solo Señor, dirigidos a un solo Padre, bajo la acción de un solo Espíritu.

A siglos de distancia, el mismo mensaje nos sigue interpelando de manera ardiente. Seremos capaces, serán capaces nuestras comunidades de prestar una humilde y obediente escucha a ejemplo de la primera Iglesia? (A. Ballestrero, "Presentazione", en Crisüant con coraggio, Roma 1985, 7-9, passim).

 

 

 

Día 17

Martes semana XXIV del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 12,12-14.27-31a

Hermanos:

12 del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, por muchos que sean, no forman más que un cuerpo, así también Cristo.

13 Porque todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos recibido un mismo Espíritu en el bautismo, a fin de formar un solo cuerpo, y todos hemos bebido también del mismo Espíritu.

14 Por su parte, el cuerpo no está compuesto de un solo miembro, sino de muchos.

27 Ahora bien, vosotros formáis el cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro.

28 Y Dios ha asignado a cada uno un puesto en la Iglesia: primero están los apóstoles, después los que hablan en nombre de Dios, a continuación los encargados de enseñar, luego vienen los que tienen el don de hacer milagros, de curar enfermedades, de asistir a los necesitados, de dirigir la comunidad, de hablar un lenguaje misterioso.

29 Son todos apóstoles? Hablan todos en nombre de Dios? Enseñan todos? Tienen todos el poder de hacer milagros

30 o el don de curar enfermedades? Hablan todos un lenguaje misterioso o pueden todos interpretar ese lenguaje?

31 En todo caso, aspirad a los carismas más valiosos.

 

**• Tras haber tratado sobre los sacramentos del bautismo y de la eucaristía como acontecimientos centrales en la vida de los primeros cristianos de Corinto, Pablo dedica tres capítulos de esta carta suya a la problemática de las relaciones entre los carismas y los ministerios en el interior de la misma comunidad.

Al comienzo del capítulo 12, Pablo afirma que la autenticidad de los carismas depende de la pureza de la profesión de fe: "Nadie que hable movido por el Espíritu de Dios puede decir: "Maldito sea Jesús". Como tampoco nadie puede decir: "Jesús es Señor", si no está movido por el Espíritu Santo" (v. 3). Existe, por tanto, una pluralidad de carismas, pero su fuente es una sola: la divina Trinidad (w. 4-6). Inmediatamente después, afirma el apóstol que la manifestación del Espíritu Santo a través de los diversos carismas ha sido dada a cada uno para la utilidad común, o sea, para el bien de toda la comunidad.

En este punto se inserta el discurso más exquisitamente teológico: Pablo quiere hacer comprender que los dones que recibimos y los servicios que estamos llamados a prestar tienen su fundamento en la gracia que recibimos por medio de los sacramentos, en virtud de los cuales formamos un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Todos, en efecto, "hemos recibido un mismo Espíritu en el bautismo" y "todos hemos bebido también del mismo Espíritu" para formar un solo cuerpo (v. 13).

La unidad no suprime la diversidad de los miembros, de los dones y de los ministerios; al contrario, la garantiza y la exalta reconduciéndola a su fuente divina (dicho con mayor precisión, trinitaria) y la orienta a su destino comunitario (dicho de modo más exacto, eclesial).

 

Salmo Responsorial

Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

Salmo 99


Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.
R/.
Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre.
R/.
Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

<<El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.>>
R/. Somos un pueblo y ovejas de su rebaño

 

 

Evangelio: Lucas 7,11-17

11 En aquel tiempo, Jesús se marchó a un pueblo llamado Naín, acompañado de sus discípulos y de mucha gente.

12 Cerca ya de la entrada del pueblo, se encontraron con que llevaban a enterrar al hijo único de una viuda. La acompañaba mucha gente del pueblo.

13 El Señor, al verla, se compadeció de ella y le dijo: -No llores.

14 Y acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon. Entonces dijo: -Muchacho, a ti te digo: levántate.

15 El muerto se incorporó y se puso a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.

16 El temor se apoderó de todos, y alababan a Dios diciendo: -Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios ha visitado a su pueblo.

17 La noticia se propagó por toda la región de los judíos y por toda aquella comarca.

 

**- Este fragmento es exclusivo de Lucas, y por eso podemos analizarlo con la intención de recoger algunas características típicas del tercer evangelista. Es una tarea que no resultará difícil.

Los exégetas señalan que a Lucas le gusta relacionar a Jesús con el profeta Elias {cf. 1 Re 17,10-24) y también con el profeta Eliseo (2 Re 4,18-37): en ambos casos se narra la resurrección de dos hijos únicos de madres viudas.

Sabemos asimismo que Lucas presta una atención particular a las mujeres, tanto en el tercer evangelio como en los Hechos. También aquí la figura de la madre viuda que ha perdido a su único hijo produce un impacto en Jesús, el cual "al verla, se compadeció de ella y le dijo: No llores" (v. 13). En esta atención particular de Jesús no debemos reconocer sólo un rasgo de su psicología, sino también, desde un punto de vista histórico, la opción realizada por él en favor de los débiles y de los marginados, y está fuera de toda duda que la mujer, en aquella sociedad, pertenecía a esta categoría de personas.

Por último, Jesús es aclamado como profeta; más aún, como "un gran profeta" (v. 16): según Lucas, este título tiene una peculiar carga de significado. Jesús es profeta no sólo por lo que "dice", y lo ha manifestado desde el primer gran discurso pronunciado en la sinagoga de Nazaret (4,14ss), sino también por lo que "hace" (acciones, gestos, amenazas) y, sobre todo, por el modo como se comporta (siente compasión, o sea, se conmueve por dentro compartiendo el sufrimiento de aquella madre). De este modo se manifiesta Jesús como un profeta en el sentido más cabal del término: no sólo porque lleva la Palabra de la revelación de parte de Dios, sino también porque se pone completamente de parte de los hombres.

 

MEDITATIO

Quien lea completo el capítulo 12 de la primera Carta a los Corintios podrá captar el pensamiento de Pablo en toda su extensión y genialidad. Como ya hemos señalado, el primer pensamiento de Pablo tiene que ver con la relación entre los carismas y los ministerios, por un lado, y la ortodoxia de la fe, por otro. Ésta debe ser el punto de referencia de la ortopraxis.

En segundo lugar, el apóstol considera indispensable probar la relación entre los carismas recibidos y su origen trinitario. Seguimos estando en el ámbito de la fe, pero es evidente que Pablo habla aquí no de una Trinidad abstracta o hiperuránica, sino de la Trinidad "económica", esto es, considerada en relación con nuestra vida y con la vida de la comunidad. El paso posterior que establece Pablo tiene que ver con la relación entre la dimensión personal y la dimensión comunitaria de los carismas particulares: obviamente, para acabar con toda pretensión de privatizar el don divino y constreñirlo a intereses individuales o de categoría.

Tras la relación entre carismas-ministerios y vida sacramental (de lo que ya hemos hablado en la lee do), Pablo ilustra ulteriormente su pensamiento con un doble apólogo: en el primero, haciendo hablar a los miembros del cuerpo humano, hace comprender que la belleza y la armonía de una comunidad se basan en la variedad de sus miembros, todos solícitos en contribuir al bienestar de la misma comunidad. De este modo se expresa el principio de la complementariedad en orden a la unidad.

En el segundo apólogo, el apóstol ilustra otra ley, típica del cuerpo humano y de toda auténtica comunidad, incluida la cristiana. Se trata del principio de la subsidiariedad, por el que todos los miembros, incluidos los más nobles, tienen necesidad de los otros, hasta de los más humildes. En consecuencia, no puede haber división en la comunidad, del mismo modo que no debe haber división en el cuerpo humano (12,15-26).

 

ORATIO

Con la vida, Señor, nos has confiado a cada uno de nosotros una misión para que la llevemos a término, pero una misión que también hemos de defender contra quienes, por ignorancia o por interés, intentan imponernos otra. !Oh Señor, haznos fuertes!

Con la vida, Señor, nos has otorgado cualidades únicas e irrepetibles que nos hacen idóneos para llevar a cabo nuestro servicio, en el mundo y en la Iglesia, para tu gloria, para nuestra realización y para el bien de los hermanos. !Oh Señor, haznos disponibles!

Con la vida, Señor, nos has sumergido en el mundo que cada uno de nosotros, con su nota característica, debe contribuir a mejorar, conscientes de que notas diferentes conducen a una bellísima armonía y resultan indispensables para la realización de tu único designio de salvación. !Oh Señor, haznos solidarios! Con la vida, Señor, nos has hecho partícipes de tu vida: iconos vivientes de tu vida de amor y de comunión, señores de lo creado para tu gloria. !Oh Señor, danos un corazón agradecido y humilde!

 

CONTEMPLATIO

Además, el mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al Pueblo de Dios por los sacramentos y los ministerios, y lo enriquece con las virtudes, sino que "distribuye sus dones a cada uno según quiere" (1 Cor 12,11), reparte entre los fieles de cualquier condición incluso gracias especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia según aquellas palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad" (1 Cor 12,7).

Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo.

Los dones extraordinarios no hay que pedirlos temerariamente, ni hay que esperar de ellos con presunción los frutos de los trabajos apostólicos, sino que el juicio sobre su autenticidad y sobre su aplicación pertenece a los que presiden la Iglesia, a quienes compete sobre todo no apagar el Espíritu, sino probarlo todo y quedarse con lo bueno (cf. 1 Tes 5,19-21) (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 12).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Vosotros formáis el cuerpo de Cristo y cada uno por su parte es un miembro" (1 Cor 12,27).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Señor, a nosotros nos resulta más fácil reconocer tu presencia en la hostia consagrada que en los miles de hermanos y hermanas miserables que sufren y penan por las calles y en los arrabales de todo el mundo. Cómo podemos pasar por las calles de la ciudad con el pan, signo de tu presencia y de tu deseo de un mundo nuevo y en el que se comparta, indiferentes a los niños y a los adultos que yacen abandonados por nosotros? Concédenos la gracia de adorar tu presencia en el pan eucarístico de modo que reconozcamos y honremos tu presencia en todo ser humano, sobre todo en los hermanos y en las hermanas más marginados...

Si te presentas en una "favela" distribuyendo alimentos y vestidos, todos te aclamarán como un benefactor, pero si, en cambio, te aventuras a poner el dedo en la llaga y denuncias las causas de tanta miseria, entonces te acusarán de subversivo, de "comunista".

Si revolución es sinónimo de cambio radical y profundo, entonces yo soy un revolucionario, porque deseo reformas de base sin más pérdida de tiempo. !Ya llevamos un siglo de retraso! Forma parte de nuestro deber intentar lo posible y lo imposible para poner fin al escándalo del siglo XX: dos tercios de la humanidad se encuentran sumergidos aún en una situación de miseria y de hambre (Dom Hélder Cámara).

 

 

Día 18

Miércoles semana XXIV del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 12,31-13,13

Hermanos:

12,31 en todo caso, aspirad a los carismas más valiosos. Pero aún, os voy a mostrar un camino que supera a todos.

13,1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como campana que suena o címbalo que retiñe.

2 Y aunque tuviera el don de hablar en nombre de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque mi fe fuese tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy.

3 Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

4 El amor es paciente y bondadoso; no tiene envidia, ni orgullo, ni jactancia.

5 No es grosero, ni egoísta; no se irrita ni lleva cuentas del mal;

6 no se alegra de la injusticia, sino que encuentra su alegría en la verdad.

7 Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo aguanta.

8 El amor no pasa jamás. Desaparecerá el don de hablar en nombre de Dios, cesará el don de expresarse en un lenguaje misterioso, y desaparecerá también el don del conocimiento profundo.

9 Porque ahora nuestro saber es imperfecto, como es imperfecta nuestra capacidad de hablar en nombre de Dios;

10 pero cuando venga lo perfecto, desaparecerá lo imperfecto.

11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, razonaba como niño; al hacerme hombre, he dejado las cosas de niño.

12 Ahora vemos por medio de un espejo y oscuramente; entonces veremos cara a cara. Ahora conozco imperfectamente, entonces conoceré como Dios mismo me conoce.

13 Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelente de todas es el amor.

 

*• En el centro de los capítulos dedicados a la relación entre carismas y ministerios, Pablo pone el llamado "Himno al amor", una de las páginas más bellas de sus cartas y, tal vez, también de todo el Nuevo Testamento.

El apóstol, en primer lugar, lleva buen cuidado en presentar el amor como el carisma más grande, como el camino mejor, como el que supera a todos. Por consiguiente, está claro que el "Himno al amor" no es para Pablo un puro desahogo espiritual y evasivo, sino que quiere que sea considerado en lo concreto de una vida cristiana, individual y comunitaria, que necesita un centro, además de un fundamento. Pablo recomienda a los primeros cristianos que aprendan a amar como Dios ama: por los mismos motivos, con la misma intensidad, de un modo lineal e incondicionado, con una carga afectiva inagotable. En segundo lugar, el apóstol deja entender que los cristianos deben amar como Cristo ama: con la disponibilidad total de sí mismos, con una plena apertura a los otros, con el deseo de caminar juntos. Por último, Pablo demuestra que, por su propia naturaleza, el amor cristiano -cuyo nombre es más exactamente "caridad"- está ligado indisolublemente a la fe y ala esperanza (con ellas forma una tríada de fundamental importancia: las llamadas "virtudes teologales"), pero, comparada con ellas, la caridad es netamente superior, precisamente por su origen divino, por su participación cristológica y por su destino comunitario.

 

Salmo Responsorial

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Salmo 32


Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones.
R/.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.
R/.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

 

 

Evangelio: Lucas 7,31-35

En aquel tiempo, dijo el Señor:

31 Con quién compararé a los hombres de esta generación? A quién se parecen?

32 Se parecen a esos muchachos que se sientan en la plaza y, unos a otros, cantan esta copla: "Os hemos tocado la flauta y no habéis danzado; os hemos entonado lamentaciones y no habéis llorado".

33 Porque vino Juan el Bautista, que no comía ni bebía, y dijisteis: "Está endemoniado".

34 Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: "Ahí tenéis a un comilón y a un borracho, amigo de los publicanos y pecadores".

35 Pero la sabiduría ha quedado acreditada por todos los que son sabios.

 

*" Tras haber comparado a Jesús con el profeta Elías, ahora Lucas lo considera en relación con Juan el Bautista.

Las diferencias entre ambos son evidentes y significativas, pero el objetivo principal del evangelista consiste en dar a conocer el favor con el que el pueblo, tras haber seguido a Juan, acoge ahora a Jesús, y en desmantelar la actitud falaz e incrédula de los fariseos y de los maestros de la Ley. De ahí que sea necesario leer también los w. 29ss, que preceden a este fragmento evangélico.

Jesús, para censurar a sus contemporáneos, se vale de una comparación que deja entrever su duro juicio. La pregunta del v. 31 es, a buen seguro, retórica, y debemos referirla no a todos los contemporáneos de Jesús, sino sólo (cf. w. 33ss) a aquellos que no han escuchado al precursor y ahora no quieren prestar oído a la predicación del Nazareno. La comparación presenta a algunos niños obstinados en su negativa a participar tanto en la alegría de las bodas como en la tristeza de los funerales. Semejante obstinación hace pensar en aquella otra con la que algunos judíos rechazaron la Palabra de Dios, personificada en Jesús. No es la diferente actitud de Juan y de Jesús lo que justifica su reacción, sino únicamente su corazón, que se ha vuelto impermeable a toda invitación a la penitencia y a la conversión. Desde un punto de vista histórico, merecen atención dos expresiones; la primera se refiere a Juan: "Está endemoniado " (v. 33), y la otra a Jesús: "Ahí tenéis a un comilón y aun borracho, amigo de los publícanos y pecadores" (v. 34). Son dos modos un tanto expeditivos, aunque claramente reveladores de una mentalidad cerrada en sí misma y únicamente capaz de condenar sin piedad.

La expresión final, relativa a la sabiduría "acreditada por todos los que son sabios" (Mateo escribe: "por sus obras"), nos hace pensar en otra categoría, diametralmente opuesta, de personas. Se trata de esas que andan a la búsqueda de la verdad, se dejan interpelar por toda predicación auténtica y se abren al Espíritu de Dios, que obra a través de las palabras y las obras de Jesús.

 

MEDITATIO

Tras haber analizado el "Himno al amor", queremos preguntarnos ahora sobre el valor de las palabras con las que lo introduce Pablo: "Aspirad a los carismas más valiosos. Pero aún os voy a mostrar un camino que supera a todos".

Nos preguntamos: por qué presenta Pablo el amor como "un camino que supera a todos"? En primer lugar, porque contempla a contraluz la caridad con la que Jesús nos amó hasta morir y resucitar. Nos encontramos de nuevo ante el misterio pascual, que, como ya hemos dicho, se halla en el vértice de toda la enseñanza de Pablo en esta carta suya. Se trata, por tanto, de la via crucis, que se vuelve también via lucis para quien, con todas sus fuerzas, se mantiene fiel a las reglas del discipulado y, por consiguiente, a la ley fundamental del amor. También Lucas, discípulo de Pablo, en los Hechos (9,2; 22,4; 24,22), pretendiendo caracterizar con una imagen dinámica el cristianismo como seguimiento de Cristo, lo presenta como "el camino" y no como una doctrina, aunque algunas traducciones van en este sentido. La imagen orienta necesariamente a la realidad, y ésta, según Lucas, puede ser caracterizada como la comunidad de los que han elegido ir por los caminos del mundo para recordar a todos que sólo Cristo Jesús es el camino que hemos de recorrer para llegar a la salvación.

En este marco general podemos comprender con mayor facilidad la carga de significado inserta en la autodefinición de Jesús: "Yo soy el camino", referida por Juan (14,6). De este modo, la reflexión teológica del Nuevo Testamento llega a su cima, sobre todo porque el evangelista Juan deja entender con claridad que Jesús es "el camino" por ser "la verdad y la vida".

 

ORATIO

!Oh Señor, libéranos de un corazón endurecido! Así eran los corazones de los fariseos y de los maestros de la Ley, encerrados en su testarudez y en su presunta justicia, cegados por el poder, por la ambición y por el orgullo de no ser segundos de nadie.

!Oh Señor, abre nuestro corazón a tu luz! Sólo así nuestra inteligencia, activada por un bien superior, descubierto pero no experimentado aún, podrá remover los obstáculos que la bloquean en su egoísmo, y nuestra voluntad podrá orientarse hacia ti, sin perder tiempo o sin esconderse detrás de miedos injustificados.

!Señor, danos un corazón sencillo! Sólo de este modo no se nos comparará con los niños caprichosos que rechazan toda invitación; al contrario, como niños intrépidos podremos aventurarnos en el mundo de tus maravillas, encantados de tu amor misterioso, imposible de catalogar, y de seguir descubriendo siempre cosas nuevas con renovado ardor.

!Oh Señor, haz que nuestro corazón sea semejante al tuyo! No es, a buen seguro, una pretensión ni siquiera una veleidad lo que te pedimos. Hay en nosotros un vivo deseo de conocer tus pensamientos, de compartir tus proyectos y de andar por tus caminos.

 

CONTEMPLATIO

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. La acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales. No hay duda de qué acequia se trata, pues dice el salmista: El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Y el mismo Señor dice en los evangelios: Al que beba del agua que yo le daré, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva, que salta hasta la vida eterna. Y en otro lugar: El que cree en mí, como dice la Escritura, de sus entrañas manarán torrentes de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Así pues, esta acequia está llena del agua de Dios. Pues, efectivamente, nos hallamos inundados por los dones del Espíritu Santo, y la corriente que rebosa del agua de Dios se derrama sobre nosotros desde aquella fuente de vida. También encontramos ya preparado nuestro alimento. Y de qué alimento se trata? De aquel mediante el cual nos preparamos para la unión con Dios, ya que, mediante la comunión eucarística de su santo cuerpo, tendremos, más adelante, acceso a la unión con su cuerpo santo. Y es lo que el salmo que comentamos da a entender cuando dice: Preparas los trigales, porque este alimento ahora nos salva y nos dispone además para la eternidad.

