[Índice]
• Adoración a la Santísima Eucaristía
• Antífonas Marianas para la Bendición
• Oración de San Alfonso Mª de Ligorio
• Ofrenda al Amor misericordioso
• ¡Qué bien se está contigo, Señor!
Adoración a la Santísima Eucaristía
[Latín]
A ti, Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, presente aquí en la Santa Eucaristía, humildemente arrodillado, te adoro, unido espiritualmente a los fieles de la tierra y a los Santos del cielo; y, agradecido en mi interior por tantos beneficios, a Ti, Jesús, infinitamente perfecto e infinitamente amable, te amo de todo corazón.
Concédeme la gracia de que de ningún modo te ofenda, y que, recreado con tu presencia eucarística aquí en la tierra, por la intercesión de María, merezca llegar a tu eterna y bienaventurada presencia en los cielos. Amén
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[Latín]
Oh saludable Hostia, que abres la puerta del cielo: en los ataques del enemigo danos fuerza, concédenos tu auxilio. Al Señor Uno y Trino se atribuye eterna gloria: y Él vida sin término nos otorgue en la Patria. Amén.
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[Latín]
Oh sagrado banquete en el que se recibe a Cristo: se recuerda la memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.
¡Oh qué suave es, Señor, tu espíritu!, que para demostrar tu dulzura a tus hijos, dando el suavísimo pan del cielo, a los hambrientos llenas de bienes, y a los soberbios satisfechos dejas vacíos.
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[Latín]
Canta, lengua,
el misterio del cuerpo glorioso
y de la sangre preciosa
que el Rey de las naciones,
fruto de un vientre generoso,
derramó como rescate del mundo.
Nos fue dado, nos nació
de una Virgen sin mancilla;
y después de pasar su vida en el mundo,
una vez esparcida la semilla de su palabra,
terminó el tiempo de su destierro
dando una admirable disposición.
En la noche de la última cena,
recostado a la mesa con los hermanos,
después de observar plenamente
la ley sobre la comida legal,
se da con sus propias manos
como alimento para los Doce.
El Verbo hecho carne
convierte con su palabra
el pan verdadero con su carne,
y el vino puro se convierte
en la sangre de Cristo.
Y aunque fallan los sentidos,
basta la sola fe para confirmar
al corazón recto en esa verdad.
Veneremos, pues, inclinados
tan gran Sacramento;
y la antigua figura
ceda el puesto al nuevo rito;
la fe supla
la incapacidad de los sentidos.
Al Padre y al Hijo
sean dadas alabanza y júbilo,
salud, honor, poder y bendición;
una gloria igual sea dada
al que de uno y de otro procede. Amén.
V/. Les diste pan del cielo (T.P. Aleluya).
R/. Que contiene en sí todo deleite (T.P. Aleluya).
Oración: Oh Dios, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Exposición y Bendición con el Santísimo Sacramento
[Latín]
La Exposición y Bendición con el Santísimo se puede desarrollar de varias formas. Incluimos algunos himnos, lecturas y oraciones apropiados para cantar y recitar durante esta ceremonia.
Himno Pange lingua
Pange, língua, gloriósi
Córporis mystérium.
Sanguinísque pretiósi,
quem in mundi prétium,
fructus ventris generósi
Rex effúdit géntium.
Lectura de la Palabra de Dios
(I Cor 11, 23-26)
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se da por vosotros. Haced esto en conmemoración mía”.
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi Sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía”.
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Himno Tantum ergo
Tantum ergo Sacraméntum
venerémur cérnui;
et antíquum documéntum
novo cedat rítui;
præstet fides supplementum
sénsuum deféctui.
Genitóri, Genitóque
laus et iubilátio;
salus, honor, virtus quoque
sit et benedíctio;
procedénti ab utróque
compar sit laudátio. Amen.
V/. Les diste pan del cielo (T.P. Aleluya).
R/. Que contiene en sí todo deleite (T.P. Aleluya).
Oración: Oh Dios, que en este admirable Sacramento nos dejaste el memorial de tu Pasión; te pedimos nos concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Alabanzas de desagravio:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
Amen.
Salmo 116 (Himno Laudate Dominum)
Laudáte Dóminum omnes gentes,
laudáte eum, omnes pópuli.
Quóniam confirmáta est super nos misericórdia eius;
et véritas Dómini manet in ætérnum.
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto;
sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sæcula sæculórum. Amen.