A nosotros, los renacidos por el sacramento del bautismo, se nos concede un gran gozo, ya que experimentamos en nuestro interior las primicias del Espíritu Santo cuando penetra en nosotros la inteligencia de los misterios, el conocimiento de la profecía, la palabra de sabiduría, la firmeza de la esperanza, los carismas medicinales y el dominio sobre los demonios sometidos. Estos dones nos penetran como llovizna y, recibidos, proliferan en multiplicidad de frutos (Hilario de Poitiers, Comentario al salmo 64, en CSEL 22, 245ss).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Ahora subsisten estas tres cosas: la fe, la esperanza, el amor, pero la más excelente de todas es el amor" (1 Cor 13,13).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Debemos amar a Dios, éste es nuestro "primer deber"... Amarle significa obedecerle: "Quien me ama guardará mi Palabra". Si Dios nos manda, mediante la voz de sus representantes, seguirle en su vida pública y ser obreros evangélicos !unto a él, sigámosle en este trabajo, obedezcamos, obedezcamos siempre, e imitémosle en esta vida de evangelización, seamos también en ella pobres, abyectos, recogidos como él, seamos su imagen en todos los aspectos, tan pequeños, tan rebajados como él, "no más grandes que nuestro Maestro". Pero si no se nos llama a la vida del apóstol, entonces abstengámonos bien de darnos a nosotros mismos una vocación que sólo a Dios corresponde conceder, no nos arroguemos sus derechos y estemos atentos a no escogernos, a no enviarnos a nosotros mismos. Permanezcamos entonces !untos allí donde él, con su ejemplo, nos enseña a estar hasta que no seamos llamados a la vida de la evangelización, permanezcamos !unto a él en la humilde casa de Nazaret como obreros, artesanos, viviendo con el trabajo de un humilde oficio, pobres, abyectos, despreciados, oscuros, escondidos, recogidos en este retiro, en esta soledad, en este silencio, en esta sepultura que la pobreza tanto ayuda a obtener (Ch. de Foucauld, Opere spirituali: antología, Milán 1961, pp. 171ss [edición española: Obras espirituales, San Pablo, Madrid 1998]).

 

 

 

Día 19

Jueves semana XXIV del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 15,1-11

1 Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié, que recibisteis y en el que habéis perseverado.

2 Es el Evangelio que os está salvando, si lo retenéis tal y como os lo anuncié; de no ser así, habríais creído en vano.

3 Porque yo os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras;

4 que fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras;

5 que se apareció a Pedro y luego a los Doce.

6 Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía, si bien algunos han muerto.

7 Luego se apareció a Santiago y, más tarde, a todos los apóstoles.

8 Y después de todos se me apareció a mí, como si de un hijo nacido a destiempo se tratara.

9 Yo, que soy el menor de los apóstoles, indigno de llamarme apóstol por haber perseguido a la Iglesia de Dios.

10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Al contrario, he trabajado más que todos los demás; bueno, no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

11 En cualquier caso, tanto ellos como yo esto es lo que anunciamos y esto es lo que habéis creído.

 

**• Parece ser que entre los cristianos de Corinto se propagaba la duda sobre la verdad de la resurrección de Cristo, con perjuicio no sólo para la integridad de la fe cristiana, sino también para la unidad de la iglesia de Corinto. Pablo no puede eludir la cuestión e interviene más o menos así.

El acontecimiento de la resurrección de Cristo es objeto del testimonio apostólico: son muchos, y todos ellos dignos de fe, los que vieron el sepulcro vacío y vieron resucitado al Señor. Entre ellos estoy también yo –afirma Pablo-, que "por la gracia de Dios soy lo que soy" (v. 10). El acontecimiento de la resurrección de Jesús ha entrado también en la predicación apostólica. A partir de ella los apóstoles no sólo se adhirieron a la novedad de Cristo con todas sus fuerzas, sino que fueron investidos también para su tarea misionera. Si Cristo no hubiera resucitado, nuestra predicación sería vana -afirma Pablo - y nosotros habríamos trabajado en vano. El mismo acontecimiento de la resurrección de Cristo es objeto directo e inmediato de la fe de los primeros cristianos: si Cristo no hubiera resucitado, vana sería también vuestra fe - remacha el apóstol-, y nosotros seríamos las personas más infelices del mundo: infelices porque habríamos vivido engañados y nos sentiríamos decepcionados. Está claro, por tanto, que al servicio de este acontecimiento fundador del cristianismo está no sólo la tradición apostólica, sino también el testimonio de la comunidad creyente y de todo auténtico discípulo de Jesús.

 

Salmo Responsorial

Dad gracias al Señor porque es bueno

Salmo 117,1-2.16ab-17.28


Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
R/.
Dad gracias al Señor porque es bueno

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.»
No he de morir, viviré para contar
las hazañas del Señor.
R/.
Dad gracias al Señor porque es bueno

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
R/.
Dad gracias al Señor porque es bueno

 

 

Evangelio: Lucas 7,36-50

En aquel tiempo,

36 un fariseo invitó a Jesús a comer. Entró, pues, Jesús en casa del fariseo y se sentó a la mesa.

37 En esto, una mujer, una pecadora pública, al saber que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de alabastro lleno de perfume,

38 se puso detrás de Jesús junto a sus pies y, llorando, comenzó a bañar con sus lágrimas los pies de Jesús y a enjugárselos con los cabellos de la cabeza, mientras se los besaba y se los ungía con el perfume.

39 Al ver esto el fariseo que lo había invitado, pensó para sus adentros: "Sí éste fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que le está tocando, pues en realidad es una pecadora".

40 Entonces Jesús tomó la palabra y le dijo: -Simón, tengo que decirte una cosa. Él replicó: -Di, Maestro.

41 Jesús prosiguió: -Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta.

42 Pero como no tenían para pagar, le, les perdonó la deuda a los dos. Quién de ellos lo amará más?

43 Simón respondió: -Supongo que aquél a quien le perdonó más. Jesús le dijo: -Así es.

44 Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón: -Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa no me diste agua para lavarme los pies, pero ella ha bañado mis pies con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos.

45 No me diste el beso de la paz, pero ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.

46 No ungiste con aceite mi cabeza, pero ésta ha ungido mis pies con perfume.

47 Te aseguro que si da tales muestras de amor es que se le han perdonado sus muchos pecados; en cambio, al que se le perdona poco, mostrará poco amor.

48 Entonces dijo a la mujer: -Tus pecados quedan perdonados.

49 Los comensales se pusieron a pensar para sus adentros: "Quién es éste que hasta perdona los pecados?".

50 Pero Jesús dijo a la mujer: -Tu fe te ha salvado; vete en paz.

 

*+• En este fragmento evangélico se entrelazan dos temas de fondo: el primero asume un tono polémico y contempla a Jesús contrapuesto a un fariseo; el segundo, en cambio, tiene u n tono de propuesta y está ligado a la relación entre Jesús y la mujer pecadora. Considerando atentamente el relato advertimos, no obstante, que los dos temas se entrelazan y se iluminan recíprocamente.

Al fariseo le quiere hacer comprender Jesús que la persona no ha de ser considerada sólo a partir del exterior, ni siquiera sólo a partir de su experiencia anterior. Una mujer, aunque sea notoriamente pecadora, siempre es capaz de levantarse y emprender un camino nuevo. Lo único que necesita es encontrar, no hermanos hipercríticos y quizás también envidiosos, sino por lo menos un hermano que la comprenda y la redima. Y él, Jesús, ha venido para eso.

A la mujer le quiere hacer comprender Jesús que la vida vale, no por el cúmulo de las experiencias realizadas, por lo general negativas y deletéreas, sino por el encuentro central y decisivo con una persona capaz no sólo de comprender y perdonar, sino también de rescatar y renovar. Y él, Jesús, ha venido para eso.

A nosotros, destinatarios del Evangelio de Jesús, nos quiere hacer comprender que es la fe lo que nos salva: la fe en él, verdadero hombre, amigo de los hombres, especialmente de los pecadores, y verdadero Dios, el Dios hecho hombre, que se hizo amigo de los publicanos, de los pecadores y de las meretrices, el Dios capaz de perdonar todos nuestros pecados, el Dios que, con su Palabra consoladora y eficaz, nos dice también a cada uno de nosotros: "Tu fe te ha salvado; vete en paz" (v. 50).

 

MEDITATIO

Si la eucaristía constituye el centro de la fe cristiana -lo hemos estado meditando estos últimos días-, la resurrección de Jesús es la cumbre de su vida y de toda la historia de la salvación y, por consiguiente, también de nuestro camino de fe. En verdad, para usar las palabras del mismo apóstol Pablo, si ese acontecimiento no fuera real, se desmoronarían el testimonio apostólico y nuestra misma fe. Para profundizar en esta verdad podemos considerar algunas expresiones de este fragmento paulino.

La resurrección es, en primer lugar, un evangelio, una alegre noticia, precisamente porque en ella se manifiesta de modo luminoso la omnipotencia de Dios para salvar a toda la humanidad. Es una noticia bella destinada a embellecer nuestra historia personal y comunitaria, y a difundir belleza y armonía por todo el cosmos. La resurrección es el punto de llegada de la vida de Jesús y el punto de partida de la historia de la Iglesia: es cima y fuente. Constituye el punto de conexión entre la historia de Cristo y la historia de la Iglesia, creando entre ambas una unidad indisoluble. En consecuencia, nosotros no creemos en una verdad abstracta, sino en un acontecimiento histórico que nos compromete de manera personal y comunitaria. El acontecimiento de la resurrección de Jesús es también una promesa, porque ha abierto y abre de continuo una perspectiva de novedad de vida y de renovación de la historia para todo hombre y toda mujer de buena voluntad. Desde este punto de vista, la resurrección de Jesús puede ser considerada también como un acontecimiento inconcluso hasta que también nosotros resucitemos.

 

ORATIO

Oh Señor, la pecadora se convierte para todos nosotros en una llamada discreta, aunque vigorosa y provocadora, al amor incondicionado. Le perdonaste sus pecados de manera gratuita, enseñándonos la lógica del perdón, que da sin razones y sin intereses. Dar, pero sobre todo darse, es una cosa bella. Oh Señor, "tu misericordia es eterna".

A la pecadora le perdonaste mucho sólo porque hizo palanca sobre tu amor, enseñándonos la lógica del perdón, que valora a cada persona por el don que es. Donar, pero sobre todo perdonar, es una cosa bella. Oh Señor, "tu misericordia es eterna".

A la pecadora le entregaste el don de tu paz porque creyó en ti con fe, enseñándonos la lógica del abandono que ofrece compasión a quien se confía. Abandonar lo superfluo, pero sobre todo abandonarse a ti, es una cosa bella. Oh Señor, "tu misericordia es eterna".

 

CONTEMPLATIO

Hay dos cosas que son de la exclusiva de Dios: la honra de la confesión y el poder de perdonar. Hemos de confesarnos a él. Hemos de esperar de él el perdón.

Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios? Por eso, hemos de confesar ante él. Pero, al desposarse el Omnipotente con la débil, el Altísimo con la humilde, haciendo reina a la esclava, puso en su costado a la que estaba a sus pies. Porque brotó de su costado. En él le otorgó las arras de su matrimonio. Y, del mismo modo que todo lo del Padre es del Hijo, y todo lo del Hijo es del Padre, porque por naturaleza son uno, igualmente el Esposo dio todo lo suyo a la esposa, y la esposa dio todo lo suyo al Esposo, y así la hizo uno consigo mismo y con el Padre: Éste es mi deseo, dice Cristo, dirigiéndose al Padre a favor de su esposa, que ellos también sean uno en nosotros, como tú en mí y yo en ti Por eso, el Esposo, que es uno con el Padre y uno con la esposa, hizo desaparecer de su esposa todo lo que halló en ella de impropio, lo clavó en la cruz y en ella expió todos los pecados de la esposa. Todo lo borró por el madero. Tomó sobre sí lo que era propio de la naturaleza de la esposa y se revistió de ello; a su vez, le otorgó lo que era propio de la naturaleza divina. En efecto, hizo desaparecer lo que era diabólico, tomó sobre sí lo que era humano y comunicó lo divino. Y así es del Esposo todo lo de la esposa (Isaac de Stella, Sermón 11, en PL 194, 1728ss).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras" (1 Cor 15,3ss).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El Dios Uno y Trino, en un decreto de amor rebosante, llamó a los hombres a que fueran, en cierto modo, miembros de su familia trinitaria, que consiste en una inefable comunión de amor.

Por esta pietas suya, por la que ve en nosotros no sólo criaturas, sino hijos amados, se siente tan herido por nuestros pecados, se indigna tanto y experimenta tan viva misericordia por nosotros. A buen seguro, la "santa misericordia de Dios" exige corazones dispuestos a hacer penitencia, pero también este hecho es una prueba de que él nos considera como suyos. Su pietas -su amor de Padre, su sentido familiar- es superior a nuestros pecados: éstos son una violación de la pietas, del sentimiento de pertenecer a la familia divina, pero la pietas de Dios está más arraigada, es más tenaz que la nuestra; más aún, es ella también la que va despertando continuamente en nosotros el espíritu de adopción y del sentido de familia (B. Háring, Grazie e compito de! sacramenti, Roma 1965, p. 194 [edición española: La vida cristiana a la luz de los sacramentos, Herder, Barcelona 1972]).

 

 

Día 20

Viernes semana XXIV del Tiempo ordinario o 20 de septiembre,

Santos Andrés Kim, Pablo Chong y compañeros mártires  

A principios del siglo XVII, el cristianismo entró en Corea y el Evangelio se fue extendiendo por las familias con el testimonio de los laicos. Según los datos que se tienen, en el año 1836 entraron en Corea los primeros sacerdotes europeos. A partir de esas fechas, las autoridades coreanas comenzaron a perseguir a los cristianos. En esas persecuciones murieron estos dos santos !unto con otro centenar de mártires. Andrés Kim fue el primer sacerdote coreano, y Pablo Chong, un insigne misionero laico.

El día 19 de junio de 1988, Juan Pablo II los proclamó santos junto con otros 115 compañeros que derramaron su sangre por la fe en Cristo en el siglo XIX.

 

LECTIO

Primera lectura: 1 Corintios 15,12-20

Hermanos:

12 si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, por qué algunos de vosotros andan diciendo que no hay resurrección de los muertos?

13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha resucitado;

14 y si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como vuestra fe carecen de sentido.

15 Resulta incluso que somos falsos testigos de Dios, porque damos testimonio contra él al afirmar que ha resucitado a Jesucristo, siendo así que no lo ha resucitado, si en verdad los muertos no resucitan.

16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado.

17 Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe carece de sentido y seguís aún hundidos en vuestros pecados.

18 Y, por supuesto, también habremos de dar por perdidos a los que han muerto en Cristo.

19 Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres.

20 Pero no; Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte.

 

**• Si, por un lado, la resurrección de Jesús constituye el fundamento de nuestra fe, por otro, fundamenta nuestra esperanza: por esta verdad Pablo está dispuesto a jugarse su credibilidad personal, y lo hace con las cartas descubiertas.

Eso es lo que intuyó en el camino de Damasco y lo que le ha mantenido siempre en el curso de su vida apostólica: encontró a alguien que está vivo, a alguien que había vencido a la muerte. No tiene la menor duda de que de aquella victoria brota para todo creyente el don de esperar más allá de toda posibilidad humana. Se trata de una esperanza no sólo terrena, sino ultraterrena: por eso nosotros, los cristianos, no hemos de ser compadecidos, sino, al contrario, podemos consolar y confortar a los otros. En efecto, Cristo resucitado es "anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte" (v. 20), es "primogénito entre muchos hermanos" (Rom 8,29): tras él y gracias a él, el alegre acontecimiento de la resurrección es y será experimentado por todos aquellos que, mediante la fe, lo reciben como el Salvador.

La esperanza cristiana se expresa también en estos términos: la muerte ha sido derrotada; la vida nueva en Cristo ha sido inaugurada ya; en Cristo viviremos para siempre la plenitud de la vida en la totalidad de nuestro ser humano: cuerpo, alma y espíritu. No se trata, por tanto, de una esperanza equiparable a criterios humanos, sino de una esperanza-don, prenda de un bien futuro, que superará cualquier previsión humana.

 

Salmo Responsorial

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Salmo 16,1.6-7.8.15


Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.
R/.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.
R/.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
R/.
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor

 

 

Evangelio: Lucas 8,1-3

En aquel tiempo,

1 Jesús caminaba por pueblos y aldeas predicando y anunciando el Reino de Dios. Iban con él los Doce

2 y algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que había expulsado siete demonios;

3 Juana, mujer de Cusa, administrador de Herodes; Susana y otras muchas que le asistían con sus bienes.

 

**• Al final de esta sección de su evangelio (6,20-8,3), Lucas nos informa sobre las personas que acompañaban a Jesús en su ministerio público. Como los otros evangelistas, escribe que con Jesús estaban los Doce, pero, a diferencia de los otros, nos hace saber que había también "algunas mujeres que había liberado de malos espíritus y curado de enfermedades" (v. 2). Lucas nos hace saber incluso sus nombres.

No hay motivo para maravillarse por estas noticias lucanas. Sabemos ya que este evangelista, en virtud de su particular sensibilidad, reserva siempre una gran atención a la presencia de las mujeres en la vida de Jesús. Aquí, sin embargo, no las presenta sólo como destinatarias de su Palabra y de sus gestos taumatúrgicos, sino también como ayudantes y asistentes de su ministerio público. Esto nos interesa, muy en particular, desde el punto de vista histórico: porque constatamos que Jesús fue capaz de redimir y de liberar a algunas mujeres de alguna situación espiritual negativa, atrayéndolas así al interior del círculo de su persona y de su gracia, y confiándoles tareas de asistencia respecto a él y respecto a los discípulos.

En consecuencia, Jesús supo valorar la presencia y el servicio de algunas mujeres durante su vida pública y eso desencadenó, ciertamente, la crítica y la malevolencia de algunos de sus contemporáneos, que tenían más bien una actitud de instrumentalización y de explotación hacia las mujeres. También desde este punto de vista, que presenta aspectos de gran actualidad, muestra Lucas a Jesús como el liberador del que tenía una necesidad extrema la humanidad.

 

MEDITATIO

"Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros" (Jn 15,18). Éste es el misterio de la vida empezada en Cristo y prolongada en los cristianos.

Sorprende constatar cómo el martirio acompaña al nacimiento de las comunidades cristianas, en Jerusalén, en Samaría, en Roma y hasta los confines de la tierra.

La lista de mártires que figuran en el canon de los santos es interminable. Abundan en el martirologio cristiano jerarcas y religiosos, pero no falta tampoco el testimonio de muchos laicos. Con el sacerdote Andrés Kim, cuyo martirio celebramos hoy, figura el laico Pablo Chong como representante de muchos otros laicos, hombres y mujeres, casados y solteros, ancianos, jóvenes y niños, que sellaron con su sangre los comienzos de la fe cristiana en Corea.

El testimonio de estos mártires es para nosotros una imagen viva. Ellos son un desafío a la hora de construir, como sarmientos unidos a la vid, la sociedad contemporánea.

Nos estimulan a no dejar que falte en este mundo un rayo de la luz del Espíritu que ilumine el camino de la existencia humana.

El mismo año (1988) en que Juan Pablo II canonizó a estos mártires de la fe, escribió a todos los fieles cristianos laicos del mundo insistiéndoles en la responsabilidad de vivir y proclamar la fe recibida en el bautismo. La exhortación se titula Christifideles laici. De esa carta extraemos la oración que hoy os invitamos a rezar.

 

ORATIO

María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia, contigo damos gracias a Dios por la espléndida vocación y por la multiforme misión confiada a los fieles laicos. Virgen del Magníficat, llénanos de reconocimiento y entusiasmo por esta vocación y por esta misión. Abre nuestros corazones a las inmensas perspectivas del Reino de Dios y del anuncio del Evangelio a toda criatura.

Virgen valiente, inspira en nosotros fortaleza de ánimo y confianza en Dios, para que sepamos superar los obstáculos que encontremos en el cumplimiento de nuestra misión. Enséñanos a tratar las realidades del mundo con un vivo sentido de responsabilidad cristiana y en la gozosa esperanza de la venida del Reino de Dios. Tú, que junto a los apóstoles has estado en oración en el cenáculo esperando la venida del Espíritu de Pentecostés, invoca su renovada efusión sobre todos los fieles laicos, para que correspondan plenamente a su vocación y misión, como sarmientos de la verdadera vid, llamados a dar mucho fruto para la vida del mundo.

Virgen Madre, guíanos y mantennos para que vivamos siempre como auténticos hijos de la Iglesia de tu Hijo y podamos contribuir a establecer sobre la tierra la civilización de la verdad y del amor, según el deseo de Dios y para su gloria. Amén.

 

CONTEMPLATIO

Hermanos y amigos muy queridos: caed en la cuenta de que Dios, al principio de los tiempos, creó el cielo y la tierra y todo lo que existe. Meditad también por qué y para qué creó al hombre a su imagen y semejanza.

Si en este valle de lágrimas no reconociéramos al Señor como creador, de nada nos serviría haber nacido ni seguir viviendo. Por la gracia de Dios hemos venido a este mundo y también por su gracia hemos recibido el bautismo y hemos entrado a formar parte de la Iglesia.

Convertidos así en discípulos del Señor, llevamos un nombre glorioso. Pero de qué nos serviría un nombre tan excelso si no correspondiera a la realidad? Si así fuera, no tendría sentido haber venido a este mundo y formar parte de la Iglesia; peor aún, esto equivaldría a traicionar al Señor y su gracia. Mejor sería no haber nacido que recibir la gracia del Señor y pecar contra él (de la última exhortación de san Andrés Kim).

 

ACTIO

Recuerda el día de tu bautismo. Busca la fecha o alguna foto, si existe. Después, respóndete a esta pregunta: Qué he hecho yo de mi bautismo?

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

"Jesús, nuestro Señor, al bajar a este mundo, soportó innumerables padecimientos; con su pasión fundó la Iglesia y la hace crecer con los sufrimientos de los fieles. Por más que los poderes del mundo la opriman y la ataquen, nunca podrán derrotarla.

Después de la ascensión de Jesús, desde el tiempo de los apóstoles hasta hoy, la Iglesia santa va creciendo por todas las partes en medio de tribulaciones.

También ahora, durante cincuenta o sesenta años, desde que la santa Iglesia penetró en nuestra Corea, los fieles han sufrido persecución, y aún hoy mismo la persecución se recrudece, de tal manera que muchos compañeros en la fe -entre ellos yo mismo- están encarcelados, como también vosotros os halláis en plena tribulación. Si todos formamos un solo cuerpo, cómo no sentiremos una profunda tristeza? Cómo dejaremos de experimentar el dolor, tan humano, de la separación? No obstante, como dice la Escritura, Dios se preocupa del más pequeño cabello de nuestra cabeza y, con su omnisciencia, lo cuida.

Cómo, por tanto, esta gran persecución podría ser considerada de otro modo que como una decisión del Señor o como un premio o castigo suyo?

Buscad, pues, la voluntad de Dios y luchad de todo corazón por Jesús, el jefe celestial, y venced al demonio de este mundo, que ha sido ya vencido por Cristo.

No olvidéis el amor fraterno, sino ayudaos mutuamente... Aquí estamos veinte... Si alguno es ejecutado, os ruego que no os olvidéis de su familia...

Está ya cerca el combate definitivo. Os ruego que os mantengáis en la fidelidad, para que, finalmente, nos congratulemos juntos en el cielo. Recibid el beso de mi amor".

(Extracto de la carta de despedida de Andrés Kim.)


 

 

Día 21

San Mateo

 

Es él mismo quien nos cuenta su conversión empleando unos términos extremadamente sencillos (Mt 9,1-9). Por su parte, Lucas se complace en poner de relieve que, en aquella circunstancia, el banquete era signo del amor misericordioso de Jesús a todos los pecadores.

Mateo escribió un evangelio para la comunidad judeocristiana: esto se deduce de la estructura del mismo evangelio, que presenta a Jesús como el nuevo Moisés, como aquel que trae la ley del amor al nuevo pueblo de Dios. A continuación, Mateo pone una particular atención a la Iglesia, convocada, salvada e instituida por Jesús. Sólo él entre los evangelistas sinópticos conoce el término "Iglesia", exactamente en dos lugares: 16,18 y 18,17.

 

LECTIO

Primera lectura: Efesios 4,1-7.11-13

Hermanos:

1 Así pues, yo, el prisionero por amor al Señor, os ruego que os comportéis como corresponde a la vocación con que habéis sido llamados.

2 Sed humildes, amables y pacientes. Soportaos los unos a los otros con amor.

3 Mostraos solícitos en conservar, mediante el vínculo de la paz, la unidad que es fruto del Espíritu.

4 Uno sólo es el cuerpo y uno sólo el Espíritu, como también es una la esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados;

5 un solo Señor, una fe, un bautismo;

6 un Dios que es Padre de todos, que está sobre todos, actúa en todos y habita en todos.

7 A cada uno de nosotros, sin embargo, se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.

11 Y fue también él quien constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y doctores.

12 Capacita así a los creyentes para la tarea del ministerio y para construir el cuerpo de Cristo,

13 hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, hasta que seamos hombres perfectos, hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo.

 

**• Pablo, al presentarse directamente como prisionero por el nombre del Señor, confiere una particular autoridad a su exhortación a vivir "con dignidad" la vocación cristiana. En virtud de esa vocación, todos los creyentes forman "un solo cuerpo" en Cristo Jesús, y eso exige un nuevo modo de vida, más allá del alejamiento de todo sentimiento de animosidad y discordia, para no romper "la unidad" llevada a cabo por el Espíritu Santo.

Es, efectivamente, el Espíritu Santo el que compagina el cuerpo místico de Cristo. Ahora bien, si los miembros se oponen entre ellos, cómo podrá organizarse el cuerpo? La primera ley de vida es, pues, la armonía, la "paz", que es el indispensable cemento de la unidad. Se imponen, por consiguiente, motivos teológicos que impongan al cristiano la unidad espiritual con los hermanos: todo en su vida ha de tener un carácter de sociabilidad y una dimensión comunitaria. Es único el cuerpo de la Iglesia, y está animado por un único "Espíritu"; única es la "esperanza" de la salvación eterna a la que nos llama la fe en Cristo; único es el "Señor" Jesús, que ha roto el muro de la división y de la enemistad {cf. 2,14) y ha proporcionado a todos los mismos medios de salvación; la fe y el bautismo. Sin embargo, el motivo fundamental de esta unidad reside en la universal paternidad de Dios, que está presente en todo redimido con su acción y con su inhabitación mediante la gracia.

La clara profesión de fe trinitaria, contenida en nuestro pasaje, fundamenta el valor de los "carismas" aquí enumerados. De ellos se describe también el fin hacia el cual deben converger en la economía del cuerpo místico de Cristo: un fin eminentemente social, a saber: la edificación completa de este cuerpo, que se obtendrá cuando todos hayamos alcanzado la "perfecta unidad" de fe y de "conocimiento" amoroso de Cristo.

De este modo, la perfección personal y colectiva expresará la medida en "que alcancemos en plenitud la talla de Cristo" (v. 13).

 

Salmo Responsorial

R. A toda la tierra alcanza su pregón

Salmo 18. 2-3.4-5

2El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
3el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

4Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
5a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

 

Evangelio: Mateo 9,9-13

En aquel tiempo,

9 cuando se marchaba de allí, vio Jesús a un hombre que se llamaba Mateo, sentado en la oficina de impuestos, y le dijo: -Sígueme. Él se levantó y lo siguió.

10 Después, mientras Jesús estaba sentado a la mesa en casa de Mateo, muchos publícanos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.

11 Al verlo los fariseos, preguntaban a sus discípulos: -Por qué come vuestro maestro con los publícanos y los pecadores?

12 Lo oyó Jesús y les dijo: -No necesitan médico los sanos, sino los enfermos.

13 Entended lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios; yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

 

        *+• Cafarnaún estaba situada en los confines del territorio de Herodes Antipa con el de su hermano Filipo, sobre la arteria comercial que conducía desde Damasco al Mediterráneo. Esto explica la presencia de numerosos encargados del cobro de las tasas, la odiada clase de los publicanos, en aquella zona.

Toda la atención del texto está centrada en la prontitud de la respuesta de Mateo, presentado como "Leví, hijo de Alfeo" en Marcos y Lucas, respecto a la llamada de Jesús, y también en el tipo de gente que asiste al banquete, tal vez de despedida, que Mateo ofrece a sus ex colegas a fin de subrayar la seriedad de su opción. El hecho de ver a muchos publícanos y pecadores comiendo con Jesús y con sus discípulos escandaliza a los fariseos, porque en Oriente comer juntos significaba comunidad de vida y de sentimientos. Al conversar con los publicanos y los pecadores, Jesús muestra que está en la línea de la "misericordia" y reprocha a los fariseos su legalismo, que los hace insensibles a las auténticas necesidades del Espíritu, además de incapaces de comprender las auténticas necesidades del prójimo.

 

MEDITATIO

El problema de las comidas tomadas en común por cristianos de procedencia pagana y los de origen judío fue muy importante en la primera generación cristiana. Mateo, ya evangelista, quiere presentar una enseñanza de Cristo a su Iglesia. El Maestro, tanto de palabra como con el ejemplo, les ofrece una lección: Dios exige de nosotros sobre todo gestos de misericordia, más que actos cultuales.

Jesús, al llamar a Mateo y sentarse a la mesa con los pecadores, aparece como aquel que ha realizado la voluntad de Dios. Y toda su misión de llamada misericordiosa a los pecadores a la salvación ha sido el cumplimiento de la Palabra de Dios expresada en las Escrituras.

Frente al Dios discriminador presentado por el culto de los judíos de estricta observancia, el Dios revelado por la palabra y por la acción de Jesús es un Dios de misericordia, un Dios que acoge a los perdidos y les ofrece una nueva posibilidad de rehacerse; hasta alcanzar, mediante su gracia, la "perfecta unidad" interior, que en la primera lectura es "hasta que alcancemos en plenitud la talla de Cristo" (v. 13).

 

ORATIO

Concédenos, oh Padre y Dios de misericordia, reconocer en nuestra historia personal la llamada fundamental de la vida que tu Hijo y Señor nuestro nos dirige con amor.

Concédenos, oh Padre y Dios de bondad, responderte afirmativamente con prontitud y generosidad, incluso a través de las grandes y pequeñas ocasiones de nuestro vivir cotidiano, a fin de que podamos realizar con fidelidad la obra que, de una manera personal y comunitaria, nos has dado para realizar en la Iglesia.

Y que el mundo, frente al testimonio de unidad del cristiano y de la Iglesia, pueda convertirse y creer en tu amor misericordioso, un amor que hemos visto y contemplamos en el rostro y en la acción de Jesucristo en la tierra.

 

CONTEMPLATIO

Gracias, Señor, por la compasión tan grande que te has dignado dispensar por nuestra redención, y te ruego: haz que podamos ser en verdad partícipes eternamente de esta redención y de la salvación eterna que hay en ti. Quién al oír decir al apóstol: "Esta palabra es verdadera: Jesucristo ha venido a este mundo para salvar a los pecadores", no pronunciará al mismo tiempo una alabanza y una oración ni dirá: "A ti, Señor, la alabanza, a ti la acción de gracias, porque en tu gran misericordia buscas la vida y no la muerte del pecador. Dígnate, Señor, concedernos tu justificación por nuestros pecados y salvarnos con la salvación eterna"?

Cuando oímos, pues, las palabras de Cristo con las que se nos refieren o prometen sus beneficios, debemos abundar, como nos enseña el apóstol, en acciones de gracias a él. Ahora bien, el ánimo de aquel que ama y está repleto de deseo, una vez realizada la acción de gracias, debe añadir la oración para ser hecho digno de sus promesas (Juan el Cartujo).

 

ACTIO

        Repite a menudo y medita durante el día esta Palabra: "El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido" (Le 19,10).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Las palabras "quiero misericordia, no sacrificios" (Mt 9,13) marcan un importante paso hacia adelante de la conciencia humana, pero, por desgracia, después de dos mil años, son muy pocos los que se han dado cuenta de esto: el paso de la religión del Padre a la del Hijo. El Padre experimentado como Soberano absoluto, como el Juez inapelable, que premia a los buenos y castiga a los pecadores; la conciencia necesitada de sacrificios expiatorios, de machos cabríos sobre los que depositar los pecados propios y los comunitarios. Por otra parte, la conciencia solar, creadora y portadora de vida. El árbol frutal da con arrebato sus frutos, y su alegría aumenta con el crecimiento de la abundancia de los frutos; no castiga a los animales y a los hombres que los comen; su tarea es sustentar a las criaturas que tienen necesidad de sus dones. Del mismo modo, el seguidor de la religión del Hijo vive para distribuir la misericordia, no para levantar altares sobre los que inmolar víctimas.

La experiencia cristiana se encuentra en el fatigoso y laborioso camino que va de la religión del Padre, del Rigor y del Juicio irreformable, a la religión del Hijo, que no juzga, no condena, no culpa a ninguna criatura, sino que con mano generosa distribuye amor y misericordia, no apaga el pábilo vacilante, no quiebra la caña cascada. Moisés había declarado que el hombre es la imagen de Dios en la creación; Cristo nos dice que el Hijo y los hijos del hombre están llamados a despojarse del temor y del temblor de los siervos, y a abrirse a la alegría vital de sentirse hijos de Dios (G. Vannucci).

 

 

 

Día 22

Domingo XXV del tiempo ordinario

 

Primera lectura: Sabiduría 2,12.17-20

Dijeron los impíos:

12 "Acechemos al justo, porque nos resulta insoportable y se opone a nuestra forma de actuar, nos echa en cara que no hemos cumplido la ley y nos reprocha las faltas contra la educación recibida.

17 Veamos si es verdad lo que dice, comprobemos cómo le va al final.

18 Porque si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus adversarios.

19 Probémoslo con ultrajes y tortura: así veremos hasta dónde llega su paciencia y comprobaremos su resistencia.

20 Condenémoslo a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo librará".

 

        **• En el capítulo 2 del libro de la Sabiduría, los impíos -esto es, los que desconocen a Dios, o han renegado de él de algún modo, abandonando la observancia de la Ley- declaran su concepción de la existencia. La vida, completamente circunscrita dentro del horizonte terreno, efímera y transeúnte, es para gozarla sin escrúpulos (vv. 6-12a).

        El "justo", es decir, cualquiera que sea fiel a YHWH y a sus mandamientos, sigue unos criterios de vida diametralmente opuestos a los del impío y, por consiguiente, siente como un reproche el comportamiento del justo, su misma presencia (vv. 12b. 14). De ahí su decisión de ensañarse con él, diciendo, en plan sarcástico, que quiere verificar la autenticidad de la fe que profesa (vv. 17-20). Aparece un crescendo en las persecuciones que se le infligen, hasta llegar a la sentencia de muerte (v. 20a).

        Los impíos esperan probar de este modo la consistencia de la paciencia y de la resistencia demostradas por el justo (v. 19), así como la consistencia de la seguridad que ha declarado en el apoyo que le da Dios, su salvador y liberador (vv. 18.20b). El sarcástico desafío lanzado por los impíos, repetido contra los justos de todos los tiempos, vivirá su último acto en el Gólgota, donde el justo ve atendida su petición de salvación resucitando (cf. Heb 5,7).

 

Salmo responsorial
El Señor sostiene mi vida

Salmo 53, 3-4. 5. 6 y 8

Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.

Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno;

 



Segunda lectura: Santiago 3,16-4,3

Carísimos:

3,16 Porque donde hay envidia y ambición, allí reina el desorden y toda clase de maldad.

17 En cambio, la sabiduría de arriba es en primer lugar intachable, pero además es pacífica, tolerante, conciliadora, compasiva, fecunda, imparcial y sincera.

18 En resumen, los que promueven la paz van sembrando en paz el fruto que conduce a la salvación.

4,1 De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? No es precisamente de esas pasiones que os han convertido en un campo de batalla?

2 Ambicionáis y no tenéis; asesináis y envidiáis, pero no podéis conseguir nada; os enzarzáis en guerras y contiendas, pero no obtenéis porque no pedís;

3 pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.

 

        **• La fe auténtica se manifiesta en las obras, del mismo modo que la verdadera sabiduría se reconoce por sus frutos {cf. Sant 3,13). El autor de la carta de Santiago pone en guardia contra los falsos maestros, es decir, contra aquellos cuyas palabras no edifican la comunidad en la concordia, sino que fomentan las divisiones internas. Quien sólo se preocupa de sí mismo y se encierra de manera egoísta en la búsqueda de su propia gratificación, se comporta de tal modo que crea desorden y turbación en los otros (3,16). Por el contrario, quien acoge la sabiduría, don que Dios concede a quien se lo pide {cf. Sab 8,21), vive de una manera límpida, sincera, recta.

        El elenco de adjetivos calificativos de "la sabiduría de arriba" (3,17) está compuesto, probablemente, teniendo en cuenta la situación concreta de los destinatarios de la carta y pone de relieve las virtudes que más necesitan.

        De ese elenco se desprenden los rasgos de una comunidad minada por las divisiones, los personalismos, las rivalidades. Santiago la exhorta a compararse con el don de Dios y con la urgencia de encarnarlo en un estilo de vida tolerante, propio de quien acoge a los otros sin discriminaciones, preocupado no por aparentar, sino por ser. Ése es el estilo de vida de quien construye la "paz", que es el bien supremo, compendio de cualquier otro (3,18).

        Los cristianos están invitados a descubrir de modo decidido las raíces de las discordias y de las divisiones que laceran la comunidad (4,1a). Santiago los identifica con el deseo desordenado de poseer, que engendra conflictos, primero en el mismo interior de la persona (4,1b) y, en consecuencia, después con los otros (4,2). Y no sólo esto, sino que provoca asimismo la ruptura de la relación con Dios, de suerte que la oración queda vaciada de sentido y reducida a una apariencia hipócrita.

        Y es que no se puede orar a Dios con un corazón alejado de él (4,3; c £ l s 29,13).

 

Evangelio: Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos

30 se fueron de allí y atravesaron Galilea. Jesús no quería que nadie lo supiera,

31 porque estaba dedicado a instruir a sus discípulos. Les decía: -El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, le darán muerte y, después de morir, a los tres días resucitará.

32 Ellos no entendían lo que quería decir, pero les daba miedo preguntarle.

33 Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntó: -De qué discutíais por el camino?

34 Ellos callaban, pues por el camino habían discutido sobre quién era el más importante.

35 Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: -El que quiera ser el primero que sea el último de todos y el servidor de todos.

36 Luego tomó a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:

37 - El que acoge a un niño como éste en mi nombre, a mí me acoge, y el que me acoge a mí no es a mí a quien acoge, sino al que me ha enviado.

 

        ** El evangelista recoge en este fragmento otro dicho de Jesús referente al desenlace de su misión: va a ser entregado en manos de los hombres y le darán muerte (v. 3lab). El verbo "entregar", conjugado en pasiva y sin complemento, sugiere que es Dios quien realiza la acción. La pasión y la muerte de Jesús no son "padecidas" por Dios, que es incluso el protagonista: es él quien, a través del recorrido doloroso de su Hijo, reconciliará consigo al mundo. El signo eficaz de esto será la resurrección de Jesús (v. 31c).