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Antífonas Marianas después de la Bendición con el Santísimo Sacramento
[Latín]
Los sábados se puede rezar o cantar la Salve o alguna otra antífona mariana apropiada para el tiempo litúrgico (Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua).
En cualquier tiempo se puede rezar o cantar la Salve [Latín]:
Dios te salve, Reina y Madre [, Madre] de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, ¡oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen Maria!
Al terminar, se reza o canta:
V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas [y gracias] de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos: Dios todopoderoso y eterno, con la ayuda del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo: al recordarla con alegría, líbranos, por su intercesión, de los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V/. Que el divino auxilio permanezca siempre con nosotros.
R/. Amén.
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En el Tiempo de Adviento se reza o se canta Alma Redemptóris Mater [Latín]:
Santa Madre del Redentor,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar
socorre al pueblo que cae
y procura levantarse.
Tú, que engendraste
a tu santo Creador,
ante la admiración de la naturaleza,
Virgen antes y después
del saludo de Gabriel,
ten piedad de los pecadores.
Al terminar, se reza o canta:
V/. El Ángel del Señor anunció a María.
R/. Y concibió por obra [y gracia] del Espíritu Santo.
Oremos: Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V/. Que el auxilio divino permanezca siempre con nosotros.
R/. Amén.
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En el Tiempo de Navidad se reza o se canta Alma Redemptóris Mater [Latín]:
Santa Madre del Redentor,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella del mar
socorre al pueblo que cae
y procura levantarse.
Tú, que engendraste
a tu santo Creador,
ante la admiración de la naturaleza,
Virgen antes y después
del saludo de Gabriel,
ten piedad de los pecadores.
Al terminar, se reza o canta:
V/. Después del parto, ¡oh Virgen!, has permanecido inviolada.
R/. Madre de Dios, intercede por nosotros.
Oremos: Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, palabra de salvación y pan de vida, desde el cielo al seno de la santa Virgen, concédenos recibir a Cristo como Ella, conservando sus palabras en el corazón y celebrando con fe sus misterios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V/. Que el auxilio divino permanezca siempre con nosotros.
R/. Amén.
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Durante la Cuaresma se reza o se canta Ave, Regina cælorum [Latín]:
Salve, Reina de los cielos,
salve, Señora de los Ángeles,
salve, raíz, salve, puerta,
de quien nació la Luz al mundo.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve a Ti, la más hermosa,
ruega a Cristo por nosotros.
Al terminar, se reza o canta:
V/. Permíteme que te alabe, Virgen sagrada.
R/. Dame fuerzas contra tus enemigos.
Oremos: Dios de misericordia, fortalece nuestra débil condición y, al recordar en este día a la Madre de tu Hijo, concédenos por su intercesión vernos libres de todas nuestras culpas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V/. Que el auxilio divino permanezca siempre con nosotros.
R/. Amén.
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En Tiempo Pascual se reza o se canta el Regina cæli [Latín]:
Alégrate, Reina del cielo; aleluya,
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
Ha resucitado, según predijo; aleluya,
Ruega a Dios por nosotros; aleluya.
Al terminar, se reza o canta:
V/. Gózate y alégrate, Virgen María, ¡Aleluya!
R/. Porque ha resucitado Dios verdaderamente, ¡Aleluya!
Oremos: Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el goce de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V/. El divino auxilio permanezca siempre con nosotros.
R/. Amén.
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Oración de San Alfonso Mª de Ligorio
[Latín]
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor; esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el Sacramento del altar. Te adoro desde mi poquedad y te doy gracias por todas las gracias que me has concedido, y especialmente por haberte dado Tú mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este oratorio.
Adoro tu Santísimo Corazón por tres motivos: en acción de gracias por este insigne beneficio; para resarcirte de todas las injurias que sufres en este sacramento; y, finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde se te trate con menos culto y más abandono.
Me pesa el haber ofendido tantas veces a tu divina bondad en mi vida pasada. Propongo, con tu gracia, no ofenderte más en adelante, y por miserable que sea, me consagro enteramente a Ti, renuncio a mi voluntad y te la entrego por completo, con mis afectos, deseos y todas mis cosas.
De hoy en adelante haz de mí, Señor, todo lo que te agrade. Yo solamente quiero y te pido tu santo amor, la perseverancia final y el perfecto cumplimiento de tu santa voluntad.
Te encomiendo las almas del Purgatorio, especialmente las más devotas del Santísimo Sacramento y de María Santísima. Te pido también por todos los pecadores.
Finalmente, amadísimo Salvador mío, uno todos mis afectos y deseos a los de tu corazón amorosísimo, y así unidos, los ofrezco a tu eterno Padre y le suplico, en nombre tuyo, que, por tu amor, los acepte y escuche. Amén.
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Ofrenda al Amor Misericordioso
Transcribimos varios actos de ofrenda al Amor Misericordioso. El primero es la que enseñó el Ángel a los Pastorcillos de Fátima.
Dios mío yo creo, adoro, espero y os amo, os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pecadores.
Padre Santo, por el Corazón Inmaculado de María, os ofrezco a Jesús, vuestro Hijo muy amado, y me ofrezco a mí mismo, en Él, por Él y con Él, a todas sus intenciones, y en nombre de todas las criaturas.
Padre Santo, por medio del Corazón Doloroso de María, os ofrezco mi alma en el altar, junto con la de vuestro Hijo muy amado, pidiéndoos que, junto a la mía, veáis a todas las almas que habitan la tierra, y que, por el sacrificio de vuestro Hijo, tengáis compasión de los hombres.
¡Misericordia, oh Padre! ¡No se agote vuestra paciencia y, por el amor de las almas que os aman, sostened vuestra ira!
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¡Qué bien se está contigo, Señor!
¡Qué bien se está contigo,
Señor, junto al Sagrario!
¡Qué bien se está contigo!
¿por qué no vendré más?
Desde hace muchos años
vengo a verte a diario
y aquí te encuentro siempre,
amante, solitario,
solo, pobre, escondido,
pensando en mí, quizás.
Tú no me dices nada,
ni yo tampoco: nada...
si ya lo sabes todo,
¿qué te voy a decir?
Sabes todas mis penas,
todas mis alegrías,
sabes que vengo a verte
con las manos vacías
y que no tengo nada
que te pueda servir.
Siempre que vengo a verte,
siempre te encuentro solo.
¿Será que nadie sabe,
Señor, que estás aquí?
No sé, pero sé en cambio
que, aunque nadie te amara,
ni te lo agradeciera,
aquí estarías siempre
esperándome a mí.
¿Por qué no vendré más?
¡Qué ciego estoy, qué ciego!
si sé por experiencia
que cuando a Ti me llego
siempre vuelvo cambiado
siempre salgo mejor.
¿A dónde voy, Dios mío,
cuando a mi Dios no vengo?
Si Tú me esperas siempre,
si a Ti siempre te tengo,
si jamás me has cerrado
las puertas de tu amor.
Por otros se recorren
a pie largos caminos,
acuden de muy lejos
cansados peregrinos,
pagan grandes sumas
que no han de recobrar.
Por Ti nadie pregunta,
de Ti nadie hace caso,
aquí si alguno entra
sólo es como de paso.
Aquí eres Tú quien paga
si alguno quiere entrar.
¿Por qué no vendré más
si sé que aquí a tu lado
puedo encontrar, Dios mío,
lo que tanto he buscado?
Mi luz, mi fortaleza,
mi paz, mi único bien.
Si jamás he venido
que no te haya encontrado.
Si jamás he sufrido,
si jamás he llorado,
Señor, sin que conmigo
llorases Tú también.
¿Por qué no vendré más,
Jesucristo bendito?
Si Tú estás deseando,
si yo lo necesito,
si sé que no sé nada
cuando no vengo a verte.
Si aquí me enseñarías
la ciencia de los santos,
esa ciencia bendita
que aquí aprendieron tantos
que fueron tus amigos
y gozan ya de Ti.
¿Por qué no vendré más,
si sé yo con certeza
que Tú eres el modelo
que mi alma necesita,
que nada se hace duro
mirándote a Ti aquí?
El Sagrario es la celda
donde estás encerrado
¡qué pobre, qué obediente!
¡qué manso, qué callado!
¡qué solo, qué escondido!
¡Nadie se fija en Ti!
¿Por qué no vendré más?
¡oh, bondad infinita!
¡Riqueza inestimable
que nada necesitas
y que te has humillado
a mendigar amor!
¡Ábreme ya esa puerta!
¡sea ya esa mi vida!
olvidada de todos,
de todos escondida,
¡Qué bien se está contigo!
¡qué bien se está, Señor!
[Índice]