        Marcos subraya una vez más que los discípulos no comprenden y, para resaltar la distancia que media entre la palabra del Maestro y su mentalidad -en última instancia, la mentalidad de la comunidad cristiana-, pone, a renglón seguido, otros dos dichos de Jesús. En el primero se afirma que la jerarquía entre los discípulos está estructurada siguiendo el criterio del servicio y del ponerse en el último lugar: en esto se fundamenta la verdadera grandeza (vv. 34ss). El segundo dicho une la acogida a Jesús -y por eso al Padre que le envía- a la de un niño (v. 37). El niño, cuya escasa consideración positiva en el mundo antiguo resulta muy conocida, es imagen de todos los que no son considerados dignos de atención y de estima; sin embargo, son precisamente ellos quienes reciben el don del amor de Jesús -cosa que significa mediante el abrazo (v. 36)- y se convierten en sacramento del mismo Jesús, como él es sacramento del Padre.

 

MEDITATIO

        La "sabiduría" absolutamente terrena alaba el éxito personal y lo persigue a toda costa. Para el protagonismo que se autoalaba, cualquier persona a la que considere impedimento para su propia supremacía puede ser eliminada sin escrúpulos. En todos los tiempos, también en el nuestro, aparece la formación de círculos de poder que atraen a su alrededor grupos de seguidores acríticos, en los que instilan el sentido de la lucha contra los otros partidos.

        Este mecanismo, ínsito en el hombre en el estadio instintivo, ha sido alcanzado por el anuncio de la pascua de Jesús, que propone su superación. Se trata del don de Dios que se ofrece a todos: quien lo acoge se convierte en obrero de la paz y no de la división. Es el puesto del criado, ocupado por Jesús en primer lugar, el que garantiza el primado en el amor. Es el niño, el débil, el "sin voz", el que se revela como puente lanzado sobre las aguas cenagosas del egoísmo humano, donde nos sorprende el abrazo del Padre.

 

ORATIO

        A veces, Señor, la pequeñez de mi ser criatura me parece inadecuada e insuficiente para contener mis grandes deseos. Y hago de todo para acabar con aquellos a quienes advierto como límites a mi necesidad de expandirme, de "sentirme grande": ser más que los otros, recibir más que los otros, contar más que los otros.

        Tú sales al encuentro de esta prepotente necesidad de sobresalir y me propones ponerla al servicio del amor, haciéndome el último de todos, el siervo de todos, el más pacífico, el más dócil, el más misericordioso, acogedor con todos...

        Envía de lo alto tu Espíritu de sabiduría, para que haga de mi vida una obra de paz.

 

CONTEMPLATIO

        Reparemos todos los hermanos en el buen Pastor, que por salvar a sus ovejas soportó la pasión de la cruz.

        Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en todo lo demás; y por ello recibieron del Señor la vida sempiterna. Por eso es grandemente vergonzoso para nosotros los siervos de Dios que los santos hicieron las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir gloria y honor.

        Dichoso el que soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le soportara a él si estuviese en caso semejante.

        Dichoso el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y enaltecido por los hombres que cuando es tenido por vil, simple y despreciable, porque cuanto es el hombre ante Dios, tanto es y no más. !Ay de aquel religioso que ha sido colocado en lo alto por los otros y no quiere abajarse por su voluntad! Y dichoso aquel siervo que no es colocado en lo alto por su voluntad y desea estar siempre a los pies de otros (Francisco de Asís, Admoniciones, 6.18.19, en Fuentes Franciscanas, edición electrónica, versión de Patricio Grandón, OFM).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos" (Mc 9,35).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

        "Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante" (Lc 9,46). Sabemos bien quién es el que siembra esta discusión entre las comunidades cristianas. Pero tal vez no tengamos bastante presente que no puede formarse ninguna comunidad cristiana sin que, antes o después, nazca esta discusión en ella. En cuanto se reúnen los hombres, ya empiezan a observarse unos a otros, a juzgarse, a clasificarse según un orden determinado. Y con ello ya empieza, en el mismo nacimiento de la comunidad, una terrible, invisible y a menudo inconsciente lucha a vida o muerte.

        Lo importante es que cada comunidad cristiana sepa que, ciertamente, en algún pequeño rincón "surgirá entre sus componentes la discusión sobre quién es el más importante". Es la lucha del hombre natural por su autojustificación. Ese hombre se encuentra a sí mismo sólo en la confrontación con los otros, en el juicio, en la crítica al prójimo. La autojustificación y la crítica van siempre de la mano, lo mismo que la justificación por la gracia y el servicio van siempre unidos. Como es cierto que el espíritu de autojustificación sólo puede ser superado por el espíritu de la gracia, los pensamientos particulares dispuestos a criticar quedan limitados y sofocados si no les concedemos nunca el derecho a abrirse camino, excepto en la confesión del pecado.

        Una regla fundamental de toda vida comunitaria será prohibir al individuo hablar del hermano cuando esté ausente. No está permitido hablar a la espalda, incluso cuando nuestras palabras puedan tener el aspecto de benevolencia y de ayuda, porque, disfrazadas así, siempre se infiltrará de nuevo el espíritu de odio al hermano con la intención de hacer el mal. Allí donde se mantenga desde el comienzo esta disciplina de la lengua, cada uno de los miembros llevará a cabo un descubrimiento incomparable: dejará de observar continuamente al otro, de juzgarle, de condenarle, de asignarle el puesto preciso donde se le pueda dominar y hacerle así violencia. La mirada se le ensanchará y al mirar a los hermanos, plenamente maravillado, reconocerá por vez primera la gloria y la grandeza del Dios creador. Dios crea al otro a imagen y semejanza de su Hijo, del Crucificado: también a mí me pareció extraña esta imagen, indigna de Dios, antes de que la hubiera comprendido (D. Bonhoeffer, La vita comune, Brescia '1981 [edición española: Vida en comunidad, Ediciones Sígueme, Salamanca 1997]).

 

 

Día 23

Lunes semana XXV del Tiempo ordinario,

San Pío Pietrelcina

 

LECTIO

Primera lectura: Proverbios 3,27-35

Hijo mío:

27 no niegues un favor a quien tenga derecho si está en tus manos concedérselo.

28 Si tienes, no digas a tu prójimo: "Vuelve otro día, mañana te daré".

29 No maquines contra tu prójimo mientras vive a tu lado confiado.

30 No pleitees con un hombre sin motivo, si no te ha hecho ningún mal.

31 No envidies al hombre violento, ni imites su conducta,

32 pues el Señor aborrece al perverso y da a los rectos su confianza.

33 El Señor maldice la casa del malvado y bendice la morada de los justos;

34 puede burlarse de los arrogantes, pero concede su favor a los humildes.

35 La herencia de los sabios es el honor, pero los necios acumulan deshonra.

 

**• El libro de los Proverbios es un libro humilde, aunque sólo en apariencia. La convicción de la que parte es que toda la sabiduría presente en el mundo, tanto en las cosas como en el hombre, es una huella de la sabiduría divina. Hasta la sabiduría que se expresa en las formas más humildes y cotidianas -la sabiduría del sentido común, de la razón, de la experiencia- viene de Dios. Seguirla es obedecer a Dios; ignorarla significa traicionar el designio de Dios. Bajo esta luz, profundamente religiosa, es como debemos comprender todas las máximas del libro de los Proverbios, reconociendo un valor de imperativo moral no sólo a la palabra de los profetas y a la Ley, sino también al significado de las cosas y a la fuerza de la experiencia.

El pasaje que nos presenta hoy la liturgia insiste en las relaciones con el prójimo: no hay que negar un favor, no se debe decir: "Vuelve otro día, mañana te daré" (v. 28), no hay que maquinar engaños, ni pleitear, ni envidiar, ni imitar la conducta del malvado (w. 29-32). En el interior de estos mandatos, y casi de improviso, hace su aparición una afirmación muy bella: "Y da a los rectos su confianza" (v. 32b). Así queda ya perfilada la figura del sabio en sus coordenadas fundamentales: la corrección y la benevolencia en las relaciones con el prójimo, la convicción de que la confianza en Dios vale más que cualquier otra cosa.

 

Salmo Responsorial

El justo habitará en tu monte santo, Señor

Salmo 14,2-3ab.3cd-4ab.5


El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.
R/.
El justo habitará en tu monte santo, Señor

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.
R/.
El justo habitará en tu monte santo, Señor

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R/.
El justo habitará en tu monte santo, Señor

 

 

Evangelio: Lucas 8,16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

16 Nadie enciende una lámpara y la tapa con una vasija o la oculta debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entren vean la luz.

17 Porque nada hay oculto que no haya de descubrirse, ni secreto que no haya de saberse y ponerse al descubierto.

18 Prestad atención a cómo escucháis, porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener.

 

**• Los dichos de Jesús que hemos leído hoy .-probablemente diseminados en su origen- han sido recogidos por Lucas en una sección (8,4-21) que tiene como tema la Palabra de Dios. Desde esta perspectiva los leemos nosotros.

El primero de ellos (v. 16) parece temer el riesgo del anonimato: no se pone una luz debajo de la cama. La advertencia parece dirigida a los cristianos que -por miedo o porque consideran inútil hacerlo- no se exponen en público. La Palabra es pública y visible: esconderla es un modo de hacerla morir.

El segundo dicho (v. 17) parece temer más bien el riesgo del secreto. La advertencia va dirigida a los grupos cristianos que se cierran en sí mismos y anuncian la Palabra en secreto, sólo a los iniciados. Porque la Palabra, en virtud de su naturaleza misionera, es para todos.

El tercer dicho (v. 18) es más difícil. A buen seguro, llama la atención sobre la importancia de la escucha; más aún, sobre los modos como se escucha: "Prestad atención a cómo escucháis". Hay quien no escucha, pero hay también quien escucha mal. Qué significado hemos de dar a esta afirmación, un tanto enigmática: "Al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará incluso lo que cree tener"? Qué significa el "porque" (literalmente, gar [en efecto]: v. 18b) que condiciona estrechamente el crecimiento o la pérdida a la escucha de la Palabra? Quizás signifique que es importante escuchar bien, porque es precisamente la escucha lo que enriquece. Quien no escucha o escucha mal se empobrece. No sólo no crece, sino que pierde también lo que considera tener. La escucha de la Palabra es, por consiguiente, el camino necesario para el crecimiento en la fe. Si falta, desaparece la fe.

 

MEDITATIO

Jesús nos habla de la necesidad de iluminar. Pero habla también de la necesidad de encender la lámpara. El discípulo no alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo, el Señor. Si lo hace de manera diferente, sentirá la tentación de confundir sus propias ideas, sus propios gustos y sus propias opciones con las de Cristo, y de proponer así cosas y realidades que no tienen nada que ver con Cristo. De ahí la necesidad de encender cada día, constantemente, nuestra propia lámpara con la luz de Cristo. Es la lumen Christi la que ilumina el mundo, no mi luz. Esta última puede iluminar sólo si es reflejo de la luz de Cristo.

Y, llegados aquí, el problema se vuelve serio, porque la luz de la que habla Jesús no es sólo doctrina, sino también testimonio, es decir, doctrina que se hace vida, que transforma la vida: que afecta a mi modo de ser, a mi modo de valorar las cosas. Soy luz cuando difundo la doctrina de Cristo con los criterios de Cristo, esto es, con humildad y pobreza. Cuando no hablo, por ejemplo, de humildad desde una posición de poder, cuando no anuncio la pobreza con medios que hablan de abundancia de bienes. Soy, en suma, luz puesta en el candelero cuando represento -lo menos lejos posible- el modo de ser, de obrar, de pensar y de hablar de Jesús.

Es bueno reflexionar un poco sobre esto, porque en este sector son grandes las ilusiones. Pensar que iluminamos sólo porque decimos las palabras de Jesús, sin dejar iluminar nuestra propia vida con la luz de Jesús, es como cubrir con una vasija la lámpara. Es como afirmar algo sin la prueba de los hechos. Es adoctrinar, no evangelizar.

 

ORATIO

Estás viendo, Señor, que estoy preocupado por hablar de tu doctrina más que por reproducir tu vida. Estás viendo cómo pongo demasiado entre paréntesis tu modo de ser, que dio tanto impacto a tus palabras, pensando que evangelizar o ser guía para los hermanos y hermanas se reduce a una cuestión de conocimiento y de transmisión de ideas.

Pero eres tú quien debe vivir en mí, para que yo pueda comunicar tus palabras y ser guía de los otros. Si tú, mi amado Señor, no vives dentro de mí, tus palabras saldrán sin efecto de mis "labios impuros", porque mi corazón será demasiado diferente del tuyo, mis criterios prácticos de valoración estarán demasiado alejados de los tuyos. Ayúdame a buscarte a ti antes que a las palabras, a modelarme siguiendo tu imagen antes que a usarte para decir las cosas que debo decir.

Para esto necesito también sentirte más cerca, más íntimo, más amigo, más familiar, más presente en mi vida. No me dejes, no me abandones a mis ilusiones, no me dejes recorrer hasta el final mis atajos, mi constante tentación de reducirte a idea o a simple mensaje.

 

CONTEMPLATIO

Cuando Jesús está presente, todo es bueno y no parece cosa difícil, mas, cuando está ausente, todo es duro.

Cuando Jesús no habla dentro, vil es la consolación, mas, si Jesús habla una sola palabra, gran consolación se siente.

No se levantó María Magdalena luego del lugar donde lloró, cuando le dijo Marta: "El Maestro está aquí y te llama"? (Jn 11,28).

!Oh, bienaventurada ahora, cuando Jesús llama de las lágrimas al gozo del espíritu!

!Cuan seco y duro eres sin Jesús! !Cuan necio y vano si codicias algo fuera de Jesús! Dime: no es peor daño que si todo el mundo perdieses?

Qué te puede dar el mundo sin Jesús? Estar sin Jesús es grave infierno; estar con Jesús es dulce paraíso.

Si Jesús estuviere contigo, ningún enemigo podrá dañarte.

El que halla a Jesús halla un buen tesoro, y de verdad bueno sobre todo bien. El que pierde a Jesús pierde muy mucho y más que todo el mundo.

Pobrísimo es el que vive sin Jesús, y riquísimo el que está bien con Jesús.

Grande arte es saber conversar con Jesús, y gran prudencia saber tener a Jesús.

Sé humilde y pacífico, y será contigo Jesús; sé devoto y sosegado, y permanecerá contigo Jesús (Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, II, 8, San Pablo, Madrid 1997, pp. 106-107).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Prestad atención a cómo escucháis" (Lc 8,18).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

El liderato cristiano del futuro no debe ser ya un liderato de poder y de control, sino un liderato de impotencia y de humildad, en el que se manifieste Jesucristo, siervo doliente de Dios.

Como es obvio, no estoy hablando de un liderato psicológicamente débil, en el que el líder cristiano sea simplemente una víctima pasiva de la manipulación de su ambiente. No, estoy hablando de un liderato en el que se renuncia constantemente al poder y se opta por el amor. Se trata de un verdadero liderato espiritual. La impotencia y la humildad en la vida no son, a buen seguro, las del hombre que no tiene espina dorsal y deja que sean los otros quienes decidan por él; se trata, más bien, de la impotencia y la humildad de quien está totalmente enamorado de Jesús hasta el punto de seguirle allí a donde le lleve, con la seguridad de que, con Él, encontrará la vida y la encontrará en abundancia. Es preciso que el líder del futuro sea radicalmente pobre y que, cuando viaje, no lleve consigo más que el bastón -"no pan, ni alforja, ni dinero, ni dos túnicas" (Mc 6,8)-. De qué sirve ser pobre? Sirve sólo para brindarnos la posibilidad de guiar a los otros dejándonos guiar. Deberemos depender así de las reacciones positivas o negativas de aquellos entre quienes andemos, y seremos llevados verdaderamente allí a donde quiera llevarnos el Espíritu de Jesús. La riqueza y el bienestar nos impiden discernir el camino de Jesús. Escribe Pablo a Timoteo: "Los que quieren enriquecerse caen en trampas y tentaciones, y se dejan dominar por muchos deseos insensatos y funestos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición" (1 Tim 6,9).

Si puede haber aún una esperanza para la Iglesia del futuro, ésa es la esperanza de una Iglesia pobre, cuyos guías estén dispuestos a dejarse guiar (H. J. M. Nouwen, Nel nome di Gesü, Brescia 31997, pp. 59ss [edición española: En el nombre de Jesús, Promoción Popular Cristiana, Madrid 1997]).

 

 

Día 24

Martes semana XXV del Tiempo ordinario,

Bienaventurada Virgen María de la Merced

 

LECTIO

Primera lectura: Proverbios 21,1-6.10-13

1 El corazón del rey es acequia en manos del Señor, él lo inclina hacia donde le place.

2 El hombre considera rectos sus caminos, pero es el Señor quien pesa los corazones.

3 Practicar la justicia y el derecho agrada al Señor más que los sacrificios.

4 Ojos altaneros, corazón engreído y luz del malvado, todo pecado.

5 Los proyectos del diligente traen ganancia, y los del alocado, indigencia.

6 Hacer fortuna con lengua mentirosa, vanidad efímera y trampa mortal.

10 El malvado en su deseo alienta el mal y nunca se apiada de su prójimo.

11 Cuando se castiga al arrogante se hace cauto el imprudente, cuando se instruye al sabio, aumenta su saber.

12 El justo observa la casa del malvado y ve cómo se precipita a la ruina.

13 Quien cierra su oído a la súplica del pobre no será escuchado cuando clame.

 

*"• El libro de los Proverbios está constituido por una amplia colección de máximas y sentencias, en las que se ha ido sedimentando la sabiduría de todas las generaciones de Israel. Su propósito es convertir a todo israelita en un verdadero hombre: fuerte, dueño de sí, interiormente libre, trabajador, hábil, leal. No se trata aún del retrato del discípulo del Evangelio, pero sí de la premisa indispensable para poder serlo. No es posible ser discípulo si no se es hombre. Me parece que éste es el valor global de todo el libro. Pues, a decir verdad, muchos proverbios podrían resultar decepcionantes la primera vez que se leen. Siguen teniendo valor? A buen seguro, los proverbios dotados de sentido común perfectamente actuales son numerosos. Pero lo importante, sobre todo, es su valor global. Sugieren comportamientos que están más allá de la alianza y de su moral. Pero se trata de un sano humanismo que tiene precisamente como finalidad crear un  hombre apto para las opciones morales y para los compromisos de la alianza.

Las virtudes que nos sugiere el fragmento litúrgico que hemos leído hoy son las habituales, presentadas sin un orden preciso: no presumir de uno mismo ni de su propia rectitud; practicar la justicia, la humildad y la diligencia; no ser mentirosos ni violentos en los negocios; no cerrar el oído a la súplica del pobre. La súplica o el grito del pobre van siempre dirigidos en la Biblia al Señor antes que al hombre. Escucharlos significa responder en nombre del Señor.

 

Salmo Responsorial

Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Salmo 118


Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor.
R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.
R/. Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás.
R/.
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos

 

Evangelio: Lucas 8,19-21

En aquel tiempo,

19 se presentaron su madre y sus hermanos, pero no pudieron llegar hasta Jesús a causa del gentío.

20 Entonces le pasaron aviso: -Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.

21 Él les respondió: -Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica.

 

**• El breve cuadro que Lucas bosqueja es de gran fineza y rara profundidad. No aparece polémica alguna respecto a los parientes de Jesús, cosa que sí aparece en los pasajes paralelos de Marcos y de Mateo. Lucas se concentra en el único punto que le interesa de verdad: la escucha y la práctica de la Palabra son las únicas cosas que nos hacen parientes de Jesús, miembros de su nueva familia.

"Se presentaron su madre y sus hermanos" (v. 19): Lucas emplea, para decir esto, un verbo que expresa el deseo de ver a Jesús, y la conjugación en singular pone de relieve la figura de la madre, que es el sujeto. Para el evangelista, la venida de los familiares representa una ocasión que permite pronunciar a Jesús su dicho sobre los verdaderos parientes: la escucha activa de la Palabra crea un vínculo más fuerte que la sangre. Es ésta una posibilidad que no excluye a los parientes que han venido a visitarle, sino que los incluye. En definitiva, Lucas exalta la familia engendrada por la Palabra, sin sentir la necesidad de contraponerla drásticamente a la constituida por los vínculos de sangre.

 

MEDITATIO

Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica produce el milagro de llegar a ser madre y hermano y hermana de Jesús. Del mismo modo que María escuchó la Palabra y, después, se convirtió en Madre, así puede sucederte a ti en este momento si acoges la Palabra que hoy se te dirige. Jesús quiere crecer en el mundo, y el camino privilegiado para ello eres tú, porque quiere crecer en ti, quiere que tu vida sea siempre más cristiforme, quiere que tú le representes cada vez mejor. Si acoges su Palabra, si la contemplas, si la conservas, si le dejas espacio, si intentas no olvidarla durante el día, si la conviertes en guía de tu acción, Jesús crecerá en ti, en tu ambiente y en el mundo. Y tú adquirirás la misma dignidad de María, porque lo engendrarás de nuevo para nuestro tiempo. Sé devoto de la Virgen, para que te enseñe cómo recibir la Palabra, cómo darle carne, cómo hacerla vida, cómo transformar la acción de hoy en una generación y en un crecimiento de Jesús en ti y en tu ambiente.

 

ORATIO

Hoy te ruego, oh Virgen María, que me ayudes a recibir la Palabra para darle carne, para darle vida. Sabes que ando muy lejos de estas excelencias, esto es, de ver mi vida como un engendramiento de Jesús en el mundo.

Yo, pobre pecador, yo, tan inmerso en mil cosas, puedo acercarme a ti, Madre de mi Salvador, y llegar a ser yo también "madre" de aquel que me salva. Me parecen cosas tan elevadas que rozan lo inaprensible.

Condúceme con suavidad al interior de este misterio, abre mis ojos para que vean las cosas maravillosas que la Palabra puede llevar a cabo en mí, dame un corazón capaz de comprender el mundo nuevo en el que son introducidos los oyentes de la Palabra. Quédate junto a mí, oh Madre, para que pueda continuar, con temor y temblor, pero asimismo con admiración y reconocimiento, tu obra también al comienzo de este tercer milenio.

 

CONTEMPLATIO

Ciertamente, cumplió santa María, con toda perfección, la voluntad del Padre, y por esto es más importante su condición de discípula de Cristo que la de madre de Cristo, es más dichosa por ser discípula de Cristo que por ser madre de Cristo. Por esto, María fue bienaventurada, porque, antes de dar a luz a su maestro, lo llevó en su seno.

Mira si no es tal como digo. Pasando el Señor, seguido de las multitudes y realizando milagros, dijo una mujer: Dichoso el vientre que te llevó. Y el Señor, para enseñarnos que no hay que buscar la felicidad en las realidades de orden material, qué es lo que respondió?: Mejor, dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.

De ahí que María sea dichosa también porque escuchó la Palabra de Dios y la cumplió; llevó en su seno el cuerpo de Cristo, pero más aún guardó en su mente la verdad de Cristo. Cristo es la verdad, Cristo tuvo un cuerpo: en la mente de María estuvo Cristo, la verdad; en su seno estuvo Cristo hecho carne, un cuerpo. Y es más importante lo que está en la mente que lo que se lleva en el seno (san Agustín, Sermón 25, 7ss).

Cristo es, pues, uno, formando un todo la cabeza y el cuerpo: uno nacido del único Dios en los cielos y de una única madre en la tierra; muchos hijos, a la vez que un solo hijo.

Pues así como la cabeza y los miembros son un hijo a la vez que muchos hijos, asimismo María y la Iglesia son una madre y varias madres, una virgen y muchas vírgenes. Ambas son madres y ambas vírgenes; ambas concibieron sin voluptuosidad por obra del mismo Espíritu; ambas dieron a luz sin pecado la descendencia de Dios Padre. María, sin pecado alguno, dio a luz la cabeza del cuerpo; la Iglesia, por la remisión de los pecados, dio a luz el cuerpo de la cabeza. Ambas son la madre de Cristo, pero ninguna de ellas dio a luz al Cristo total sin la otra.

Por todo ello, en las Escrituras divinamente inspiradas, se entiende con razón como dicho en singular de la virgen María lo que en términos universales se dice de la virgen madre Iglesia, y se entiende como dicho de la virgen madre Iglesia en general lo que en especial se dice de la virgen madre María; y lo mismo si se habla de una de ellas que de la otra, lo dicho se entiende casi indiferente y comúnmente como dicho de las dos. También se considera con razón a cada alma fiel como esposa del Verbo de Dios, madre de Cristo, hija y hermana, virgen y madre fecunda. Todo lo cual la misma sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, lo dice universalmente de la Iglesia, especialmente de María y singularmente de cada alma fiel.

Por eso dice la Escritura: Y habitaré en la heredad del Señor. Heredad del Señor que es universalmente la Iglesia, especialmente María y singularmente cada alma fiel. En el tabernáculo del vientre de María habitó Cristo durante nueve meses; hasta el fin del mundo, vivirá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia y, por los siglos de los siglos, morará en el conocimiento y en el amor del alma fiel (Isaac de Stella, Sermón 51, en PL 194, 1862-1863.1865).

 

ACTIO

          Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica" (Lc 8,21).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Con frecuencia, en el Medievo se representaba a María de rodillas frente al niño en el pesebre y adorándolo. En estas figuras expresaban los artistas lo que Lucas dijo con estos cinco verbos: ha dado a luz, ha envuelto, ha depositado, ha conservado y ha meditado. María siente el misterio de este nacimiento.

Piensa una vez y otra constantemente en su propio corazón lo que ha sucedido. Medita el misterio de su propio hijo para darse cuenta de este niño. María es, para Lucas, la mujer que cree. Con ella nos dibuja una imagen de cómo nosotros también podemos creer en la encarnación de Dios en Jesucristo. Nuestra reacción no puede expresarse mejor que con estas palabras: conservar y meditar, observar y volver a decirlas siempre en nuestro corazón. Debemos conservar la Palabra de Dios en el corazón, debemos compararla con la realidad en la que nos encontremos, hasta que la Palabra se entreabra a nosotros y reconozcamos a la luz de la Palabra nuestra realidad de un modo nuevo, hasta que caigamos de rodillas maravillados frente al misterio del amor de Dios en nuestra vida (Anselm Grün, Natale, celebrare un nuovo inizio, Brescia 1999, pp. 126ss).

 

 

Día 25

Miércoles semana XXV del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: Proverbios 30,5-9

5 Todas las palabras de Dios se cumplen, es un escudo para quienes se acogen a él.

6 No añadas nada a sus palabras, no sea que te replique y quedes como mentiroso.

7 Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de que muera:

8 aleja de mí falsedad y mentira; no me des ni pobreza ni riqueza, dame sólo el alimento necesario.

9 No sea que, saciado, reniegue de ti y diga: "Quién es el Señor?" o que, siendo pobre, me dé al robo y profane el nombre de mi Dios.

 

**• El libro de los Proverbios reflexiona con una gran atención sobre la pobreza y sobre la riqueza. La oración que concluye el pasaje litúrgico de hoy constituye a este respecto un espléndido ejemplo. El ideal de la sabiduría no es la pobreza, sino el bienestar, que es una bendición de Dios. Procurárselo es un deber. Los Proverbios condenan con dureza la pereza y la holgazanería. Pero si bien es verdad que el bienestar es una bendición, eso no significa que el pobre sea un maldito o alguien castigado. Las recomendaciones en su favor son numerosas, y están diseminadas por todas las secciones del libro. Ayudar a los pobres es uno de los deberes principales. Sin olvidar, a renglón seguido, que la felicidad no está sólo en la riqueza, sino en una riqueza acompañada del temor de Dios, de la justicia y de la concordia: "Más vale poco con temor del Señor que un gran tesoro con preocupación" (15,16).

Por último, la sabiduría de los Proverbios advierte que el excesivo bienestar no está exento de grandes peligros morales, como el de creerse autosuficiente, sin sentir necesidad de Dios (v. 9). La riqueza material se transforma fácilmente en riqueza de espíritu. La posición del sabio es, por eso, la que se lee precisamente en la conclusión de nuestro pasaje: ni la miseria que conduce a la rebelión contra el Señor, ni la excesiva riqueza que conduce a olvidarlo.

 

Salmo Responsorial

Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Salmo 118,29.72.89.101.104.163


Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad.
R/.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
R/.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Tu palabra, Señor, es eterna,
más estable que el cielo.
R/.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra.
R/.
Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

Detesto y aborrezco la mentira,
y amo tu voluntad.
R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor

 

 

Evangelio: Lucas 9,1-6

En aquel tiempo,

1 Jesús convocó a los Doce y les dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades.

2 Luego los envió a predicar el Reino de Dios y a curar a los enfermos.

3 Y les dijo: -No llevéis para el camino ni bastón ni alforjas, ni pan ni dinero, ni tengáis dos túnicas.

4 Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar.

5 Y donde no os reciban, marchaos y sacudid el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos.

6 Ellos se marcharon y fueron recorriendo las aldeas, anunciando el Evangelio y curando por todas partes.

 

**• Predicar la conversión, expulsar toda clase de demonios y curar a los enfermos son las tres tareas del discípulo misionero (w. lss). Son las mismas cosas que hizo Jesús. Las consignas de Jesús son tres. En primer lugar, una orden: el misionero ha de llevar sólo lo estrictamente indispensable, nada más (v. 3). Se trata de una invitación a la pobreza entendida como libertad (dejar todo para seguirle) y fe (el mismo Señor proveerá a sus discípulos). Viene, a continuación, una norma de sentido común: el discípulo itinerante no ha de ir de una casa a otra; ha de elegir una casa digna y hospitalaria, y quedarse en ella el tiempo necesario (v. 4).

Por último, una sugerencia sobre cómo comportarse en caso de rechazo. El rechazo, en efecto, está previsto: al discípulo se le ha confiado una tarea, pero no se le garantiza el éxito. Frente al rechazo ha de comportarse como Jesús: si lo rechazan en un sitio ha de irse a otra parte (v. 5). "Sacudirse el polvo" es un gesto de juicio, no de maldición: pretende subrayar la gravedad del rechazo, la ocasión malgastada.

 

MEDITATIO

Afortunados los Doce, que tenían "poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar las enfermedades". Y cómo es que nosotros carecemos de poder y de autoridad? Puede deberse a que llevamos con nosotros muchas cosas? No irá ligada la entrega de tu poder, Señor, a la ausencia de todas esas muchas cosas en las que nos apoyamos? Pero es que acaso no son necesarias estas cosas? Hasta dónde llega la confianza en Dios y empieza el compromiso personal? Se trata de cuestiones que nos dejan pensativos y que parecen sin respuesta, salvo la venida de una oleada suplementaria del Espíritu Santo.

Una cosa es segura: el oficio de apóstol no es en absoluto fácil, expuesto como está a todos los vientos de las modas y a todas las tentaciones. Si carecemos de poderes, resulta fácil crearnos algunos suplementarios y refugiarnos en sucedáneos. Si la acción apostólica es "poderosa", resulta fácil autocomplacerse, como si todo procediera de nosotros.

No es fácil ser siervo y nada más que siervo. No es fácil no deprimirse con los fracasos y no exaltarse con los éxitos. Tal vez resida la debilidad en un arraigado individualismo, por el que sólo lo que hago yo está bien y sólo lo que pienso yo es justo. Y si contáramos con una comunidad con la que confrontarnos, con la que crecer para apoyarnos, con la que valorar el carácter evangélico de nuestra acción, no de una manera abstracta, sino en el orden concreto de la vida cotidiana?

 

ORATIO

Mira, Señor, cómo nosotros, tus discípulos, nos sentimos desarmados frente a este mundo. Nos sentimos casi perdidos, no sabemos a veces por dónde empezar y a menudo no se nos toma en serio, en particular cuando decimos tus palabras. El rebaño se restringe, los jóvenes rara vez demuestran comprendernos y, seguramente, a nosotros nos cuesta trabajo comprenderles.

No permitas que perdamos la confianza en tu poder. Danos el don del discernimiento para que podamos llevar a cabo un serio examen de conciencia, para que podamos ver lo que es preciso dejar de lado (los excesivos bastones, las excesivas alforjas, el demasiado pan, el demasiado dinero, las demasiadas túnicas), porque impide el despliegue de tu acción.

Estamos, en efecto, Señor, un poco confusos. A veces nos da la impresión de haber entrado en un callejón sin salida. Danos tu luz para ver lo que hemos de hacer. Y haznos comprender que tenemos necesidad de mucho, mucho valor, para hacer lo que es preciso hacer. No nos dejes caer en nuestra rastrera y silenciosa decepción, ni nos dejes en la tentación de la espectacularidad, del ir detrás del mundo, que todo lo apoya en el aparecer y en la capacidad de imponerse. Sabemos que algunos hacen carrera de este modo. Tú ilumínanos y sálvanos.

 

CONTEMPLATIO

Para demostrar que no es la sabiduría humana, sino su propio poder el que convierte al mundo, eligió Dios como predicadores suyos a hombres incultos, y lo mismo ha hecho en Inglaterra, realizando obras grandes por medio de instrumentos débiles. Ante este don divino hay, hermano carísimo, mucho de qué alegrarse y mucho de qué temer.

Sé bien que el Dios todopoderoso, por tu amor, ha realizado grandes milagros entre esta gente que ha querido hacerse suya. Por ello, es preciso que este don del cielo sea para ti al mismo tiempo causa de gozo en el temor y de temor en el gozo. De gozo, ciertamente, pues ves cómo el alma de los ingleses es atraída a la gracia interior por obra de los milagros exteriores; de temor, también, para que tu debilidad no caiga en el orgullo al ver los milagros que se producen, y no vaya a suceder que, mientras se te rinde un honor externo, la vanagloria te pierda en tu interior (Gregorio Magno, Carta a Agustín de Canterbury, Libro 9, 36).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "No llevéis nada para el camino" (Lc 9,3).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Aquí reside el misterio del ministerio: que precisamente nosotros, que somos pecadores, enfermos, vulnerables, necesitados de que se interesen por nosotros, precisamente nosotros, hemos sido elegidos para transmitir, mediante ese amor nuestro tan limitado y condicionado, el amor ilimitado e incondicionado de Dios. Porque el verdadero ministerio debe ser recíproco. Cuando los miembros de una comunidad de fe no pueden conocer y amar de verdad a su pastor, el oficio mismo de pastor se convierte muy pronto en un modo solapado de ejercer el poder sobre los otros, y empieza a manifestarse autoritario y dictatorial.

El mundo en el que vivimos -un mundo de eficiencia y control no tiene ningún modelo que ofrecer a quien desee hacer de pastor como lo hizo Jesús. Hasta las llamadas "profesiones asistenciales " se han visto secularizadas de un modo tan radical que la reciprocidad sólo puede ser considerada como una debilidad y una forma de confusión de roles. El liderato del que habla Jesús es de una modalidad radicalmente diferente de la que ofrece el mundo. Es un liderato de servicio, en el que el líder es un siervo vulnerable, que necesita a los otros no menos de lo que los otros le necesitan a él. Por consiguiente, en la Iglesia de mañana, habrá necesidad de un tipo completamente nuevo de liderato, no modelado sobre los juegos de poder, sino sobre Jesús, líder-siervo venido a dar la vida por la salvación de muchos (H. J. M. Nouwen, Nel nome di Gesü, Brescia 31997, pp. 44ss [edición española: En el nombre de Jesús, Promoción Popular Cristiana, Madrid 1997]).

 

 

Día 26

Jueves semana XXV del Tiempo ordinario o 26 de septiembre,

Santos Cosme y Damián

 

La leyenda y la devoción popular de los santos Cosme y Damián sobrepasan con mucho los documentos históricos de sus vidas y milagros. Estos santos están tan lejanos de nosotros en la historia (siglo III) que los ríos que han salido de aquellas fuentes de información han llegado hasta nosotros por cauces de leyenda.

Según una tradición muy antigua, estos santos tienen su tumba en Ciro (Siria). Son presentados como hermanos y gemelos. Se dice también que eran médicos de profesión. Convertidos al cristianismo, dieron testimonio de su fe hasta la muerte, la cual les sobrevino en la persecución de Diocleciano.

Lo que san Pablo cuenta de sí mismo (2 Cor 11,16-33) lo aplican los devotos al martirio de los santos Cosme y Damián: fueron arrojados a la cárcel encadenados, pasaron por agua y por fuego, fueron crucificados, asaeteados y, finalmente, decapitados. Este martirio ocurrió por el año 300. Pronto corrió su fama desde Oriente hasta Occidente.

Son muchos los templos y parroquias en todo el mundo que están dedicados a estos dos santos. Igualmente, también desde muy antiguo los han tomado por patronos protectores los médicos y boticarios.

 

LECTIO

Primera lectura: Eclesiastés 1,2-11

2 Vanidad de vanidades, dice Qohélet, vanidad de vanidades; todo es vanidad. 3 Qué provecho saca el hombre de todos los afanes que persigue bajo el sol?

4 Una generación pasa, otra generación viene, y la tierra permanece siempre.

5 Sale el sol, se pone el sol y corre hacia el lugar de donde volverá a salir.

6 Sopla al sur y sopla al norte y, gira que te gira, el viento reanuda su carrera.

7 Todos los ríos van al mar, pero el mar nunca se llena, y, sin embargo, los ríos van siempre al mismo lugar.

8 Todas las cosas cansan, y nadie es capaz de explicarlo; ni el ojo se sacia de ver, ni el oído de oír.

9 Lo que fue, eso será; lo que se hizo, se hará: nada hay nuevo bajo el sol.

10 Y si de algo se dice: "Esto es nuevo", eso ya existió en los siglos que nos precedieron.

11 No queda recuerdo de los antepasados, y de los que vendrán detrás tampoco quedará recuerdo entre sus sucesores.

 

*•• "Todo es vanidad" (v. 2), responde el libro del Eclesiastés al preguntarse por el sentido de la vida. "Vanidad", en hebreo hevel, es una palabra que puede significar muchas cosas, pero todas relacionadas con la imagen del soplo, de la niebla, del humo, de algo, en suma, inconsistente: tal vez de lejos te encanta, pero cuando lo tienes entre las manos te decepciona. Así es la vida del hombre: una realidad engañosa, caduca y absurda. Qohélet se muestra verdaderamente drástico y provocador.

Cuáles son las razones de una afirmación tan negativa? Por ejemplo, el estridente contraste entre la precariedad del hombre y el permanecer de la naturaleza: "Una generación pasa, otra generación viene, y la tierra permanece siempre" (v. 4).

Todos dicen que el hombre es más importante que las cosas; sin embargo, el hombre desaparece, mientras que las cosas permanecen. Y, además, si miras más allá de las apariencias, te das cuenta de que el hombre está como dentro de un círculo en el que se debate impotente sin comprender la razón. Todo se mueve, pero, en realidad, todo sigue igual. Todo vuelve al punto de partida, como el movimiento del sol, del viento y del agua de los ríos.

También el afán del hombre ("Todos sus días son sufrimiento, disgusto sus fatigas, y ni de noche descansa": 1,23) es un dar vueltas sobre sí mismo, un hacer y un deshacer, sin llegar nunca a un atracadero definitivo. El mundo nuevo que el hombre se esfuerza en construir huye continuamente de sus manos, y así cada generación comienza desde el principio. Quizás Qohélet esté pensando sin más en la esperanza mesiánica de los profetas y la contesta. Se trata de una esperanza religiosa, aunque siempre terrestre.

Pero, entonces, cómo se puede hablar verdaderamente de novedad? Siempre estará el límite de la muerte, el ojo del hombre continuará sin saciarse de ver y el oído sin cansarse de oír, y siempre se le escapará al hombre el sentido del conjunto. Así pues, todo es vanidad? El Nuevo Testamento nos brindará una precisión esencial: todo es vanidad, pero no la caridad.

 

Salmo Responsorial

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación

Salmo 89,3-4.5-6.12-13.14.17


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: <<Retornad, hijos de Adán.>>
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación

 

 

Evangelio: Lucas 9,7-9

En aquel tiempo,

7 el tetrarca Herodes oyó todo lo que estaba sucediendo y no sabía qué pensar, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos,

8 otros que Elías había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado.

9 Herodes dijo: -Yo mandé decapitar a Juan. Quién es, pues, éste de quien oigo decir tales cosas? Y buscaba una ocasión para conocerlo.

 

**• Herodes está perplejo: quién es ese Jesús de quien tanto se habla? En la corte se hacen diferentes conjeturas: es Juan, que ha resucitado; es Elías, es un profeta.

Como podemos ver, la gente capta algo de la grandeza de Jesús, pero su error fundamental es comparar a Jesús con figuras del pasado, con figuras ya conocidas. Jesús es una novedad y, para comprenderlo, es preciso mirarle a él mismo, no a otro. Herodes es un hombre culto, práctico. Quisiera reunirse con Jesús e informarse personalmente de quién es. Pero de qué le serviría? Se reunirá con él, en efecto, más tarde, durante la pasión, pero no conseguirá comprender nada de Jesús e intentará comprender e intentará ocultar su propia torpeza recurriendo a un humor vulgar. La fe no nace de semejantes verificaciones ni está hecha para hombres como Herodes.

 

 

MEDITATIO

La brevedad de la vida y la perspectiva de los días tristes ni pueden ni deben suprimir la apreciación positiva de las pequeñas y de las grandes alegrías, que han de ser acogidas con reconocimiento y acción de gracias.

Y es que se encuentra aquí en juego el carácter plausible de nuestra fe. El desafío que supone el neopaganismo se juega de hecho también en la cuestión de la "felicidad": cómo se es más "feliz", con la fe o sin la fe? Cómo se está en mejores condiciones para apreciar la creación, con la mirada dirigida al Creador o con la mirada dirigida exclusivamente a las criaturas? Y aún: existe de verdad "el bienestar de la fe"? Está destinado el cristiano a ser un eterno llorón y un aguafiestas o está llamado a difundir la Buena Noticia, la alegría de sentirse envuelto, acogido y amado por el Misterio adorable que nos rodea?

De la capacidad de alegría que el cristiano sea capaz de difundir depende también la aceptación del Evangelio por parte de la gente que nos rodea, seducida por otros mensajes. Pero eso incluye una relación correcta con las criaturas, la capacidad de gozar de todas las cosas bellas que nos han sido dadas como don, de vivir con el ánimo alegre, agradecido, exultante, alabando al Creador de tantas cosas bellas. Incluye la madurez de la fe, que ni idolatra ni teme a las criaturas, compañeras de nuestro viaje hacia la plenitud.

 

ORATIO

Te doy gracias, Creador mío, por tu creación, que me habla de ti, de tu belleza y de tu sabiduría. Te doy gracias "porque creaste el universo entero, estableciste el continuo retorno de las estaciones y sometiste al hombre, formado a tu imagen y semejanza, las maravillas del mundo para que, en nombre tuyo, dominara la creación. Te admiro y te alabo en todas tus criaturas. No me amarga el hecho de que todo pase: te agradezco lo que me das, lo que me ofreces y cómo lo haces, la alegría que me proporciona, la utilidad que me produce.

Sólo te pido que nunca me olvide de que todo procede de ti y todo me conduce a ti. Entonces mi alegría será completa, porque participaré de tu alegría, ahora y siempre. Amén.

 

CONTEMPLATIO

Sería excesivamente prolijo, y hasta imposible, reunir y narrar todo cuanto el glorioso padre Francisco hizo y enseñó mientras vivió entre nosotros. Quién podrá expresar aquel extraordinario afecto que le arrastraba en todo lo que es de Dios?

Quién será capaz de narrar de cuánta dulzura gozaba al contemplar en las criaturas la sabiduría del Creador, su poder y su bondad? En verdad, esta consideración le llenaba muchísimas veces de admirable e inefable gozo viendo el sol, mirando la luna y contemplando las estrellas y el firmamento. !Oh piedad simple! !Oh simplicísima piedad!

También ardía en vehemente amor por los gusanillos, porque había leído que se dijo del Salvador: Yo soy gusano y no hombre, y por esto los recogía del camino y los colocaba en lugar seguro para que no los aplastasen con sus pies los transeúntes. Y qué decir de las otras criaturas inferiores, cuando hacía que a las abejas les sirvieran miel o el mejor vino en el invierno para que no perecieran por la inclemencia del frío? Deshacíase en alabanzas, a gloria del Señor, ponderando su laboriosidad, y la excelencia de su ingenio; tanto que, a veces, se pasaba todo un día en la alabanza de éstas y de las demás criaturas.

Como en otro tiempo los tres jóvenes en la hoguera invitaban a todos los elementos a loar y glorificar al Creador del universo, así este hombre, lleno del Espíritu de Dios, no cesaba de glorificar, alabar y bendecir en todos los elementos y criaturas al Creador y Gobernador de todas las cosas.

Quién podrá explicar la alegría que provocaba en su espíritu la belleza de las flores, al contemplar la galanura de sus formas y al aspirar la fragancia de sus aromas?

Al instante dirigía el ojo de la consideración a la hermosura de aquella flor que, brotando luminosa en la primavera de la raíz de Jesé, dio vida con su fragancia a millares de muertos. Y, al encontrarse en presencia de muchas flores, les predicaba, invitándolas a loar al Señor, como si gozaran del don de la razón.

Y lo mismo hacía con las mieses y las viñas, con las piedras y las selvas, y con todo lo bello de los campos, las aguas de las fuentes, la frondosidad de los huertos, la tierra y el fuego, el aire y el viento, invitándoles con ingenua pureza al amor divino y a una gustosa fidelidad.

En fin, a todas las criaturas las llamaba hermanas, como quien había llegado a la gloriosa libertad de los hijos de Dios, y con la agudeza de su corazón penetraba, de modo eminente y desconocido a los demás, los secretos de las criaturas. Y ahora, !oh buen Jesús!, a una con los ángeles, te proclama admirable quien, viviendo en la tierra, te predicaba amable a todas las criaturas (Tomás de Celano, Vida primera de san Francisco, 29).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Concédeme, Señor, la verdadera sabiduría" (de la liturgia).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La alegría que experimentamos por nosotros mismos –sin esa perspectiva moralizante que nos es tan familiar- nos la transmite el libro de Qohélet. El autor de este libro intenta unir la filosofía popular griega con la sabiduría judía. Pone en tela de juicio algunos dogmas judíos; por ejemplo, el dogma según el cual "hacer el bien trae siempre fortuna y una larga vida, y hacer el mal lleva al infortunio y a una muerte prematura".

La realidad es diferente. Qohélet nos invita a alegrarnos de la vida y a gozar plenamente de las alegrías del momento. Cuando recibimos alegrías, debemos pensar que es Dios quien nos las envía (9,7-9). Qohélet no está lleno de euforia. Sabe que todo esto no es más que un suspiro de viento, que el ser humano no puede encontrar la paz ni en el éxito ni en la propiedad.

Sabe que, pasadas las alegrías, vendrán los tiempos de la tristeza (3,1 Iss), pero, cuando Dios nos concede la alegría, debemos acogerla agradecidos y gozar de ella con plena conciencia.

La conciencia de ser pecadores no debe inducirnos sólo a dar vueltas como penitentes que se reprochan constantemente haberlo hecho todo de manera equivocada y no merecer el amor de Dios. Jesús empieza su predicación diciendo: "Se ha cumplido el plazo y está llegando el Reino de Dios" (Mc 1,15). Nos ofrece la plenitud de la vida. Cuando Dios está cerca y cuando nosotros nos encontramos cerca de Dios, entonces nuestra vida se encuentra en orden, se llena de una alegría nueva. Por eso cuenta Lucas en su evangelio que allí donde estaba Jesús reinaba la alegría. Allí donde estaba Jesús no había ni un mísero sentido de penitencia, ni de autodevaluación, ni de autoacusación, sino que se advertía el ofrecimiento de una nueva posibilidad de vida, que la libertad y la alegría podían determinar nuestra vida (Anselm Grün, Ritrovare la propia gioia, Brescia 2000, pp. 79-81, passim [edición española: Recuperar la propia alegría, Verbo Divino, Estella 1999]).

 

 

 

Día 27

Viernes de la semana XXV del Tiempo ordinario o 27 de septiembre,

San Vicente de Paúl  

Vicente de Paúl nació en Pouy, en las Landas (sudoeste de Francia), el año 1581, en el seno de una familia modesta, que le orientó al estado eclesiástico. Tras ser ordenado sacerdote en 1600, estuvo buscándose a sí mismo durante un decenio. El fracaso de los diferentes progresos de vida le hizo redescubrir el sacerdocio como servicio a los pobres y como compromiso de vida. Reunió grupos de laicos comprometidos con los pobres (la Caridad, hoy Voluntariado vicenciano: 1617), y sacerdotes y hermanos para la evangelización de los pobres (Congregación de la Misión: 1625). En una época que marginaba a la mujer, fundó la congregación de las Hijas de la Caridad (1633), con lo que permitió a muchachas de toda condición asumir un compromiso de dedicación a los últimos. Influyó en las opciones estratégicas del Estado francés y, sobre todo, con ocasión de graves calamidades (guerras y devastaciones), fue el organizador y el animador de la caridad para la sociedad de su tiempo. Murió en París el 27 de septiembre de 1660.

 

 

LECTIO

Primera lectura: Eclesiastés 3,1-11

1 Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:

2 Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de arrancar y tiempo de plantar,

3 tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de construir,

4 tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,

5 tiempo de tirar piedras y de recogerlas, tiempo de abrazarse y de separarse,

6 tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar,

7 tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar,

8 tiempo de amar y tiempo de odiar, tiempo de guerra y tiempo de paz.

9 Qué provecho saca el que se afana de sus fatigas?

10 He observado la tarea que Dios impone a los hombres para que se ocupen de ella.

11 Todo lo hizo hermoso a su tiempo, e hizo reflexionar al hombre sobre la eternidad, pero el hombre no llegará a desentrañar totalmente la obra de Dios.

 

*" Qohélet está particularmente impresionado por el misterio del tiempo. Cada cosa tiene su duración y todo tiene su momento; todo sucede en el tiempo fijado, para cada cosa hay un momento oportuno. Pero cómo conocer estos tiempos oportunos y cómo garantizárnoslos?

Parece ser que el hombre no puede intervenir en el engranaje del tiempo. Este último tiene sus ritmos. En el fondo, la vida es sencilla, está hecha de unas cuantas actitudes básicas que continuamente se repiten: nacer y morir, amar y odiar, sufrir y gozar, unirse y separarse, callar y hablar, salvar y destruir, y otras así. El hombre, con todos sus afanes y sus deseos, está encerrado dentro de estos elementos, combinados de diferentes modos. La vida humana está como dentro de un círculo que el hombre no consigue romper.

Ciertamente, habrá un sentido ("Todo lo hizo hermoso a su tiempo"), pero el hombre no lo comprende. Dios ha puesto en el hombre la exigencia del conjunto y la necesidad de interrogarse sobre la existencia más allá de cada momento particular. Sin embargo, es una necesidad que queda insatisfecha. El hombre -apenas sale de cada momento- advierte la contradicción. El presente no siempre corresponde al pasado. En efecto, a un pasado de justicia puede sucederle un presente de fracaso, y viceversa. El hombre anticipa el futuro, lo sueña y desearía alcanzarlo, pero le huye. Saliendo de él de vez en cuando y conectando el presente con el pasado, el hombre descubre que las cuentas no salen. La conclusión?

No nos queda más que fiarnos de Dios (en esto consiste el temor de Dios, según Qohélet), aunque es una medida de prudente sabiduría no perder el presente, el único tiempo que posee el hombre.

 

Salmo Responsorial

Bendito el Señor, mi Roca

Salmo 143,1a.2abc.3-4


Bendito el Señor, mi Roca,
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio.
R/. Bendito el Señor, mi Roca

Señor, qué es el hombre para que te fijes en él?;
qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo;
sus días, una sombra que pasa.
R/.
Bendito el Señor, mi Roca

 

 

Evangelio: Lucas 9,18-22

18 Un día que estaba Jesús orando a solas, sus discípulos se le acercaron. Jesús les preguntó: -Quién dice la gente que soy yo?

19 Respondieron: -Según unos, Juan el Bautista; según otros, Elías; según otros, uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.

20 Él les dijo: -Y vosotros quién decís que soy yo? Pedro respondió: -El Mesías de Dios.

21 Pero Jesús les prohibió terminantemente que se lo dijeran a nadie.

22 Luego añadió: -Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la Ley, que lo maten y que resucite al tercer día.

 

**• Lucas vuelve al tema del evangelio de ayer. La pregunta es la misma. Sin embargo, ahora es el propio Jesús quien la dirige a sus discípulos. Quién es Jesús?

La respuesta de la gente es múltiple: en ellas se manifiesta la conciencia de un cierto "misterio", pero no van más allá de los esquemas religiosos comunes. Tampoco la respuesta de los discípulos es completa: por lo menos, puede ser entendida mal, y por eso Jesús "les prohibió terminantemente que se lo dijeran a nadie" (v. 21). No basta, en efecto, con reconocer que Jesús es el Mesías.

Qué Mesías? Es la cruz lo que suprime todos los malos entendidos. Estamos aquí en el centro de la fe: creer en un Mesías que será crucificado. El "es necesario" del texto es muy significativo: la cruz no es un incidente; es algo querido, forma parte del plan de Dios. Ésta es la novedad inesperada, escandalosa para muchos. La presencia de Dios se manifiesta en el camino de la cruz, es decir, en la entrega de sí mismo, en el rechazo de toda imposición, en el amor que acepta ser contradicho y aparentemente derrotado. A buen seguro, si el don de sí mismo siguiera siendo inútil y quedara derrotado, no podría ser en modo alguno el signo de Dios; lo es, no obstante, porque el camino de la cruz conduce a la resurrección.

Es precisamente en la entrega de sí mismo, que no se echa atrás ni siquiera frente a la muerte, donde está encerrada la victoria de Dios.

 

MEDITATIO

San Vicente de Paúl fue durante diez años un sacerdote que se buscaba a sí mismo y que buscaba una sistematización que le conviniera. Los pobres habían estado siempre ante sus ojos, pero nunca se había fijado en ellos. Distribuía limosnas, sobre todo durante el tiempo que estuvo junto a la reina Margot, entre 1608 y 1610, pero no practicaba la caridad. Más tarde, una serie de ardientes acontecimientos le cambiaron por dentro. Le dio la vuelta a la pirámide de sus prioridades. Cuando se dio cuenta del hambre doble de las masas - a saber: el hambre de la Palabra y el hambre de Pan se sintió comprometido personalmente. Comprendió que debía dejar de buscarse y buscar. Más eso sin ningún frenesí activista. No fue nunca un protagonista de la caridad. No hacía, sino que hacía hacer. Indicó a la Iglesia de su tiempo cómo hacerse Iglesia de los pobres. Repetía: "No me basta con amar yo a Dios si mi prójimo no le ama". En un momento en el que triunfaba el misticismo, invitó a amar a Dios, pero "a expensas de nuestros brazos y con el sudor de nuestra frente". No quería que los suyos se sintieran privilegiados: "Nosotros vivimos del patrimonio de Jesucristo, del sudor de la pobre gente". Y ofreció un criterio ineludible para el servicio: "Los pobres son nuestros amos y señores... En el paraíso son grande señores y les corresponde a ellos abrirnos la puerta a nosotros". Por eso "no podemos garantizarnos mejor la felicidad eterna que viviendo y muriendo en el servicio a los pobres, en brazos de la Providencia".

 

ORATIO

Apresúrate, María, Entre los olivos de plata acariciados por una brisa. En tu correr se hacen misioneros todos los pobres, se levantan los cojos, gritan los mudos, y los ciegos despiertan el arpa y la cítara. Alegraos, misioneras de la portería y de la enfermería; ella lleva vuestra voz y vuestro deseo secreto. Ella se hace voz por vosotras, mujeres de cincuenta años, llamada a estar con los locos. Ella corre por los sin nombre, los cualquiera, las viudas grises y un poco tristes condenadas a la pensión. No te guía un fuego y una nube porque tú eres antorcha que ilumina las fortalezas negras como tus ojos.

Eres la nube blanca que indica el puerto a los desterrados, perdidos y confusos. Mujer de ayer y de mañana, haz que la Iglesia renazca, mujer encorvada, ya sin voz. Nuestras lámparas se apagan; vierte tú el aceite que no hemos podido comprar a tiempo. Vuelve a dar canto y pureza a nuestros jóvenes. Querernos vivir el Evangelio, ser también nosotros Palabra de Dios. Apresúrate contra el tiempo, llega antes de la noche, para que en nuestras iglesias reine la alegría y la alegría se vista de cantos de púrpura. No ves cómo también el cielo se ha enamorado de ti y la tierra abre un camino llano?

El desierto grita de exultación y con tus exiliados pasos se siente recompensado de la soledad desesperada. Mujer soñada antes del tiempo, mujer sin edad, inmaculada y reina, hasta las estrellas brillan de alegría y te sirven de diadema y de festivo cortejo. No has tenido amoríos, esbelta niña de piel ambarina, sino mujeres de arrugas y de pensamiento, que han respirado olores de viejos y han subido las escalas de tétricas soledades. La naturaleza se queda sin palabras, porque jamás de los jamases habría imaginado mujeres así.

(Luigi Mezzadri.)

 

CONTEMPLATIO

Algunos dichos del san Vicente de Paúl:

"La perfección no consiste en los éxtasis, sino en cumplir bien la voluntad de Dios".

"Ocupémonos de los asuntos de Dios y él se ocupará de los nuestros".

"La Providencia de Dios no nos faltará nunca mientras nosotros no faltemos a su servicio".

"No hay mejor manera de garantizarnos la felicidad eterna que viviendo y muriendo al servicio de los pobres, en brazos de la Providencia".

"Toda nuestra vida no es más que un instante, que huye y se disipa pronto. Los setenta y seis años de vida que he pasado no me parecen ahora más que un sueño y un instante. Y ya no me queda nada, excepto el pesar de este momento".

 

ACTIO

Repite a menudo y medita durante el día estas palabras de san Vicente de Paúl: "Sin decir una palabra, si estáis llenos de Dios, tocaréis los corazones con vuestra sola presencia".

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Decir san Vicente de Paúl es decir caridad. Los pobres son al santo como el santo a los pobres. No olvidemos que, en el momento en que Vicente se asomó a la vida, la Iglesia de Francia salía de una de las páginas más oscuras de su historia: las guerras de religión. Se combatía en nombre de Dios. En aquellos momentos, la Iglesia católica sufría una continua hemorragia.

Fueron muchos los que se marcharon de ella. Cuando acabó el combate físico quedaron las ruinas. Había que reconstruir las iglesias, pero había que rehacer la Iglesia. Un grupo de sacerdotes se comprometió en la tarea: Bérulle, Duval, Bourgoing, Condren y Vicente. No pidieron la intervención del Estado. Estos sacerdotes, antes de cambiar el mundo, se cambiaron a sí mismos.

Decía el santo en uno de sus textos: "Está escrito que busquemos el Reino de Dios. No es más que una frase, pero me parece que encierra muchas cosas. Nos enseña a aspirar siempre a eso que se nos recomienda, a fatigarnos de continuo por el Reino de Dios y a no permanecer en un estado de inercia e indolencia, a reflexionar en nuestra propia vida íntima a fin de regularla bien y no en las cosas externas para encontrar placer en ellas. Buscar significa preocuparse, significa acción. Buscad a Dios en vosotros, porque san Agustín confiesa que mientras lo buscó fuera de él no lo encontró; buscadlo en vuestra alma, la morada que le es agradable: éste es el lugar donde sus siervos que procuran poner en práctica todas las virtudes, las establecen.

Es necesaria la vida interior, y en ella deben converger todos nuestros esfuerzos: si faltamos en esto, faltamos a todo, y los que ya han faltado deben humillarse, implorar la misericordia de Dios y enmendarse. Si hay algún hombre en el mundo que tiene necesidad de ello, es este miserable que os habla: yo caigo, recaigo, salgo a menudo fuera de mí y entro en mí rara vez; acumulo culpas sobre culpas; ésta es la miserable vida que llevo y el mal ejemplo que doy".

 

 

 

Día 28

Sábado semana XXV del Tiempo ordinario

 

LECTIO

Primera lectura: Eclesiastés 11,9-12,8

11,9 Disfruta, joven, en tu adolescencia y sé feliz en tu juventud; sigue tus sentimientos, da cauce a tus ilusiones y ten presente que de todo esto te juzgará Dios.

10 Aleja la tristeza de tu corazón y aparta el sufrimiento de tu cuerpo, porque la adolescencia y la juventud son efímeras.

12,1 Ten en cuenta a tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los días malos y se acerquen los años de los que digas: "No me gustan";

2 antes de que se oscurezcan el sol, la luz, la luna y las estrellas y vuelvan las nubes tras la lluvia.

3 Cuando tiemblen los guardianes de la casa y se encorven los robustos; cuando se paren las que muelen, porque son ya pocas, y se oscurezcan las que miran por las ventanas;

4 se cierren las puertas de la calle y se apague el ruido del molino; se extinga el canto del pájaro y enmudezcan las canciones;

5 cuando den miedo las alturas y los sobresaltos del camino; cuando se desprecie el almendro, se haga pesada la langosta y no tenga efecto la alcaparra. Porque el hombre va a su morada eterna y merodean por las calles las plañideras.

6 Antes de que se rompa el hilo de plata y se destroce la lámpara de oro, se quiebre el cántaro en la fuente y se precipite la polea en el pozo;

7 antes de que vuelva el polvo a la tierra de donde vino y el espíritu vuelva a Dios, que lo dio.

8 Vanidad de vanidades, dice Qohélet, todo es vanidad.

 

**• Qohélet se pregunta qué sentido tiene la vida si todo corre tan veloz hacia la vejez y la muerte. En uno de sus fragmentos más célebres (12,2-6), describe con despreocupación y de modo conmovedor la irrupción de la vejez. La imagen que presenta es un palacio de alto rango durante un tiempo lleno de vida y de actividad, pero ahora en descomposición de una manera ineluctable.

Naturalmente, también la vejez supone un riesgo, y puede presentarse con un rostro dramático, sobre todo cuando concluye una vida ya vacía, dispersa. Por eso empieza Qohélet diciendo: "Ten en cuenta a tu Creador en los días de tu juventud" (12,1). No se trata de un Carpe diem en sentido hedonista y pagano, pero, con todo, sigue siendo siempre verdad que la vida es una posibilidad única. Es preciso vivir intensamente, sin aplazamientos. Una vejez que da remate a una vida plena es cualitativamente diferente de una vejez que se añade a una vida vacía.

Yendo más al fondo, el hombre bíblico –empezando por Qohélet- sabe que no es sólo la vejez lo que constituye una situación de riesgo. Si miras bien, te das cuenta de que es toda la vida la que se encuentra en esa situación. La vejez está implicada en un problema más general. Es una ventana sobre la vida captada en toda su verdad. La vejez no puede ser aislada. Si se resuelve el problema de la vejez, se resuelve el problema de la vida.

 

Salmo Responsorial

Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación

Salmo 89,3-4.5-6.12-13.14.17


Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: <<Retornad, hijos de Adán.>>
Mil años en tu presencia son un ayer, que pasó;
una vela nocturna.
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación


Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
R/.
Señor, tú has sido nuestro refugio
de generación en generación

 

 

Evangelio: Lucas 9,43b-45

En aquel tiempo, todos estaban admirados de las cosas que hacía. Entonces Jesús dijo a sus discípulos:

44 -Vosotros escuchad atentamente estas palabras: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres.

45 Pero ellos no entendían lo que quería decir; les resultaba tan oscuro que no llegaban a comprenderlo, y tenían miedo de hacerle preguntas sobre ello.

 

*• Mientras todos estaban admirados de las cosas que hacía, Jesús vuelve a revelar a sus discípulos la cruz que le espera. El contraste es estridente: lo que debe importarles a los discípulos no es la gloria del Maestro, sino que "el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres" (v. 44). Esto es lo que debemos comprender, so pena de no entender en absoluto la identidad de Jesús y la verdad de su revelación. Comprender la cruz significa comprender el lado más luminoso, nuevo e imprevisible del rostro de Dios revelado por Jesús. No está en juego un aspecto particular, sino el centro.

Con todo, los discípulos "no entendían" (v. 45a). La soledad de Jesús es completa. Ni siquiera sus más íntimos están en condiciones de compartir el lado más profundo de su circunstancia. Su "novedad" escapa a todos.

No entendían -dice Lucas- porque sus palabras estaban como cubiertas por un velo que les impidiera captar su sentido (cf. v. 45b). Las comprenderán después, a la luz de los acontecimientos y al recorrer ellos mismos el camino del Maestro. Pero no comprendían tampoco porque tenían miedo de preguntarle sobre ello (cf. v. 45c).

Lo que entrevén les produce espanto. El destino del discípulo no puede ser separado del destino de su Maestro: eso precisamente era lo que intuían. Y se quedaron turbados.

 

MEDITATIO

La brevedad de la vida y la perspectiva de los días tristes ni pueden ni deben suprimir la apreciación positiva de las pequeñas y de las grandes alegrías, que han de ser acogidas con reconocimiento y acción de gracias.

Y es que se encuentra aquí en juego el carácter plausible de nuestra fe. El desafío que supone el neopaganismo se juega de hecho también en la cuestión de la "felicidad": cómo se es más "feliz", con la fe o sin la fe? Cómo se está en mejores condiciones para apreciar la creación, con la mirada dirigida al Creador o con la mirada dirigida exclusivamente a las criaturas? Y aún: existe de verdad "el bienestar de la fe"? Está destinado el cristiano a ser un eterno llorón y un aguafiestas o está llamado a difundir la Buena Noticia, la alegría de sentirse envuelto, acogido y amado por el Misterio adorable que nos rodea?

De la capacidad de alegría que el cristiano sea capaz de difundir depende también la aceptación del Evangelio por parte de la gente que nos rodea, seducida por otros mensajes. Pero eso incluye una relación correcta con las criaturas, la capacidad de gozar de todas las cosas bellas que nos han sido dadas como don, de vivir con el ánimo alegre, agradecido, exultante, alabando al Creador de tantas cosas bellas. Incluye la madurez de la fe, que ni idolatra ni teme a las criaturas, compañeras de nuestro viaje hacia la plenitud.

 

ORATIO

Te doy gracias, Creador mío, por tu creación, que me habla de ti, de tu belleza y de tu sabiduría. Te doy gracias "porque creaste el universo entero, estableciste el continuo retorno de las estaciones y sometiste al hombre, formado a tu imagen y semejanza, las maravillas del mundo para que, en nombre tuyo, dominara la creación. Te admiro y te alabo en todas tus criaturas. No me amarga el hecho de que todo pase: te agradezco lo que me das, lo que me ofreces y cómo lo haces, la alegría que me proporciona, la utilidad que me produce.

Sólo te pido que nunca me olvide de que todo procede de ti y todo me conduce a ti. Entonces mi alegría será completa, porque participaré de tu alegría, ahora y siempre. Amén.

 

CONTEMPLATIO

Sería excesivamente prolijo, y hasta imposible, reunir y narrar todo cuanto el glorioso padre Francisco hizo y enseñó mientras vivió entre nosotros. Quién podrá expresar aquel extraordinario afecto que le arrastraba en todo lo que es de Dios?

Quién será capaz de narrar de cuánta dulzura gozaba al contemplar en las criaturas la sabiduría del Creador, su poder y su bondad? En verdad, esta consideración le llenaba muchísimas veces de admirable e inefable gozo viendo el sol, mirando la luna y contemplando las estrellas y el firmamento. !Oh piedad simple! !Oh simplicísima piedad!

También ardía en vehemente amor por los gusanillos, porque había leído que se dijo del Salvador: Yo soy gusano y no hombre, y por esto los recogía del camino y los colocaba en lugar seguro para que no los aplastasen con sus pies los transeúntes. Y qué decir de las otras criaturas inferiores, cuando hacía que a las abejas les sirvieran miel o el mejor vino en el invierno para que no perecieran por la inclemencia del frío? Deshacíase en alabanzas, a gloria del Señor, ponderando su laboriosidad, y la excelencia de su ingenio; tanto que, a veces, se pasaba todo un día en la alabanza de éstas y de las demás criaturas.

Como en otro tiempo los tres jóvenes en la hoguera invitaban a todos los elementos a loar y glorificar al Creador del universo, así este hombre, lleno del Espíritu de Dios, no cesaba de glorificar, alabar y bendecir en todos los elementos y criaturas al Creador y Gobernador de todas las cosas.

Quién podrá explicar la alegría que provocaba en su espíritu la belleza de las flores, al contemplar la galanura de sus formas y al aspirar la fragancia de sus aromas?

Al instante dirigía el ojo de la consideración a la hermosura de aquella flor que, brotando luminosa en la primavera de la raíz de Jesé, dio vida con su fragancia a millares de muertos. Y, al encontrarse en presencia de muchas flores, les predicaba, invitándolas a loar al Señor, como si gozaran del don de la razón.

Y lo mismo hacía con las mieses y las viñas, con las piedras y las selvas, y con todo lo bello de los campos, las aguas de las fuentes, la frondosidad de los huertos, la tierra y el fuego, el aire y el viento, invitándoles con ingenua pureza al amor divino y a una gustosa fidelidad.

En fin, a todas las criaturas las llamaba hermanas, como quien había llegado a la gloriosa libertad de los hijos de Dios, y con la agudeza de su corazón penetraba, de modo eminente y desconocido a los demás, los secretos de las criaturas. Y ahora, !oh buen Jesús!, a una con los ángeles, te proclama admirable quien, viviendo en la tierra, te predicaba amable a todas las criaturas (Tomás de Celano, Vida primera de san Francisco, 29).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Concédeme, Señor, la verdadera sabiduría" (de la liturgia).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

La alegría que experimentamos por nosotros mismos –sin esa perspectiva moralizante que nos es tan familiar- nos la transmite el libro de Qohélet. El autor de este libro intenta unir la filosofía popular griega con la sabiduría judía. Pone en tela de juicio algunos dogmas judíos; por ejemplo, el dogma según el cual "hacer el bien trae siempre fortuna y una larga vida, y hacer el mal lleva al infortunio y a una muerte prematura".

La realidad es diferente. Qohélet nos invita a alegrarnos de la vida y a gozar plenamente de las alegrías del momento. Cuando recibimos alegrías, debemos pensar que es Dios quien nos las envía (9,7-9). Qohélet no está lleno de euforia. Sabe que todo esto no es más que un suspiro de viento, que el ser humano no puede encontrar la paz ni en el éxito ni en la propiedad.

Sabe que, pasadas las alegrías, vendrán los tiempos de la tristeza (3,1 Iss), pero, cuando Dios nos concede la alegría, debemos acogerla agradecidos y gozar de ella con plena conciencia.

La conciencia de ser pecadores no debe inducirnos sólo a dar vueltas como penitentes que se reprochan constantemente haberlo hecho todo de manera equivocada y no merecer el amor de Dios. Jesús empieza su predicación diciendo: "Se ha cumplido el plazo y está llegando el Reino de Dios" (Mc 1,15). Nos ofrece la plenitud de la vida. Cuando Dios está cerca y cuando nosotros nos encontramos cerca de Dios, entonces nuestra vida se encuentra en orden, se llena de una alegría nueva. Por eso cuenta Lucas en su evangelio que allí donde estaba Jesús reinaba la alegría. Allí donde estaba Jesús no había ni un mísero sentido de penitencia, ni de autodevaluación, ni de autoacusación, sino que se advertía el ofrecimiento de una nueva posibilidad de vida, que la libertad y la alegría podían determinar nuestra vida (Anselm Grün, Ritrovare la propia gioia, Brescia 2000, pp. 79-81, passim [edición española: Recuperar la propia alegría, Verbo Divino, Estella 1999]).

 

 

Día 29

Domingo XXVI del tiempo ordinario 

      Santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael.- El 29 de septiembre se celebraba en Roma, en el siglo V, el aniversario de la Dedicación de una iglesia en honor al arcángel san Miguel. La iglesia estaba situada en la calle Salaria. A esa fecha se pensó añadir el recuerdo de los otros arcángeles y de "todas las potencias incorpóreas" recordadas en días diferentes.

Miguel, nombre que en hebreo significa "quién como Dios?", es el arcángel defensor contra Satanás y sus satélites (Ap 12,7), el protector de los amigos de Dios (Dn 10,13.21), el que vigila sobre el pueblo (Dn 12,1).

De Gabriel -"fuerza de Dios", al pie de la letra- dice la Escritura que está "en la presencia de Dios" (Le 1,19). Es el ángel enviado a llevar los anuncios alegres: el nacimiento del Bautista (Le 1,1 1 -20) y el de Jesús (Le 1,26-38); por otra parte, en el Antiguo Testamento, había revelado ya a Daniel los secretos del plan de Dios respecto a la historia (Dn 8,16; 9,21 ss).

Rafael -que significa "Dios ha curado"- figura también entre los siete ángeles que están ante el trono de Dios (Tob 12,15; cf. Ap 8,2). Tiene una función de asistencia; acompañó a Tobías en su viaje y curó a su padre de la ceguera.

 

LECTIO

Primera lectura: Números 11,25-29

En aquellos días,

25 el Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse.

26 Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento.

27 Un muchacho corrió a decir a Moisés: -Eldad y Medad están profetizando en el campamento.

28 Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo: -!Señor mío, Moisés, prohíbeselo!

29 Moisés replicó: -Tienes celos por mí? !Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!

 

        ** El relato del libro de los Números presenta la organización del pueblo de Israel en su viaje hacia la tierra prometida. Israel, presentado como una comunidad santa -cuyos errores, debilidades y rebeldías no se callan, a pesar de todo-, es guiado por YHWH, que habita en medio del pueblo y, acompañándolo, lo engendra con su poder y manifiesta su señorío incluso sobre los pueblos limítrofes. Nuestro fragmento pone de relieve la estructuración del gobierno de la comunidad.

        Moisés es el mediador por excelencia entre Dios y el pueblo. El Señor le habla directamente y ha recibido en plenitud el espíritu (v. 25a). Junto a él aparecen setenta ancianos (v. 25b) que participan de la autoridad carismática de Moisés.

        El texto prosigue comunicando una verdad que marca un avance importante en el camino del hombre religioso: el don de Dios no está ligado rígidamente a un lugar, sino que alcanza a la persona allí donde se encuentre. Éste es el caso de los dos hombres que, aun habiendo sido convocados entre los setenta ancianos, no habían ido al lugar fijado. También sobre ellos vino el espíritu (v. 26), suscitando la contrariedad de Josué (v. 28). La afirmación de la libertad soberana de Dios en su obrar (v. 29) es el elevadísimo mensaje que interpela al creyente de todos los tiempos, siempre acechado por la tentación de encerrar a Dios en los angostos espacios de una "justicia" que se arroga la tarea de salvaguardar los presuntos derechos de Dios pisoteando los de las personas humanas.



Salmo responsorial
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón

Salmo 18, 8. 10.12-13. 14

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

También  tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa.
¿Quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.

Preserva  a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré limpio e inocente
del gran pecado.



Segunda lectura: Santiago 5,1-6

1 Y vosotros los ricos gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan.

2 Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla.

3 Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego. Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días?

4 Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros, está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso.

5 En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza.

6 Habéis condenado, habéis asesinado al inocente y ya no os ofrece resistencia.

 

        **• El fragmento se presenta como un duro apóstrofe contra los ricos. Estos, sintiéndose fuertes por los bienes de los que disponen, limitan su horizonte existencial a la tierra y se encierran en él constituyéndose a sí mismos centro de su propio mundo (cf. Le 12,16-19). Parecen vivir en una condición envidiable; sin embargo, Santiago saca a la luz el drama del que son protagonistas.

        La cantidad de bienes que tienen acumulados es tan grande que se deterioran: mientras que muchedumbres de pobres están privadas del mínimo que se les debe, una ingente cantidad de riqueza está malgastada, no sirve para nada (v. 3a); sin embargo, puesto que se trata de bienes que los ricos han acaparado de una manera inicua, pisoteando los justos derechos de los obreros (v. 4) y cometiendo abusos, hasta el punto de no dudar en matar a quienes hubieran sido un obstáculo para sus intereses (v. 6), los mismos ricos serán víctimas de sus ingentes capitales (v. 3b). En efecto, el día del juicio de Dios los bienes constituirán la prueba acusatoria de su conducta perversa. La vida frívola y disoluta que llevan los ricos no sirve para otra cosa más que para hacerles llegar gordos, del mismo modo que los animales para el día de la matanza (v. 5).

        Frente a la situación grotesca y paradójica de los ricos egoístas y carentes de escrúpulos, está la de los justos, defraudados en lo que les corresponde por derecho (v. 4a), víctimas silenciosas de vejaciones a las que no pueden oponerse (v. 6), pero cuyo grito llega a los oídos del Señor (v. 4b). Él se encargará de su defensa y cambiará su suerte. En la figura del "justo" del v. 6 podemos entrever la del "Siervo de YHWH", cuya confianza está puesta enteramente en el Señor, que vela sobre su condición humillada y oprimida, "escucha su grito y lo salva" (cf. Sal 37,39ss; Is 50,6ss).

 

Evangelio: Marcos 9,38-43.45.47ss

En aquel tiempo,

38 Juan le dijo a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.

39 Jesús replicó: -No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí.

40 Pues el que no está contra nosotros está a favor de nosotros.

41 Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa.

42 Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y le echaran al mar.

43 Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue.

45 Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno.

47 Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno,

48 donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.

 

        *•• La intervención de Juan refiere la oposición de los discípulos a un exorcista que, aunque no pertenecía a su grupo, obraba en nombre de Jesús (v. 38). Esto le permite al Maestro proporcionar una enseñanza importante para la vida de la comunidad cristiana. No están en comunión con Jesús sólo los que son, oficialmente, de los suyos (v. 39); el que invoca su nombre obrando el bien es, a buen seguro, un simpatizante suyo, puesto que es correcto pensar que no ultrajará, en un segundo momento, a aquel cuyo poder había invocado antes.

        Jesús, que ha venido para salvar a todos {cf. Jn 12,32; Hch 10,34ss), no es propiedad de nadie y, con mayor razón aún, no puede pretender poseerlo en exclusiva su comunidad, que, más bien, está llamada a continuar su misión universal. Hay personas que, aunque no se consideran discípulos de Jesús, no son, de hecho, contrarias a él y llevan a cabo gestos de atención respecto a los cristianos: estos tienen asegurada su recompensa (vv. 40ss).

        Enlazando con los precedentes dichos de Jesús dirigidos a los pequeños (cf. vv. 37.41), refiere el evangelista algunas sentencias contra los que son motivo de escándalo o de tropiezo y, por consiguiente, de caída. Es preferible morir antes que atentar con nuestro propio comportamiento contra la debilidad del hermano, en particular si se sobreentiende la debilidad en la fe (v. 42).

        Esta idea aparece articulada en los versículos siguientes con tres afirmaciones extremas: es mejor amputarse un miembro del propio cuerpo que sea ocasión de caída que conservar la integridad del cuerpo y perder la comunión con Dios. El carácter trágico de esta última condición está reforzada con la cita del Is 66,24, que evoca la destrucción provocada por la putrefacción y por la combustión: un tormento sin tregua (v. 48).

 

MEDITATIO

        En Dios, la libertad se conjuga con el amor infinito, ese en virtud del cual no se negó Jesús a dar la vida por nosotros. La libertad de Dios es demasiado grande para el hombre. Es algo que produce vértigo y resulta inconcebible para los espíritus ligados a la ley de la justicia distributiva. Así, siempre hay alguien dispuesto a dar consejos a Dios para enseñarle -o al menos recordarle- cómo tiene que tutelar y hacer respetar sus propios derechos. Dios, en cambio, parece ver las cosas desde otro punto de vista. Para él, todos los hombres son hijos suyos y se pone contento cuando alguno de ellos, aunque sea de una manera no "canónicamente" correcta, acoge su don y lo vive; sin embargo, le entristece ver que sus hijos no hacen circular entre ellos el amor que reciben de él; que, en vez de ayudarse unos a otros, se obstaculizan recíprocamente; que intentan explotarse, en vez de compartir los bienes de que disponen...

        Jesús pone en guardia a la comunidad de sus discípulos: no hay que volver a levantar, en nombre de una presunta pureza religiosa, las barreras que él ha venido a derribar.

 

ORATIO

        Tú eres el Señor, el único Señor.

        Eres el Señor del bien y lo difundes a manos llenas sobre todas tus criaturas, sin dejar que nadie ignore lo que es tu bondad.

        Eres el Señor de la abundancia, que no te dejas encerrar en las angosturas de los partidismos y de los derechos adquiridos. Sólo conoces un derecho: el de amar, en primer lugar y siempre. Y este derecho nadie te lo puede quitar.

        Eres el Señor de la riqueza, una riqueza que no quieres que sea confundida con las escaladas al control de los centros económicos ni con el acaparamiento indiscriminado.

        La riqueza, la verdadera, la que tiene el corazón como caja de caudales y aumenta cuanto más se comparte, es la capacidad de recibir y dar amor, atención, ternura. Es latir con tus mismos sentimientos, es respirar tu libertad soberana.

        Esto es lo que nos ofreces, Señor, sumo bien.

 

CONTEMPLATIO

        El Espíritu Santo, que con la vocación [de los gentiles] los santifica y los hace agradables a Dios, es la sustancia de los dones de Dios. Y quien lo posee plenamente realiza todas las cosas según razón: enseña rectamente, vive de manera irreprensible, confirma realmente y de modo perfecto con signos y prodigios cuanto cree. En efecto, tiene en sí mismo la fuerza del Espíritu Santo, que le da un tesoro y el motivo de la plenitud de todos los bienes.

        Se ha dicho que este Espíritu ha sido derramado por Dios sobre todos los hombres para que quienes lo reciban puedan profetizar y tener visiones. La Efusión del Espíritu es la causa del profetizar y del conocer el sentido y la belleza de la verdad (Dídimo el Ciego, Lo Spirito Santo, Roma 1990, pp. 76ss [edición española: Tratado sobre el Espíritu Santo, Editorial Ciudad Nueva, Madrid 1997]).

 

ACTIO

        Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Envía, Señor, tu Espíritu Santo sobre nosotros".

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

        Habla H. Cox de dos concepciones de la personalidad. Una concéntrica, la otra excéntrica. La concepción excéntrica no hemos de entenderla en el sentido de extraña o extravagante, sino como algo que tiene su centro fuera de sí. Es la persona que acoge lo nuevo, lo inesperado, lo que llega de "otra parte". Es la persona abierta al Espíritu, disponible a su "juego", capaz de aceptar los riesgos que comporta. Con la concepción concéntrica, tenemos un mundo encerrado en sí mismo, que no reserva sorpresas, que no va más allá de sus propias posibilidades, caracterizado por la rigidez y por la esclerosis. En la concepción excéntrica tenemos un mundo tocado por la gracia, caracterizado por lo imprevisible y por la llegada de lo imprevisto, con personas todas diferentes, siempre "fuera de los esquemas".

        El error más trágico y más común. Todo lo que no está recogido en los códigos queda descalificado. Todo lo que no pertenece al campo de lo "ya visto" y representa una amenaza para la seguridad, para la regularidad, tiene que ser declarado ilegítimo.

        Todo lo que es diferente ha de ser declarado abusivo. Es una operación que, por desgracia, siempre está de moda. Todo lo que se mueve se vuelve automáticamente sospechoso. Es preciso que mantengamos presente esta terrible posibilidad, a través de la cual buscamos al Espíritu como sospechoso y peligroso y tendemos a meterlo en una !aula (A. Pronzato, Vangeli scomodi, Turín 151983 [edición española: Evangelios molestos, Ediciones Sígueme, Salamanca 1997]).

 

 

Día 30

Lunes semana XXVI del Tiempo ordinario o 30 de septiembre,

San Jerónimo  

Nacido en Estridón el año 340, recibió una excelente instrucción en Roma, que completó con una serie de viajes por Oriente y Occidente, entablando amistad con los más famosos y cultos Padres orientales. Era un hombre tenaz, fuerte, austero y de gran erudición. Fue secretario del papa Dámaso, que le encargó una traducción de los textos originales de la Biblia al latín. Se marchó a Belén, donde llevó a cabo experiencias de vida monástica, de penitencia y de estudio. Se dedicó especialmente a la traducción y al comentario de los libros de la Sagrada Escritura. Le debemos numerosos comentarios y tratados exegéticos; su producción literaria y su competencia bíblica le sitúan entre los mayores doctores de la Iglesia latina, y es también el patrón de los biblistas.

Además de los susodichos libros, dejó muchos tratados polémicos, una colección de Cartas muy interesantes, así como la traducción de las obras de Orígenes. Tras una vida dispensada en el amor a Cristo y a la Iglesia, murió en Belén en el año 420.

 

LECTIO

Primera lectura: Job 1,6-22

6 Un día en que los hijos de Dios asistían a la audiencia del Señor, se presentó también entre ellos Satán.

7 Y el Señor preguntó a Satán: -De dónde vienes? Él respondió: -De recorrer la tierra y darme una vuelta por ella.

8 El Señor le dijo: -Te has fijado en mi siervo Job? No hay en la tierra nadie como él; es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se guarda del mal.

9 Dijo Satán: -Crees que Job teme a Dios desinteresadamente?

10 Acaso no lo rodeas con tu protección, a él, a su familia y a sus propiedades? Bendices todo cuanto hace y sus rebaños llenan el país.

11 Pero extiende tu mano y quítale todo lo que tiene. Verás cómo te maldice en tu propia cara.

12 El Señor le respondió: -Puedes disponer de todos sus bienes, pero a él no lo toques. Y Satán se retiró de la presencia del Señor.

13 Un día en que los hijos y las hijas de Job estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor,

14 llegó un mensajero con esta noticia para Job: -Estaban los bueyes arando y las asnas pastando cerca de ellos,

15 cuando irrumpieron los sábeos, se los llevaron y mataron a todos tus siervos. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.

16 No había acabado de hablar, cuando llegó otro diciendo: -Cayó un rayo del cielo y abrasó a ovejas y pastores; todo lo devoró. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.

17 Aún estaba hablando éste, cuando llegó otro que dijo: -Los caldeos, divididos en tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron. A tus criados los mataron. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.

18 Todavía estaba hablando éste, cuando llegó otro que dijo: -Mientras tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor,

19 se levantó un fuerte viento venido del desierto que sacudió las cuatro esquinas de la casa; ésta se derrumbó sobre los jóvenes y los mató a todos. Sólo yo pude escapar para traerte la noticia.

20 Entonces Job se levantó, rasgó sus vestiduras y se rapó la cabeza. Luego se postró en tierra en actitud de adoración

21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio,  el Señor me lo quitó. !Bendito sea el nombre del Señor!

22 A pesar de todo lo sucedido, Job no pecó ni maldijo a Dios.

 

**• El tema fundamental del libro de Job no es tanto el problema del sufrimiento como el del comportamiento del justo en la prueba de la fe. Sólo el sufrimiento en el momento de la prueba revela lo que hay en el corazón del hombre y la gratuidad de su fe. Dicho con otras palabras, el libro de Job nos muestra que la prueba existe, y que existe para todos, incluso para los mejores. No había motivo alguno para que Job fuera tentado, puesto que "es un hombre recto e íntegro, que teme a Dios y se guarda del mal" (1,1). Con todo, la prueba viene a llamar a su puerta. Verifica su fe. Revela si Job busca de verdad a Dios con una fe "pura" o, en cambio, se busca a sí mismo. Job sale vencedor de la prueba: "A pesar de todo lo sucedido, Job no pecó ni maldijo a Dios" (v. 22).

La primera parte de la narración comienza con una escena que se desarrolla en el cielo (w. 6-12). Da la impresión de que la reunión de los ángeles se asemeja a las asambleas que los reyes celebraban en sus cortes o a las que mantenían los dioses en la cima de las montañas sagradas. Los personajes fundamentales del relato son tres: Job, que vivía en Hus, fuera de las fronteras de Israel; era un hombre justo y rico y, por ello, estaba bendecido por Dios (cf. 1,1-3). Satán, el acusador, que aparece junto a la corte de Dios; está encargado de proyectar una luz mala sobre las acciones de los hombres. Por último, Dios, que sigue las acciones de los hombres. El diálogo tiene lugar entre Satán y Dios: "Crees que Job teme a Dios desinteresadamente?" (v. 9), dice Satán, y le propone a Dios la prueba: "Extiende tu mano y quítale todo lo que tiene. Verás cómo te maldice en tu propia cara" (v. 11). Se dará cuenta de si Job es capaz de amar verdaderamente de una manera gratuita. Dios accede frente a la petición de Satán, pero su confianza respecto a Job no disminuye un ápice.

La segunda parte (w. 13-22) describe las calamidades que se abaten sobre Job, provocadas por la espada, por el fuego y por el viento. De este modo es como se ve sometido Job a una dura prueba. A través de una apremiante sucesión de anuncios, pierde sus bienes, siervos e hijos. Sin embargo, para despecho de Satán, Job continúa bendiciendo al Señor y sale vencedor de l a prueba. Su fe no ha disminuido. Se postra en tierra y dice: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. !Bendito sea el nombre del Señor!" (v. 21). Satán ha perdido la apuesta.

 

Salmo Responsorial

Inclina el oído y escucha mis palabras

Salmo 16,1.2-3.6-7


Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.
R/.
Inclina el oído y escucha mis palabras

Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
R/.
Inclina el oído y escucha mis palabras

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.
R/. Inclina el oído y escucha mis palabras

 

 

Evangelio: Lucas 9,46-50

En aquel tiempo,

46 surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante.

47 Jesús, al darse cuenta de la discusión, tomó a un niño, lo puso junto a sí

48 y les dijo: -El que acoge a este niño en mi nombre, a mí me acoge; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado, porque el más pequeño entre vosotros es el más importante.

49 Juan tomó la palabra y le dijo; -Maestro, hemos visto a uno expulsar demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no pertenece a nuestro grupo.

50 Jesús les dijo: -No se lo prohibáis, que el que no está contra vosotros está de vuestra parte.

 

*•• La página evangélica que nos propone hoy la liturgia recuerda dos actitudes de verdadera fraternidad que nos traen a la mente la sencillez con la que san Francisco vivía el Evangelio. La primera de esas actitudes, contraria a la absurda de la ambición, es la humildad (cf. w . 46-48). La otra es la tolerancia (cf. w. 49ss). Los apóstoles se muestran sensibles a este problema. Jesús, en efecto, habla a menudo de él en el evangelio. En conjunto, ambas actitudes subrayan la necesidad de superar tanto la autosuficiencia de los grandes, que aspiran a los títulos y a los grados de dignidad, como el orgullo de pertenecer a un grupo.

La primera actitud se ocupa de la vida interna de la comunidad. Parece natural que, siguiendo la mentalidad mundana, ocupen los primeros puestos de la comunidad aquellos que se distinguen por sus dotes o por su sentido de la responsabilidad a la hora de administrar los servicios comunitarios. Por otra parte, también es natural en el hombre el deseo de sobresalir. Ésa es la razón de que los apóstoles se dejen arrastrar a discusiones interesadas (cf. también 22,24-27). Discuten espontáneamente sobre el puesto que ocupan y sobre quién de ellos es el más importante. Pero el Señor Jesús no piensa como ellos. Coge a un niño y lo pone junto a sí, en el centro, en el puesto de mayor dignidad. Su respuesta es bien precisa: "El más pequeño entre vosotros es el más importante" (v. 48b). Sólo el que es pequeño es "importante", porque es pobre, a saber: es pequeño de cuerpo, tiene necesidad de los otros, no tiene libertad de acción, es inútil. El niño es el símbolo del discípulo último y pobre. Pero es también la imagen de Jesús, que se abandona en actitud de adoración en brazos del Padre. Por eso dice aún Jesús: "El que acoge a este niño en mi nombre, a mí me acoge; y él que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado-" (v. 48a).

La segunda actitud del evangelio nos presenta otra característica de la fraternidad evangélica: la tolerancia. "Maestro, hemos visto a uno expulsar demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no pertenece a nuestro grupo" (v. 49). Jesús no es de este parecer: "No se lo prohibáis" (v. 50). Al contrario, invita a los suyos a abrir el corazón y el espíritu, a ser tolerantes. Dios envía a los que quiere a anunciar su Palabra. No es preciso pertenecer al grupo de Jesús o ser importante para hablar de él. Lo que cuenta no es la persona que habla; lo que cuenta es que se anuncie el Evangelio. Dios es rico: dispone de muchos modos para hablar al hombre.

 

MEDITATIO

Las lecturas litúrgicas de hoy constituyen una vigorosa invitación a mirar a Jesús crucificado y a extraer de aquí las consecuencias pertinentes para cualquier situación humana. De Job aprendemos que nuestra verdadera grandeza se manifiesta en el hecho de seguir amando con el "amor desmesurado" (Ef 2,4) de Dios, aun cuando la prueba y el sufrimiento puedan llegar a la violencia inaudita que aparece en la primera lectura.

La actitud de Job en la prueba dolorosa es una expresión profunda de adoración. Cuando nuestra vida discurre tranquila sin que el dolor golpee nuestro corazón, parece más fácil reconocer a Dios. De una manera casi instintiva y de una forma que es pagana volvemos siempre a una imagen de un Dios puesto a nuestro servicio, y no a la de un Dios a quien podemos confiarnos.

Tenemos casi la impresión de que Dios está a nuestro alcance. Por desgracia, no advertimos que somos precisamente nosotros quienes le debemos todo a Dios. Contrariamente a Satán, Dios piensa, sin embargo, que el hombre es capaz de obrar por gratuidad de amor incluso allí donde las gratificaciones ordinarias desaparecen. Job, despojado de todos sus bienes, de sus siervos e incluso de sus hijos, confía totalmente en Dios: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó. !Bendito sea el nombre del Señor!". Job ha resistido y se ha abierto al corazón de Dios. Ahora es capaz de adorarle.

Job, ahora totalmente empobrecido, está en condiciones de realizar lo que dice Jesús: "El más pequeño entre vosotros es el más importante". Job empieza a ser "importante" porque precisamente ahora está completamente "desnudo" frente a Dios y a su amor crucificado. Es muy probable que no consiga comprender aún del todo el sentido de la prueba, pero sigue siendo fiel.

Comprende que Dios es el todo de su vida y que a él se lo debe todo. Gracias a Job hemos llegado a conocer qué es la. verdadera adoración. Ésta va unida al sentido vivo de l a pobreza y, a buen seguro, se trata de un ideal que no es fácil llevar a cabo. Puede parecemos irrealizable, pero sabemos que hemos de contar únicamente con la fuerza de Cristo. Lo importante es no olvidar nunca a Jesús crucificado, pues de este olvido nacerían el egoísmo y la mezquindad del corazón.

 

ORATIO

Señor Jesús, Hijo de Dios crucificado, concédenos tener un conocimiento más profundo de tu misterio de amor a través de los sufrimientos y las pruebas. Ábrenos el corazón y muéstranos el sentido oculto de las experiencias dolorosas a través de las cuales vienes a romper el velo de nuestra ignorancia. Haz que podamos entrever en tu inaprensible presencia el misterio de tu "amor desmesurado". Permítenos conocer quién es el Padre que te ha enviado; quién eres tú, que nos manifiestas el corazón del Padre mediante tu corazón traspasado en la cruz; quiénes somos nosotros, que vemos resplandecer tu amor en la humillación de nuestra pobreza y en la soledad del corazón.

Por eso, Señor, ayúdanos a mirar de frente nuestras pruebas y sufrimientos, deseando sólo -en esta mirada- conocerte y penetrar con el corazón y con la mente en tu inexpresable misterio de amor. Haz, pues, Señor, brotar en nosotros algunas pequeñas yemas de la contemplación de tu misterio, aunque sea a través de la transfixión de las pruebas. Nos importa considerarlas no sólo en su realidad, sino también en la manera en la que las asumimos y las vivimos en relación contigo.

Te pedimos por último, Señor, que no nos desanimemos si descubrimos en nosotros únicamente incapacidad y rechazo y no vemos que nuestro corazón está fijo en el tuyo. Ayúdanos, más bien, a servirnos de esta pobreza como si fuera una gracia que tú nos das para conocernos a nosotros mismos y ascender hasta ti. Te lo pedimos, oh Señor, por intercesión de María, que sufrió, pero creyó profundamente en ti.

 

CONTEMPLATIO

Cuando el físico del hombre se ve probado por el sufrimiento, se resiente su ánimo. Hace ya muchos años que me atormentan frecuentes dolores viscerales; me aflige sin tregua una grave debilidad del estómago, mientras la fiebre, aunque sea leve, no me abandona nunca. En esas condiciones, meditando lo que dice la Escritura: "El Señor corrige a quien ama" (Heb 12,6), cuando más deprimido me siento por la gravedad de los males presentes, tanto mal me hace respirar la esperanza de los bienes futuros. Tal vez sea un designio de la divina providencia que yo -herido por el mal- comente la historia de Job, herido por el mal. La prueba me ayuda a comprender mejor el estado de ánimo de un hombre tan duramente probado.

Sin embargo, está claro también que el sufrimiento físico me hace bastante difícil la aplicación al trabajo. Cuando las fuerzas físicas apenas permiten el uso de la palabra, el ánimo no se encuentra en condiciones de expresar de manera adecuada lo que siente. Cuál es, en efecto, la función del cuerpo, sino la de ser instrumento del alma? Un músico, aunque sea un artista de talento, no puede expresar su arte si no dispone de un instrumento adecuado. La melodía ejecutada por una mano experta no puede ser emitida fielmente por un instrumento desafinado, ni tampoco el soplo consigue producir una armonía musical si el tubo resquebrajado emite sonidos estridentes (Gregorio Magno, Tratados morales sobre el libro de Job, "Carta a Leandro", 5).

 

ACTIO

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Muéstrame, oh Dios, los prodigios de tu amor" (cf. Sal 16,7a).

 

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Hay quien dice: "He hecho demasiado mal, el buen Dios no puede perdonarme". Hijitos míos, eso es una gran blasfemia; es poner un límite a la misericordia de Dios, que no los tiene en absoluto, pues es infinita. Aunque hayáis hecho más que para que se pierda toda una parroquia, si os confesáis, si os arrepentís de haber hecho ese mal y no queréis volver a hacerlo, el buen Dios os lo perdonará. Nuestro Señor es como una madre que lleva a su hijo en brazos. Este niño es malo; le da patadas, le muerde, le araña, pero la madre no hace caso; sabe que, si lo deja, caerá, no podrá caminar solo... Así es nuestro Señor. Sufre todos los maltratos, soporta nuestra arrogancia, perdona todas nuestras tonterías, tiene piedad de nosotros a pesar de nosotros mismos. El buen Dios está tan dispuesto a otorgarnos el perdón, cuando se lo pidamos, como una madre está dispuesta a retirar a su hijo del fuego (Juan María Vianney, en J. Frossard [ed.], Pensées choisies au Saint Curé d'Ars et petites fleurs d'Ars, París 1961, pp, 78ss, passim).